El gobierno de izquierda radical de Alexis Tsipras enfrentó la primera huelga general, convocada por los sindicatos contra las nuevas medidas de austeridad exigidas por los acreedores de Grecia, en la cual se produjeron incidentes.

El paro, de 24 horas, recibió el paradójico apoyo del partido de Tsipras, Syriza, que denunció “las políticas antisociales” reclamadas por la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Europeo de Estabilidad.

Alrededor de 20.000 trabajadores se manifestaron  antes del mediodía en Atenas y unos 8.000 en Tesalónica (en el norte).

Cerca de la plaza Syntagma de la capital, unos 150 jóvenes, con barras de hierro y trozos de mármol, atacaron comercios, destrozaron paradas de autobuses e incendiaron un vehículo de la compañía de telecomunicaciones OTE, antes de que la Policía los dispersara con gases lacrimógenos y bombas aturdidoras.

La huelga en contra de las alzas de impuestos y los proyectos de reforma del sistema de pensiones paralizó los servicios públicos y el sistema de transportes, incluidos los aéreos, con decenas de vuelos domésticos suspendidos.

El funcionamiento de los hospitales se limitó a las emergencias, y los museos y sitios arqueológicos estuvieron cerrados.

El paro coincidió con la presencia en Atenas de una misión de supervisión de las reformas prometidas por Grecia en julio pasado, a cambio de un rescate de 86.000 millones de euros, escalonados en 3 años, y de la permanencia del país en la zona euro.

Esta medida es la tercera, después de las de 2010 y 2012 por un total de 240.000 millones de euros, condicionados a planes de austeridad que, según el parecer general en Grecia, estuvieron a punto de aniquilar al país. (I)