Las paradojas de la política española parecen no tener fin. Si el lunes, el líder socialista Pedro Sánchez mostraba todos los síntomas de tener los días contados al frente del PSOE, el fracaso del proceso independentista en Cataluña bajo el liderazgo de Artur Mas ha rehabilitado su defensa de negociar un acuerdo de gobierno con Podemos y otras fuerzas de izquierda, incluso extenderlo al emergente Ciudadanos. La capitulación casi definitiva de Mas y su anuncio de que si no se produce un milagroso acuerdo con la CUP antes del domingo “el próximo lunes convocaré a elecciones autonómicas” ha provocado un auténtico terremoto entre los máximos dirigentes socialistas que han visto cómo en 24 horas desaparecía el principal argumento que obstaculizaba el inicio de conversaciones con la formación de Pablo Iglesias para desbancar al PP del Gobierno de España.

La maniobra preparada por los rivales de Sánchez en la ejecutiva del PSOE era derrocarle como secretario general aprovechando su debilidad interna y su vacilante postura sobre el desafío soberanista catalán en los primeros contactos mantenidos con Podemos, partidario de organizar un referéndum que determine el deseo de la ciudadanía de permanecer o no dentro de España. La jugada consistía en convocar para marzo al máximo órgano del partido, el Congreso ordinario, sin bloquear la constitución de un nuevo gobierno derechista liderado por Mariano Rajoy, en aras de la “unidad territorial”. Pero sería un gobierno efímero y bajo control, según el plan diseñado. Solo hubiera tenido validez hasta que las aguas volvieran a su cauce, es decir, dos años. Mientras tanto, la principal rival de Pedro Sánchez y candidata a sustituirle al frente del PSOE, la andaluza Susana Díaz, tenía las manos libres para convertirse en la lideresa del partido y ser nominada candidata a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones. Díaz es actualmente la presidenta territorial de Andalucía y pese a no ser diputada ha afilado su perfil de política severa e intransigente que le ha valido el calificativo de ‘Sultana’, en referencia a los monarcas que gobernaron algunas naciones árabes con un poder absoluto.

Sin embargo, el giro copernicano que se ha producido en Cataluña ha caído como un jarro de agua fría sobre las poderosas federaciones socialistas fieles a la presidenta andaluza como Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias, Valencia y Aragón, partidarias de sustituir a Sánchez cuanto antes. El problema ha sido que esperaban que la CUP cediera ante el influjo independentista del neoliberal Artur Mas, algo que no ha ocurrido ni parece que vaya a suceder en los próximos días. Ayer, algunos de estos dirigentes del PSOE comenzaron a emitir señales de rectificación y volvieron a mostrarse abiertos a una probable negociación con la formación de Pablo Iglesias. De hecho, el acercamiento entre ambos partidos podría estar produciéndose ya aunque el negociador socialista, Antonio Hernando, ha negado que haya contactos serios. Sí reconocía que, “a pesar de los problemas reglamentarios, no se ha tomado ninguna decisión” sobre la posibilidad de aceptar una de las principales demandas de Podemos, la de contar con 4 grupos parlamentarios en lugar de uno, algo inédito en el Parlamento.

También desde el emergente partido de izquierdas se ha intentado modular los mensajes destinados al PSOE al remarcar que “hay cuestiones más importantes para impedir que el PP gobierne y solo admiten la cordialidad de las primeras conversaciones, encabezadas por la número tres del partido, Carolina Bescansa. Mañana volverán a reunirse ambas formaciones. Los principios de Podemos para comenzar a negociar son, además de la lucha contra la corrupción y la desigualdad, una batería de medidas de emergencia social, la derogación de “las peores leyes del PP como la reforma laboral y la ley mordaza”, y la reforma del sistema electoral. Mientras tanto, el PP de Mariano Rajoy guarda un sepulcral silencio. (I)

Datos

La figura de Artur Mas, presidente regional desde 2010 y convertido al independentismo dos años después, es el principal obstáculo para que los independentistas pudieran formar gobierno tras obtener la mayoría absoluta del parlamento regional en las elecciones del 27 de septiembre.    

El dirigente de Junts pel Sí, que en todo momento ha culpado a la CUP de la actual situación de bloqueo en Cataluña, advirtió que el ‘no’ de la CUP “no hace posible elegir presidente y por tanto no se puede empezar la legislatura”.    

El presidente catalán, que se aferraba al poder regional, señaló ayer que si no hay acuerdo antes del lunes, firmará el decreto de elecciones anticipadas en Cataluña. Según prevé la ley, las elecciones se celebrarán el domingo 6 de marzo, 54 días después de la firma del decreto.