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6.785 miembros de las fuerzas de seguridad murieron en 2016

Los afganos viven duelo tras brutal ataque talibán

Familias afganas entierran a las víctimas de un ataque talibán en Wazir Akbar Khan, en Kabul.
Familias afganas entierran a las víctimas de un ataque talibán en Wazir Akbar Khan, en Kabul.
Foto: AFP
24 de abril de 2017 - 00:00 - Agencias AFP

Mazar-i-Sharif, Afganistán.-

Las familias enlutadas enterraban ayer a las víctimas del ataque talibán a una base militar situada cerca de la ciudad de Mazar-e Sarif, al norte de Afganistán, que dejó 130 muertos, mientras se alzan voces pidiendo sanciones por negligencia.

El balance sigue sin ser definitivo dos días después de la matanza del viernes pasado. La prensa afgana adelanta más de 130 muertos y unas decenas de heridos graves, pero sin datos oficiales concretos.  

El Gobierno, que no comunicó un balance definitivo, decretó un día de luto nacional: “Homenaje a los honorables y valientes soldados musulmanes del Ejército muertos durante el rezo del viernes”, anunció ayer la oficina del presidente afgano, Ashraf Gani, en un mensaje en su cuenta oficial de Twitter.

Gani remarcó, según un comunicado, que “cada soldado es un héroe” al tener la “opción” de servir al país “por un mejor futuro” y recordó que ayer visitó la provincia de Balkh.

El ministro de Defensa mantiene que fueron “más de cien muertos y heridos” lo que dejó el ataque de diez hombres en uniforme, que duró más de cinco horas, contra los soldados de la base reunidos en la mezquita o el refectorio, desarmados.

Los atacantes arribaron a bordo de camiones militares con fusiles y chalecos explosivos.

El recuento de las víctimas, en su mayoría jóvenes reclutas llegados de las provincias del noreste, va de 135 a 140 e incluso 160, según la prensa que cita a fuentes militares en el interior de la base del cuerpo del ejército 209, a 15 km de Mazar-e-Sharif.

El sábado por la mañana un comandante de la base, que pidió el anonimato, anunció “al menos 140 muertos”.

Los talibanes, por su parte, reivindican “500 muertos”, pero generalmente exageran los resultados de sus ataques.

Esta confusión y la incapacidad de los responsables y servicios de inteligencia para proteger a sus fuerzas armadas en el seno de una base militar causan indignación.

Denuncian negligencia

En las redes sociales, vector que utiliza la sociedad civil afgana para hacerse escuchar, el dolor se mezcla con la ira, y se reclaman cuentas. “¿Quién va a dimitir luego del desastre de Mazar? ¿El ministro de Defensa, el viceministro o algún subalterno?” pregunta en Twitter “Badloon”, un analista político que participa en movimientos de la juventud.

“La mejor manera de honrar (a los muertos) es castigando a los que fallaron o cooperaron con el enemigo: algunos responsables deben partir”, insistió otro usuario de Twitter.

Muchos piden la dimisión del ministro de Defensa, Abdulá Habibi, y la del comandante del 209º cuerpo del ejército por “negligencia”: “No necesitamos un luto nacional”, “¿qué hace el Gobierno para impedir estas atrocidades?”.

Según Atiqulá Amarjail, analista contactado por AFP, el desastre de Mazar es antes que nada “un fiasco total de los servicios de inteligencia que se repite. Estamos frente a una guerrilla con combatientes que atacan con pequeños grupos y causan enormes daños. Deberíamos aprender a combatir esas tácticas”.

El mes pasado el hospital militar más grande del país, en el centro de Kabul, fue objeto de un ataque coordinado de más de una decena de combatientes que duró más de seis horas con, al igual que en Mazar, acusaciones sobre complicidades dentro del establecimiento.

El balance de este ataque fue establecido en unos cincuenta muertos, pero los sobrevivientes y fuentes de seguridad adelantan más del doble de víctimas.

El Parlamento intentó hacer caer a los ministros de Interior y de Defensa, así como al jefe de los servicios de inteligencia. Pero siguen en sus cargos.

Según el presidente afgano, los insurgentes realizan este tipo de ataques contra “civiles, mezquitas, académicos, mujeres, jóvenes y niños” porque las fuerzas de seguridad han infligido “un número de bajas sin precedentes a los enemigos” en el campo de batalla.

Gani, que reconoció que Afganistán atraviesa “una etapa crítica”, dijo que lo que está sucediendo no es una guerra “interna”, sino que se lleva a cabo una “campaña internacional” perpetrada por grupos terroristas para “desestabilizar” el país.

“Los grupos minoritarios no pueden cambiar nuestro objetivo”, añadió, al tiempo que pidió a los talibanes que opten por el diálogo y no las armas.

“El Afganistán de hoy no es el de ayer, si realmente aceptáis el reto, venid a discutir y negociar con la gente, no a matarla”, pidió a los talibanes el mandatario afgano.

Según datos revelados por Estados Unidos, entre enero y noviembre del año pasado murieron al menos 6.785 miembros de las fuerzas de seguridad afganas, que constan de 352.000 efectivos e incluyen al Ejército y la Policía, mientras que 11.777 resultaron heridos. (I)

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