Más de 125.000 personas, una cifra  récord desde el inicio de la crisis de la deuda, se  reunieron ayer en las calles de las grandes ciudades griegas   para protestar contra el nuevo plan de austeridad impuesto por el Gobierno, cuya autoridad cuestionan.

En Atenas, cuatro desfiles, que  congregaron  a unas 70.000 personas, según la Policía, se dirigieron  a la plaza Syntagma, ante el Parlamento,  en el que el martes se inició el debate sobre el criticado proyecto de ley que impone nuevas medidas de rigor que reducirán brutalmente el nivel de vida de muchos griegos.

Sin embargo, durante las protestas hubo enfrentamientos.   Los policías  utilizaron gases lacrimógenos y cargas para dispersar a los manifestantes violentos, que lanzaron piedras y bombas incendiarias a los agentes desplegados ante las escalinatas del Parlamento griego. 

Decenas de personas lograron superar el cordón de seguridad y prender fuego a una de las garitas policiales situadas a la entrada del Parlamento, antes de huir.  Según fuentes hospitalarias, dos manifestantes heridos leves y un policía recibieron  atención médica, y se ha  desplegado un gran número de ambulancias para atender a posibles heridos.

Las más grandes manifestaciones concentraron a unas 70.000 personas en mayo de 2010 en Atenas convocadas por los sindicatos, o en mayo de 2011 al llamado del movimiento de los “indignados”, según datos de la Policía.

El proyecto de ley prevé en especial la reducción del número de asalariados de la función pública, aumentos de impuestos, así como el congelamiento de las convenciones colectivas, abriendo la vía a la generalización de las bajas salariales en las empresas privadas.

En el cortejo, la pancarta de los huelguistas de la construcción pidieron  que el Gobierno caiga ahora mientras otra, en un edificio del Ministerio de Salud, decía “tomen el memorándum y váyanse”, en referencia al acuerdo firmado en mayo de 2010 por el gobierno socialista, que subordina el mantenimiento de la ayuda financiera de la Unión Europea (UE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) a los esfuerzos de austeridad y de saneamiento de la economía del país.

Esta quinta huelga general desde el inicio de la crisis -la segunda de 48 horas desde fines de junio- ocurre cuando el país ya está perturbado por una serie de paros laborales por categorías, como el de los recolectores de basura, que deja las calles de Atenas llenas de toneladas de desperdicios desde hace más de 10 días. Ayer, transportes, escuelas, museos y   el sector público paralizaron y, asunto raro en Grecia, muchos almacenes, bancos o quioscos cerraron también, respondiendo al llamado a hacer huelga y manifestar.

Las  medidas  del Gobierno buscan satisfacer las exigencias de los acreedores del país, que hacen de ello una condición para entregar un nuevo tramo de la ayuda internacional ($ 12 mil millones) indispensable para evitar que quiebre Grecia.

“Es la primera manifestación en la que participo desde mayo de 2010”,  dijo Nikos Stefanatos, 46 años, ingeniero en un organismo público. “Antes  ganaba 2.800 euros por mes, ahora gano 1.500. Esta política insensata es desastrosa para Grecia”, reclamó.

Alexandra Yennadou, 58 años, que trabaja en una empresa familiar de fabricación de muebles de cocina, traduce con sus palabras la doble crisis que pesa sobre su país -deuda y recesión-: “Europa debe comprender que no se puede en tan poco tiempo aplicar todas las medidas.

Es la primera vez que voy a manifestaciones, es necesario comprender que hay poco dinero en el mercado, ya nadie compra nada”, dijo.

Mientras tanto, la Eurozona se jugará todas sus cartas este domingo en la cumbre europea, en la que presentará una batería de medidas para poner remedio a la crisis de la deuda y evitar la recesión mundial, priorizando el blindaje de su sistema financiero ante una eventual quiebra de Grecia.

Los líderes europeos de la Eurozona intentarán ponerse de acuerdo sobre la recapitalización de los bancos, la dotación de más capital al fondo de rescate europeo y el alcance de un eventual default de Grecia.

La cumbre estará precedida de la reunión de los 17 ministros de Finanzas de la Eurozona mañana  y de los 27 de la UE el sábado. La idea es llegar con una respuesta contundente a la Cumbre de los países industrializados y emergentes del G20 el 3 y 4 de noviembre.