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El izquierdista Frente Amplio es la segunda tienda política en el Congreso

Keiko Fujimori capitalizó a su favor los errores de Ollanta Humala

Keiko Fujimori capitalizó a su favor los errores de Ollanta Humala
Foto: AFP
12 de abril de 2016 - 00:00 - Víctor Vimos, corresponsal en Lima

Perú decidió. Escrutados más del 80% de los votos, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) ratificó que, quien ocupe la presidencia del país, para el periodo 2016-2021, será el ganador de la segunda vuelta electoral en la que se enfrentarán Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski (PPK).    

Fujimori, a la cabeza del partido político Fuerza Popular, desvirtuó con esta victoria las acusaciones que la tildan como una mujer “que no trabaja”. El 39,55% de los votos obtenidos demuestran que, en estos últimos 5 años, la hija de uno de los presidentes más corruptos de este país, logró construir una base de apoyo sólida en la costa, sierra y selva, capaz de llevarla a ocupar la presidencia en la elección final, el 5 de junio. En la jornada del domingo, su victoria se dibujó en quince de los veinticuatro departamentos que componen el país.

Lima, Loreto, Piura, Tumbes, La Libertad, Amazonas, Madre de Dios, etc., son algunos de los bastiones en los que el fujimorismo ha crecido en este último lustro.

Un trabajo desplegado desde las bases, con visitas mensuales sostenidas, llevó a Keiko Fujimori a convertirse en la imagen de representación más aceptada en estas elecciones. Desde el inicio de la campaña, en enero pasado, un sólido tercio del país (30% de respaldo en promedio) la ubicó como la opción a vencer. Ni siquiera el malestar de una parte del electorado, que se movilizó en marchas masivas en contra del fujimorismo, pudo disminuir la  victoria de Fuerza Popular. El mapa electoral de Perú se pinta de naranja, el color del partido de Keiko.    

Hace unas semanas, el filósofo Zenón Depaz señaló que el voto del fujimorismo no es, para nada, un voto desmemoriado. Es, por el contrario, un voto que conoce claramente los delitos cometidos por Alberto Fujimori, en la presidencia desde 1990 al 2000, pero que los justifica en nombre del bienestar. La disminución de la  violencia, los servicios básicos en los asentamientos humanos, la educación, las vías de comunicación, y una economía que dejó atrás la crisis de la década del 80, son algunos terrenos de trabajo del fujimorismo que Keiko supo capitalizar a su favor.

Fue hábil además, en llenar políticamente el espacio dejado por Ollanta Humala, actual presidente del país, en las regiones de la selva. El voto que hace 5 años fue para el candidato nacionalista, ahora, de acuerdo a los consolidados nacionales, parece haber migrado hacia Keiko.

Esa habilidad política permite leer su comportamiento en campaña, moderado y respetuoso, con sus detractores, como una condición necesaria para “ablandar” el fujimorismo; la tienda política que ha tenido alcaldes, gobernadores y congresistas sentenciados por delitos de corrupción, narcotráfico, enriquecimiento ilícito, entre otros, obligó a Keiko a una labor de “renovación” de sus cuadros, relegando a dirigentes históricos, muy cercanos a Alberto Fujimori, y mostrando una faz joven y abierta al diálogo y la tolerancia.

Su plan de gobierno, basado en ejes como el incentivo tributario a las mypes, procesos de formalización de pequeña industria, un manejo estricto de la recolección tributaria, afronta cuestionamientos que la ligan con la demagogia y que, en uno de sus extremos, son permeados por preguntas que la persiguen como fantasmas: ¿en caso de ganar la presidencia, indultará a su padre?; ¿cuál fue su verdadera relación con Vladimiro Montesinos?, señales de que por delante, con miras a la segunda vuelta, tiene aún mucho terreno por batallar.

Del otro lado, la presencia de  PPK, quien ha obtenido 22,11% del respaldo popular, parece aliviar las tensiones en un panorama electoral que, hace cinco años, cuando Humala ganó la presidencia ante Keiko, se mostraba polarizado hasta el extremo. Kuczynski, identificado con la derecha más moderada, aliado a procesos extractivos de gran escala y partidario de un Estado abierto por todos los costados a la inversión extranjera, no ha ganado más que en uno de los veinticuatro departamentos del país, Arequipa, sin embargo, el consolidado a nivel nacional, en el que aparece segundo en votación, le asegura un paso a la segunda vuelta.  

