El sindicalismo opositor argentino lo hizo de nuevo. Por quinta vez y a solo 4 meses de las elecciones presidenciales de octubre, paralizó el país austral en una huelga general de 24 horas contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Sin ómnibus de pasajeros, metro ni trenes, los argentinos que no se plegaron al paro se vieron imposibilitados de viajar en el transporte público hacia sus trabajos.

Tampoco hubo aviones, ómnibus de larga distancia, recolección de residuos, expendio de combustible y actividad portuaria.

Al paro se adhirieron también camioneros, empleados judiciales y gastronómicos, aunque varios comercios abrieron sus puertas. También lo hicieron los bancos, que no se plegaron a la medida.  

Los sindicatos reclaman la eliminación del impuesto a las ganancias y un aumento salarial por encima del 27% anual. (I)