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Entrevista / Pablo Gentili / Secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso)

"El triunfo de Trump sorprendió a América Latina fragmentada"

"El triunfo de Trump sorprendió a América Latina fragmentada"
Foto: cortesía CLACSO
21 de noviembre de 2016 - 00:00 - Rafael Croda, corresponsal en Bogotá

El triunfo de Donald Trump en los comicios presidenciales en Estados Unidos fue tan inesperado como preocupante para el mundo en general, y para Latinoamérica en particular.

Frente a las naciones de la región, el futuro presidente solo ha tenido amenazas. Como candidato, Trump prometió construir un muro en la frontera con México y hacer pagar a ese país por su construcción.

Sobre Cuba, dijo que cancelará el proceso de apertura que inició el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y de Venezuela señaló que sus ciudadanos han sido “heridos terriblemente por los socialistas” y que él, como mandatario, se solidarizará con los “oprimidos” de ese país.

Además, sostuvo que expulsará de Estados Unidos a unos 11 millones de indocumentados, la mayoría mexicanos y latinoamericanos, lo que impactaría los ingresos de varios países del área.

En México, el peso de las remesas que envían desde Estados Unidos sus familiares trabajadores representan el 2,17% del PIB. En Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala ese porcentaje fluctúa entre el 9% y el 18%.   

Para Ecuador, Colombia, Perú, Costa Rica y Panamá las remesas familiares significan más del 2% del PIB. Y países sudamericanos que están en recesión, como Brasil, Argentina y Venezuela han visto aumentar en los dos últimos años su dependencia de esos envíos, que provienen en forma mayoritaria de Estados Unidos.

De las implicaciones que puede tener para la región la llegada de Trump a la Casa Blanca, habla con EL TELÉGRAFO el secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), Pablo Gentili.

¿Qué puede esperar de Donald Trump América Latina?

La llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos no es una buena noticia para prácticamente nadie. Representa lo peor de la política, o de la antipolítica, de ese país, y en ese sentido sus expresiones racistas, discriminatorias, humillantes hacia ciertos sectores de la población en general, y hacia los latinoamericanos y los mexicanos en particular, son un anticipo bastante deplorable de lo que va a ser la visión con la cual Trump va a relacionarse con América Latina y con el mundo, especialmente con el mundo más pobre.

¿Es inevitable que empeoren las relaciones de Estados Unidos con la región?

La relación de Estados Unidos con América Latina desde hace tiempo no es de las mejores. Barack Obama la asumió con una perspectiva de resolver algunos temas pendientes extremadamente graves y no los resolvió. Por lo menos, no plenamente. Deportó a muchísimos inmigrantes indocumentados, y aunque comenzó a mejorar las relaciones con Cuba, no llegó a concretarse gran parte de sus promesas. Ni siquiera cerró la base militar en Guantánamo y no hubo un avance sustantivo en el levantamiento de algunas restricciones del bloqueo.

¿Con Hillary Clinton nos hubiera ido mejor que como se anticipa la relación con Trump?

El hecho de que Trump se haya expresado de forma tan antimexicana y tan antilatinoamericana durante la campaña hizo que declaraciones muy tibias de Hillary Clinton con respecto a América Latina parecieran un verdadero salvavidas ante esta catastrófica perspectiva que se abre con Trump. La relación de la región con Estados Unidos ha sido históricamente mala y no hemos tenido condiciones, salvo escasísimas veces, de poder establecer una relación de diálogo e intercambio fecundo, no solo comercial, sino cultural y político, en beneficio de las dos partes. Esto no iba a ocurrir con Hillary Clinton en la Presidencia, pero con Trump, evidentemente, esta expectativa se diluye todavía más.

Trump no tiene un programa de gobierno claro y definido. Su campaña se caracterizó por sus ocurrencias, por un conjunto de ideas sueltas, algunas de ellas amenazantes. ¿Cree que tendrá posibilidades de cumplir sus peores amenazas?

Es muy difícil de anticipar porque Trump carece de principios democráticos. Es un ultraconservador, racista, sexista y reacciona hormonalmente. Por lo tanto, lo que puede hacer casi siempre se encuadra en estas categorías. Por otro lado, es un ególatra cuya referencia es siempre él mismo, y es un antisistémico de derecha, lo que hace más complicado prever lo que puede hacer.

