El escenario político en Grecia presenta una creciente inestabilidad ante la dificultad para formar un gobierno por la fragmentación del parlamento resultante de las elecciones celebradas el domingo en el país.

La Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), segunda fuerza política tras los comicios y encargada ayer de formar gobierno después del fracasado intento de los conservadores, entiende que el voto popular es un mensaje político en contra de las medidas de austeridad impuestas a Grecia por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional).

Esta postura contradice  el acuerdo cerrado por la anterior coalición gubernamental de socialistas y conservadores (Nueva Democracia y Pasok), encabezada por el tecnócrata Lukás Papadimos, que veía la segunda inyección de 130.000 millones de euros como el ancla de salvación para satisfacer los pagos de una buena parte de la deuda soberana del 170% del PIB a principios de año.

El líder de la izquierda radical griega, Alexis Tsipras, excluyó la participación de su partido  en una coalición que apoye los ajustes impuestos por la Unión Europea y el FMI a cambio de respaldo financiero.     

Teniendo en cuenta la composición del nuevo Parlamento (300 diputados), parecía imposible, entonces, que Tsipras pudiera formar un gobierno y el país podría verse obligado a organizar nuevas elecciones en junio, estiman la mayoría de los analistas. Además, dada esta inestabilidad política, los inversores temen que se interrumpa el plan de rescate internacional y que Grecia decrete una moratoria de pagos.

Las principales bolsas europeas cerraron ayer  con fuertes caídas, tras las elecciones legislativas griegas y la falta de perspectivas de formación de un gobierno estable.  Grecia, además, tuvo que aumentar los intereses a 4,69% al emitir bonos del Tesoro.