Hasta la elección pasada, en la que Lima era prácticamente su bastión electoral, PPK era visto como la opción alternativa al regreso del fujimorismo, o a la toma del poder por parte de la izquierda. Hoy, esa visión, si bien parece fortalecida en las capas de clase media, también suma una fuerte resistencia en el sur del país, donde se ubican departamentos como Cusco, Ayacucho y Apurímac, dueños de yacimientos mineros y poseedores de agudos conflictos comunitarios por la extracción del mineral. Su candidatura evitará que en esta segunda vuelta los discursos políticos se polaricen entre modelos de izquierda y derecha y, al marchar del mismo lado, permitan fluir ideas, debates que muestren un modelo de país renovado, algo que en el elector tendrá, sin duda, un efecto directo.    

Pero, a pesar de que estos dos candidatos disputan la presidencia, una victoria notable es la obtenida por la cusqueña Verónika Mendoza, cuyo partido político, Frente Amplio, pasa a ocupar un espacio de poder que la izquierda no tenía en Perú desde hace treinta años.

Tercera en los resultados emitidos por la ONPE, Mendoza obtuvo un 18,27% del total de votos escrutados hasta la tarde de ayer. Siete departamentos, entre los que cuentan Puno, Ayacucho, Apurímac, Cusco, son ahora su bastión político. Los votos depositados aquí parecen obedecer a la realidad polarizada del país, en la que Lima ocupa gran parte del interés nacional, mientras las poblaciones surandinas son relegadas en sus necesidades.

Mendoza aparece como una líder en formación que, a sus 35 años, fue capaz de remontar la fragmentación de la izquierda nacional y capitalizar el voto de rechazo al fujimorismo, mostrándose además férrea en su propuesta de campaña que incluía el cambio de la Constitución y una revisión del modelo extractivista del país, algo que causa alarma entre los votantes más conservadores.

Analistas han llamado a este panorama el “giro a la derecha” de Perú. Razones no faltan. La aplastante victoria del fujimorismo le ha valido unos 60 congresistas en el próximo parlamento, es decir, la mayoría absoluta que, en caso de que Fujimori gane la contienda será un semáforo en verde para todas las líneas de acción que se quieran implantar. La segunda fuerza electoral estará representada por el Frente Amplio, llamado desde ya a ser la voz crítica frente al poder. Aunque su habilidad política se pondrá a prueba pues sus 24 congresistas deberán forjar alianzas con el resto del Parlamento para funcionar realmente como una oposición. El partido de PPK sería la tercera fuerza, con unos 20 congresistas.     

La elección de ayer sirvió también como un termómetro para medir el desgaste de una clase política que fue rechazada en las urnas. Alan García y Alejandro Toledo, expresidentes, corrieron una suerte similar al no superar el 6% del voto nacional.

Ambos, a su turno, evidenciaron la necesidad de un cambio en sus partidos políticos, dejando abierta la posibilidad de una “jubilación” política de la escena nacional.  

Por delante quedan 8 semanas para que Fujimori y Kuczynski desplieguen estrategias electorales que busquen, como principal objetivo, captar los votos del Frente Amplio. Queda también la definición de postura que Mendoza, García, Barnechea, Toledo y los demás candidatos tomen, llamados todos ellos a escuchar a sus votantes, y a gran parte de la población que, a pesar de permanecer fiel a los preceptos de crecimiento económico que ambos candidatos prometen, parece todavía tener vigente la idea de que un gobierno de Kuczynski sería como uno de Fujimori, más moderado y sin tanto peso simbólico de los delitos del pasado. (I)

Unasur califica de positivo el proceso electoral

La misión de observadores de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) entregó ayer un balance del proceso de las elecciones que se celebraron el domingo al que calificó de “positivo”.    

“Hay que felicitar al pueblo peruano”, manifestó Juan Pablo Pozo, coordinador del grupo y presidente del organismo electoral en Ecuador.

Pozo destacó el apoyo de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) para la entrega de toda la información para cumplir su trabajo sin ningún tipo de condicionamiento. “Ese es el reflejo de una democracia”, dijo Pozo.

Respecto a las máquinas de voto electrónico, Horacio Serpa, coordinador general del equipo de la Unasur, minimizó los problemas registrados y más bien destacó el avance que esto significó para las elecciones 2016.

Esta misión de la Unasur entregará su informe final 15 días después de la segunda vuelta electoral, que será el próximo 5 de junio.    

El jefe de la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos ( OEA), Sergio Abreu, opinó que el proceso registrado ayer en el Perú se llevó a cabo de “manera ejemplar”.  

Otro organismo internacional presente en los comicios peruanos fue la Misión de Observadores de la Secretaría General de la Comunidad Andina y de la Unión Europea (UE). (I)

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