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Aceptación, el secreto del nevado K2

Aceptación, el secreto del nevado K2
Foto: Santiago Quintero para El Telégrafo
09 de julio de 2016 - 11:17 - Redacción Web

Ayer bajamos junto a Pemba, mi compañero de aventura, en el sueño de alcanzar la cima del K2. Llegamos a las 10:00 al campo base, bajamos del campo 2, bajo la chimenea House, donde decidimos pasar dos noches a 6.500 metros sobre el nivel del mar, porque el viento en el campo 2, a 6.700 m, era de 70 Km por hora.

Pasamos dos noches, que fueron para mí una tortura, dolor de cabeza, malestar corporal, debilidad y durante estos dos días no pude comer nada y tampoco dormir debido al viento. Después de todo esto, finalmente pasé la prueba y me aclimaté para pasar la primera etapa de este proceso de intentar sin oxigeno el K2.

La segunda etapa es subir directamente desde el campo base, 1.700 metros de desnivel en 10 o 11 horas, al campo 2 de 6.700 metros, pasar la tercera noche y escalar la pirámide negra de 600 metros de desnivel vertical, para alcanzar el campo 3 a 7.300 metros, donde hay que pasar una noche y se completa el proceso de aclimatación.

Recuerdo que durante mi estadía en el campo base de 6 días con gripe, dolor de garganta y tos, me preguntaba si subir así sería el fin de este viaje. Así que dejé que pase y que Dios me entregue las tan esperadas respuestas que en el fondo sabemos pero no queremos ver.

La vida me ha dicho que hice lo correcto, porque hasta ahora nadie ha pasado del campo 2 y no se ha podido fijar la ruta con cuerdas por el inclemente viento, que durante tres diferentes intentos los Sherpas no lo lograron.

Esto es estar aquí, una sensación totalmente diferente de cualquier montaña, una aventura que deja toda la imaginación a estar en la Luna, en otro planeta, hablando de montañas y escaladas.

El otro día junto a mi amada esposa y el Sr. Matsumoto de 76 años, a quien respeto y quiero mucho, fuimos juntos al Memorial del K2 donde están las placas en reconocimiento de los caídos en esta montaña y donde hay una placa que siempre he querido ver, de uno de los montañistas más radicales del mundo: Renato Casaroto.

Casaroto intentó la ruta Magic Line él solo y llegó a 8.100 metros. Subió y bajó por la ruta considerada más difícil de la cara sur pero casi al llegar al campo base, cayó en una grieta y murió por los golpes de la caída de 40 metros.

Renato es una leyenda del K2, es el segundo escalador que intentó el mismo año 86 subir esta montaña en solitario aparte de Tomo Cesen, quien abrió la ruta Cesen pero llegó a 8.000 metros y bajó debido al cansancio.

Ver la placa y tocarla ha sido conocer parte de la historia de esta montaña, que muestra todo lo que es la vida y cómo tienes que aceptar las reglas de la montaña, no de los hombres.

Hoy desperté con dolor en el pie y descubrí que cada vez que siento la limitación física, ya sea por usar prótesis o por escalar con una bota adaptada milagrosamente para mis medios pies, que mi mente lucha permanentemente para sentirse normal.

Pero ¿qué es ser normal? ¿Cómo sé lo que los demás sienten? Y es en estos momentos en que el secreto es aceptar, ver con el corazón y no pelear, sacar lo positivo de la experiencia y fluir con la vida, para que no se sintomatice la experiencia. Y es la ira la que produce inflamación, infección y úlceras, las cuales me han acompañado en las últimas 8 expediciones.

Simplemente es decir, esta es la experiencia de la vida, enfrentarse a las dificultades y trascenderlas, en mi caso es escalar este K2 interno con mis medios pies y experimentar cada sensación positivamente.

Les comparto esto porque he estado buscando una luz, una señal en mi vida  siempre y esta luz son las montañas, siempre ha sido así, tener lo que nunca puedes tener, es tu luz, vivir lo que no pueden quitarte, es tu luz y la vida, es parte de este proceso.

Todos jugamos el mismo juego, de mostrar lo grandes que nos hacemos conquistando lo que se pensó inconquistable pero que ahora ya está inmortalizado y seguir persiguiendo esta meta, ya no tiene un sentido, en la práctica ahora sólo se busca vivir el sueño de 1953, o el de un día poder contar por qué  vine y  me enfrenté a mí mismo y logré vencer mis miedos, sin juicio alguno.