Pero como presidente va a tener que dar respuestas a algunas de sus propuestas radicales, por ejemplo, la deportación masiva de indocumentados, la construcción de un muro en la frontera con México y la reversión de proceso de apertura con Cuba…

Sí. Trump, como buen hombre de negocios, sabe que se debe a sus clientes, o en este caso a sus electores, que son en definitiva los que compran lo que él vende. Y él tiene un alto índice de electores muy antiinmigrantes, que quieren un muro en la frontera y que rechazan la tímida y muy incipiente política de acercamiento que ha tenido Obama con Cuba. Como es un hombre de efectos, Trump va a tratar de tomar medidas efectivas. Y ninguna de estas medidas parece encuadrar en el mejoramiento de las relaciones con América Latina. Al contrario.

¿Venezuela puede esperar mayores presiones de las que ha hecho Obama?

Venezuela apuesta a la ventaja relativa que le da el hecho de que existe la sensación de que las relaciones con Estados Unidos no pueden ser peores, ni siquiera con Trump. Y la oposición (venezolana, que está confrontada con el gobierno de Nicolás Maduro) no mostró un apoyo hacia Trump ni lo tomó como un salvavidas, como sí lo hizo con Hillary Clinton.

Rusia tiene buenas relaciones en América Latina y tiene una asociación estratégica con países como Venezuela. Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, tendrán, al parecer, una buena relación. ¿En ese sentido, Rusia podría jugar un papel de medicación entre Trump y la región?

Buena parte de esta idea de que Trump se va a poner de acuerdo con Putin deriva del hecho de que ciertos sectores de la prensa de Estados Unidos, tratando de denostar a Trump y de ayudar a Hillary Clinton, lo compararon sistemáticamente con Putin y dijeron que son la misma cosa, que los dos son autoritarios. Esto instaló una especie de verdad que todavía necesita ser demostrada. Y la política no funciona en forma tan epistemofílica. Eso fue una construcción mediática.

¿Ante la llegada de Trump a la Casa Blanca no sería necesario que América Latina articule una política común frente a Estados Unidos, al menos en algunos puntos en que todos los países de la región puedan estar de acuerdo?

Si América Latina fuera una región guiada por el racionalismo político-democrático y por una perspectiva que supere el cortoplacismo y que tenga como visión metas y objetivos comunes de largo plazo, eso es lo que debería ocurrir. Pero no va a ocurrir. O por lo menos no hay ningún indicio de que esto vaya a ocurrir.

¿Por qué? ¿Por el debilitamiento regional por la crisis económica, por la situación en Venezuela, por la crisis institucional en Brasil, por la fragilidad del Gobierno mexicano...?

Porque en América Latina han ocurrido cambios muy profundos en los últimos meses, que dificultan enormemente que esto ocurra. Por un lado, el golpe que destituyó a Dilma Rousseff, que pone a Brasil en una situación muy compleja dentro de la región, muy a la defensiva por parte del gobierno de Temer, y sin una política exterior de articulación con América Latina, sino por el contrario, de desarticulación. Tenemos un México que ha vivido de espaldas al resto de América Latina y que no ha tratado de hacer otra cosa que encontrar su salida y perspectivas de desarrollo en alianza con Estados Unidos…

Incluso el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, invitó y recibió a Trump como candidato, a pesar de todos los insultos del candidato republicano a los mexicanos y latinoamericanos…

Sí, pero lo único que se le podría reconocer al presidente Peña Nieto después de esa desastrosa invitación es que por lo menos fue el único que se anticipó a pensar que Trump podría realmente ser presidente de Estados Unidos. No sé si para algo le servirá esa visita, y si fue para bien o para mal.

¿De plano descarta a una América Latina unificada frente a Trump?

Este triunfo sorprendió a América Latina fragmentada, desarticulada, y lo cierto es que los presidentes se han manifestado muy cordiales con Trump, han reconocido su victoria y se han comunicado con él, pero ninguno ha dado señales de que, frente a esto, hay que unificarse más, ni el presidente (Juan Manuel) Santos, ni (Mauricio) Macri, ni (Michelle) Bachelet, ni Evo Morales, ni Rafael Correa ni el gobierno bolivariano de Venezuela.

¿O sea que la perspectiva es que cada país actúe por su cuenta frente a Trump?

Es de esperar que todo lo que ocurra en los próximos meses en Estados Unidos con Trump como presidente se viva en cada país de Latinoamérica con una lógica muy particular y muy fragmentada del resto de la región. América Latina ha perdido una política de integración regional y sus organismos regionales no tienen hoy fortaleza para liderar lo que debería ser hoy fundamental, que es convocar a una reunión, a un acuerdo, a unos consensos básicos, más allá de las diferencias políticas, para posicionarse frente a este hecho desastroso para la política internacional: la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. (I)

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