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Joven es baleado luego de salir del velatorio de su amigo asesinado

Joven es baleado luego de salir del velatorio de su amigo asesinado
28 de marzo de 2012 - 00:00

Sorprendido por la muerte de su amigo Carlos Cortez Jaramillo, asesinado por su padre Adrián Cortez, conocido como ‘Chugú’, se encontraba Jefferson Luis Guerrero Godoy, de 21 años, cuando acudió al velatorio en la cooperativa Independencia 2, sector Nigeria, en la Isla Trinitaria, al sur de Guayaquil.

“Pidió vestirlo para luego ponerlo en la caja, lloró mucho mientras lo hacía. Eran buenos amigos. Luego se fue a su casa y al rato se escucharon disparos, lo mataron”, dijo Jacqueline Corozo, esposa del joven victimado por su progenitor.

Jefferson Guerrero salió del velatorio porque supuestamente su hermano lo buscaba. Cuando caminaba con dirección a su domicilio, un hombre que iba en una tricimoto se le acercó y le propinó 5 tiros.

El hombre quedó tendido en la calzada, bajo una fuerte lluvia que caía a esa hora, hasta que llegó el personal de Criminalística para realizar el levantamiento del cadáver.

“Nadie sabe nada, nunca ven nada. Ahora no podemos retirarlo de la morgue de la Policía porque no tenemos dinero para comprar la caja y mucho menos para sepultarlo”, sostuvo su hermano Luis Guerrero, al tiempo que contenía las ganas de llorar.

En horas de la mañana de ayer caminaron por el sector con una sábana pidiendo colaboración puerta a puerta, pero solo lograron recaudar 10 dólares. “La gente no nos apoyó. Lo confundieron porque él aún era pelado y se reía con todos”, agregó el consanguíneo, quien afirmó que la muerte de su hermano, que llegó hace pocos meses de Esmeraldas, no tiene nada que ver con el asesinato de Cortez.

La víctima, quien trabajaba con palmeras africanas, deja una hija no reconocida en la orfandad, ya que según Luis, su hermano era aún un ‘picaflor’ y salía con varias féminas.

Sentado junto al ataúd de su amigo Carlos Cortez estaba Cristhian Landázuri, quien  escuchaba y coreaba con su celular en mano una de las canciones que solían disfrutar juntos: ‘Que vayas con Dios...’ de un artista conocido como Big Boy.

Sentía que cada una de las frases que la componen identificaba la relación que tenía con su ‘pana’ y la vida que éste decidió llevar. “Yo lo vi crecer / me crié junto a él / su madre lo apuntó en la escuela donde quiso su futuro escoger / .... él decidió de la droga vivir / y la muerte él pudo conseguir../ Que vayas con Dios amigo del alma”, cantaba el  amigo.

Jacqueline Corozo, esposa de la víctima, estaba sentada a poca distancia. Comentó que al día siguiente de la muerte (lunes) lograron recaudar en el barrio 130 dólares para dar un abono y adquirir el féretro. Falta pagar $ 190 y no saben cómo reunirlos. Además, aún no tienen dónde enterrarlo.

“El papá ha llamado al celular de su hermano, dice que está arrepentido y cuelga. La conciencia le ha de pesar”, expresó Corozo, quien se quedó sola con cuatro niñas.

En el velatorio también estaba Merlinda Mina, ex esposa del acusado, quien al igual que los habitantes del sector aún no puede creer que el hombre haya asesinado a su propio hijo por un cilindro de gas y un televisor, que -asegura- él nunca le robó.

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