Quiero contarles las diferentes sensaciones que tuve durante esta aventura después de 7 años de volver a estas laderas temibles y ver los cambios de la montaña, y míos en conjunto.

Salimos junto a Pemba con la bendición de Claudia y la Pujaa, hacia el campo uno. Para llegar al comienzo de la ruta hay que caminar 2 kilómetros entre hielo y roca, saltos y más rocas de todos los tamaños que se imaginen. Llegamos al comienzo de la ruta y una avalancha nos sorprende a penas comenzamos. Baja muy rápido y solo atinas a pensar si me atrapa, este es el fin.

Rezo y seguimos subiendo, comenzamos por las cuerdas fijas, la ruta sorprendentemente es seca llena de rocas y muy peligrosa por la caída de piedras, llegamos luego de 5 largas horas al campo uno a 6.100 m.

Nuestra tienda es prestada por falta de espacio. Cocinamos algo y comemos sopa de Quinua, queso, algo de carne seca  y por fin a dormir. Mañana es un gran día, la escalada al campo 2 a 6.700 m, donde tenemos planeado pasar 2 noches y subir  pasado mañana al 3 a 7.300 m.

La mañana comienza temprano, levantarse, preparar el equipo, cocinar, derretir nieve, beber, y vestirse, ponerse casco, arnés y crampones, y salir rumbo al cielo del K2.

Después de la primera hora comienza el viento a maltratarnos permanentemente, subes un paso y las ráfagas te golpean como queriendo hacerte regresar, es una lucha permanente por soportar esta inclemencia que solamente en esta montaña he sentido.

Al llegar bajo la chimenea House a 6.550 metros, Pemba me dice que no es posible llegar al campo 2, todas las tiendas están rotas por el viento, tenemos que quedarnos bajo la chimenea en otra tienda prestada, este año es el año de las pocas tiendas y espacios en el K2.

Pasamos la primera noche, sin pegar ojo por el viento de 60 Km por hora, amanece y Pemba quiere bajar, le explico que tengo que quedarme una noche más y él resignado acepta, no hemos comido nada en todo el día.

La mañana pasa en una especie de somnolencia continua, que entorpece los sentidos y todo se hace lento y monótono por la falta de oxígeno. No hay ganas de hacer nada, solo estar en el saco y esperar que llegue la noche para engañar a la mente y pensar en dormir.

Llega la noche y el viento es de 70 Km/hora, no se puede pegar el ojo, el frio es tan intenso que tengo que ponerme el traje de 8.000 metros para soportar, mi cuerpo empieza a temblar con espasmos, es la primera vez que el K2 es tan bravo conmigo, tengo miedo de como bajar mañana en medio de este temporal.

Claudia me dice a cada hora el clima y no mejora. Espero la noche para saber noticias acerca del viento y mañana poder bajar.

Llega la mañana del 8 de Julio y todo está en silencio, el clima de maravilla, la segunda noche sin pegar ojo y sin comer, me siento muy débil, pero sé que la bajada es con más recuperación por el oxigeno a menos altura.

Comenzamos a bajar a las 06:00 y a las 07:00 llegamos al campo 1, en momentos pienso qué sería de esta montaña si no hubiera las benditas cuerdas que todos usamos pero a veces nadie dice nada al respecto, ni quien las puso y sin ellas esta historia sería muy diferente.

A las 10:00, abrazo a mi amada esposa que emocionada y guapa me espera para recibirme en el campo base, sus ojos hacen que me acuerde de esos cielos estrellados del K2 de mis sueños, su sonrisa clara y sincera me recuerda que el amor es lo más lindo en este mundo.

Yo, un hombre agotado con medios pies, luchando por mantener mi esfuerzo en alegría, con mis botas de expedición, caminando por todas estas piedras, ¿qué más le puedo pedir a la vida?, si lleno de grasa en mi pelo, con mis dientes sin lavarse por tres días, mi ropa sudada y con un olor que ni yo me soporto, al llegar recibo un beso que me dice entiendo tu esfuerzo y te amo mucho y te admiro.

Mañana, 10 de julio, vamos para la montaña de nuevo y la historia continua, ya les contaré queridos amigos dentro de una semana lo que logramos en esta subida. (I)

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