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Puertorriqueños piden auxilio a EE.UU. pero sin ser tratados como una "colonia"

Puertorriqueños piden auxilio a EE.UU. pero sin ser tratados como una "colonia"
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El huracán María llegó a destrozar Puerto Rico en momentos en que la isla en quiebra parecía no poder soportar otra calamidad. "Aunque seamos una colonia, se supone que somos ciudadanos americanos", ruega Jaime Coll, pidiendo auxilio al gobierno federal.

María fue calamitosa, pero puede ser una oportunidad para repensar la relación de Puerto Rico con Estados Unidos y aliviar el peso de su deuda de más de $ 70.000 millones, según expertos.

El presidente Donald Trump declaró este territorio estadounidense "Zona de Desastre", lo cual libera fondos ilimitados para otorgar préstamos, subsidios, asistencia humanitaria y ayudar para reconstruir la infraestructura.

Pero los puertorriqueños son escépticos. Dicen ser tratados como ciudadanos de segunda y se preguntan si los cheques de la agencia de gestión de emergencias FEMA serán igual de gordos que los de Texas por el huracán Harvey y Florida por Irma.

Uno de ellos es Jaime Coll, que desayuna en uno de los pocos locales abiertos este viernes en medio de la destrucción que dejó María el miércoles, cuando atacó la isla con categoría 4.

"Esperamos que el gobierno federal haga lo que se supone que debe de hacer", dice este artista plástico, de 70 años. "No es momento para partidismos políticos, para litigios de nacionalidad. Es un momento para la compasión".

Los puertorriqueños están divididos entre los que rechazan el llamado colonialismo de Estados Unidos, los que defienden el statu quo de "territorio no incorporado" y los que apoyan la anexión como otro estado de la Unión.

Por eso, ahora oscilan entre el desafío (como Coll) y el orgullo: "Nosotros podemos solos".

Esto lo dice Susana Barnett, una jubilada de 67 años.

"Tenemos recursos aquí. De Estados Unidos, así como de cualquier otra parte, podemos recibir dinero y donaciones para ponernos en pie, pero los planes de acción tienen que venir desde Puerto Rico", prosigue.

Según expertos, el huracán María marcará una vuelta de tuerca. Por un lado, puede dar a los boricuas la oportunidad de reevaluar sus relaciones con Estados Unidos y, por el otro, tal vez consiga un respiro de parte de sus asfixiantes acreedores.

"El huracán es un punto de partida donde los puertorriqueños vamos a tener que preguntarnos adónde vamos, qué esperamos, qué va a cambiar en nuestra actitud hacia los americanos y de los americanos hacia nosotros", dijo a la AFP la profesora Astrid Arrarás, del departamento de Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de Florida (FIU).

Parte de esos cuestionamientos ya se están centrando en la Junta de Control Fiscal. Este equipo, enviado por Washington a la isla para supervisar sus finanzas, ha sido acusado de colonialista, entre otras cosas, porque busca imponer desde la capital federal medidas impopulares como recortes de la jornada laboral.

"Pero ahora cambió el juego, estamos en otro juego", dice Arrarás, quien además es puertorriqueña. "Estamos en una crisis tan grande que no pueden ponernos presiones y plazos, no hay capacidad de pago en medio de este desastre de reconstrucción".

María dejó 13 muertos e inundaciones que aún persisten. Los residentes hacen filas de horas para conseguir gasolina. La isla está incomunicada, sin electricidad, sin agua potable y con las vías obstruidas, mientras se anuncian más lluvias y probables deslaves.

Este caos ocurre en un territorio que se declaró en quiebra en mayo. La crisis fiscal ha expulsado desde 2006 a 10% de su población, el desempleo llega al 12% y la pobreza alcanza 46%.

"Esto es Grecia en esteroides", dice a la AFP Juan Carlos Hidalgo, analista de políticas públicas latinoamericanas del Cato Institute. Pero, para él, también hay una oportunidad en medio del desastre.

"Después de una tragedia de esta magnitud, donde el golpe a la economía puertorriqueña es incalculable, podría ser que los acreedores adopten una posición un poco más conciliatoria", opina Hidalgo.

Pero es cauteloso. Los acreedores son tantos que "esto va a ser como arriar gatos". Lo más optimista sería esperar que negocien una postergación de los plazos.

Según este experto, la ayuda federal será una inyección de dinero coyuntural, pero solamente postergará del problema de fondo, que es la crisis fiscal.

"El gobierno sigue teniendo un déficit y los puertorriqueños se van a tener que ajustar la faja". (I)

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