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Las clases están virtualmente paralizadas y los empleados estatales realizan movilizaciones periódicas

El bastión kirchnerista de Santa Cruz es foco de la disputa política

Servidores públicos se manifiestan frente a la residencia de la gobernadora de la provincia de Santa Cruz, Alicia Kirchner, en Río Gallegos.
Servidores públicos se manifiestan frente a la residencia de la gobernadora de la provincia de Santa Cruz, Alicia Kirchner, en Río Gallegos.
Foto: AFP
27 de abril de 2017 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Buenos Aires

La provincia patagónica de Santa Cruz, cuna del expresidente Néstor Kirchner, se colocó en el centro de la política argentina, por varios motivos: el principal, porque atraviesa una grave situación financiera, pero también porque la crisis en el estratégico distrito kirchnerista es el mejor regalo para el gobierno de Mauricio Macri en un año electoral.

Pero... ¿qué está pasando en la lejana Santa Cruz? La respuesta es un confuso laberinto con calles sin salida que aluden a corrupción y ahogo financiero nacional, protestas sindicales y sociales, ataques a la residencia oficial, represión y peleas entre el presidente y la gobernadora Alicia Kirchner, hermana del fallecido exmandatario y cuñada de Cristina Fernández de Kirchner.

Las imágenes son contundentes: las clases están virtualmente paralizadas y los empleados estatales realizan movilizaciones periódicas en reclamo del pago de sus salarios con paros generales.

Una de las protestas terminó en violencia cuando se lanzaron piedras y hasta excremento contra la residencia de Alicia Kirchner.

En ese momento en la vivienda había cinco mujeres solas, entre ellas la gobernadora, Cristina y su pequeña nieta, de 18 meses, denunció la expresidenta. La oposición denunció una brutal represión.

Alberto Fernández, exjefe de gabinete de Kirchner pero un férreo opositor al gobierno de Cristina Fernández y hoy dirigente del Frente Renovador, resumió: “Evidentemente ha habido un problema de administración. Negar eso es una zoncera. Pero decir que la culpa la tiene Alicia es una enormidad”.

Para Fernández, la provincia depende del petróleo, de la minería y del Estado. “Tiene una gran cantidad de empleados públicos porque las alternativas de trabajo privado son mínimas. Ahora, en un momento que la producción de petróleo ha caído a una cuarta parte de lo que era, la crisis se ha agravado. La cuenca petrolera producía alrededor de 30.000 metros cúbicos diarios y hoy produce 8.000. Los ingresos han caído en picada”.

El Gobierno nacional no entrega recursos a Santa Cruz

El diputado kirchnerista Edgardo Depetri dijo que no solo cae la producción de manera artificial. “Están importando petróleo a $ 40 y lo venden a $ 63 en el mercado interno o se lo exporta. Paras la producción y caen los puestos de trabajo. Y no le ingresan recursos a Santa Cruz. Que haya descontento porque (los empleados públicos) no cobran es real”.

“Hay un intento de mostrar la cabeza de Alicia Kirchner, que caiga y mostrarla como un trofeo electoral de (alianza oficialista) Cambiemos. Está claro que Macri quiere la cabeza de Alicia Kirchner y que desfinancia Santa Cruz. Lo hemos demostrado en el tema petrolero, del carbón (con la paralización del Yacimiento de Río Turbio, ndr), de las empresas energéticas. Le han sacado el reintegro en los puertos patagónicos. ¿Cómo haces entonces para fomentar la actividad productiva?”, se quejó Depetri.

Pero Macri tiene una visión diametralmente opuesta para una provincia que es gobernada por el kirchnerismo o sus ‘socios’ hace 26 años, incluso con dos períodos de Néstor Kirchner como gobernador.

Alicia Kirchner, paradójicamente, se queja de la ‘herencia’ recibida de su predecesor Daniel Peralta, disidente que se enfrentó al kirchnerismo en 2011 y ganó las elecciones.

El Gobierno nacional afirma que el kirchnerismo ha basado su poder en hechos de corrupción con la obra pública (el principal beneficiado,  Lázaro Báez, está en prisión y la causa golpea a la propia Cristina) y que ha engordado hasta explotar la planta estatal con fines políticos. “Hay que alejar la idea del Estado como aguantadero de la política”, afirmó Macri.

Su jefe de gabinete, Marcos Peña, dijo que los gobernantes (santacruceños) no se hacen cargo y tratan de victimizarse. Para él, la crisis se produjo por un cúmulo de malas gestiones. Casi han duplicado la cantidad de empleados públicos. “Tienen un régimen jubilatorio muy particular, donde se jubilaban casi a los 55 años, en síntesis, han tenido irresponsabilidad fiscal”. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, le pidió a su vez a la provincia “un plan serio para ayudarla”.

Alicia Kirchner le respondió: “¿Cuál es el plan serio? ¿Echar gente? No lo voy a hacer. La provincia lo que necesita es que las represas estén funcionando y, además, volver a recibir los reembolsos (las exportaciones por puertos patagónicos)”. (I)

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Macri vuelve a ver a su amigo Trump

Hace mucho que no se ven, aunque intercambiaron palabras de cortesía en una conversación telefónica en enero pasado. Como antiguos compañeros de juerga en el glamour de Manhattan de la década del 80, cuando ambos eran jóvenes, empresarios y supermillonarios, recordarán viejos tiempos. Pero en su encuentro protocolar de hoy, en la Casa Blanca, obviarán sus  salidas nocturnas y se enfocarán en tres temas candentes: Venezuela, los conflictos comerciales y las inversiones petroleras.

Donald Trump y Mauricio Macri se conocen bien. Y hace mucho tiempo. Incluso Trump, cuando nadie imaginaba que llegaría a ser presidente de Estados Unidos, visitó la quinta Los Abrojos, la residencia de fin de semana de Macri en la zona oeste de la periferia de Buenos Aires. Pero, cuentan allegados al mandatario argentino, las cosas no terminaron bien entre ellos. Quisieron llevar adelante un megamillonario negocio inmobiliario en Nueva York, pero todo terminó mal.

Macri no está solo. Lo acompañan algunos ministros. Este martes estuvieron en Houston, donde visitaron una planta de la empresa Dow y las instalaciones de Tenaris y luego almorzaron con empresarios petroleros en búsqueda de inversiones. Hoy Macri y su comitiva, que incluye a su esposa, la primera dama Juliana Awada, visitarán la Casa Blanca. Allí en el Salón Oval volverá a verse con Trump, “un chiflado” que -a su juicio- gobierna EE.UU., pero al que necesita como el agua. (I)

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