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El Telégrafo

Chávez y el feminismo

Chávez y el feminismo
09 de marzo de 2013 - 00:00

La presencia de Hugo Chávez en el proceso de cambio que ‘detonó’ toma una nueva dimensión tras su temprano y triste deceso. En muchos sentidos, su legado está por ser descubierto, visibilizado y revalorizado.  Su ausencia coloca la tarea de recuperar los alcances de su pensamiento, de su propuesta, de su acción; de ‘leer’ su vida y aportes en condiciones ojalá ya despejadas de las distorsiones y mezquindades mediáticas y políticas que ensombrecieron su extraordinaria trayectoria.

Una de esas dimensiones apenas considerada del legado Chavista es la adopción del feminismo como medular en la construcción de una nueva sociedad. Esa suerte de ‘conversión’ personal y política al feminismo no fue repentina. Estaba ya, de algún modo, presente en sus testimonios de vida, en los que siempre destacó a las mujeres de su familia como principal referente de su vida, de su primera formación, de esos tiempos en que compartiendo esfuerzos y responsabilidades con ellas era un ‘arañero’ ocasional, pues vendió unos dulces conocidos como arañas.

Estaba también presente en su modo de relacionarse con el pueblo -desde un auténtico interés en sus condiciones concretas, ‘situadas’ de vida-, en las prioridades de política pública, directamente vinculadas con la sostenibilidad de la vida. Esta rica interacción humana y construcción política ha supuesto para las mujeres venezolanas el paso de la visibilidad al protagonismo, y llevó a Chávez, hace ya algunos años, a asumirse como feminista y a explicitar así su postura y propuestas; fue desde entonces enfático en señalar que el proyecto de cambio socialista en el siglo XXI solo avanzará si se asume integralmente como feminista.

Las expresiones de dolor que han inundado en estos días Venezuela revelan los cambios sociales y culturales que se han fraguado: no solo el afecto o el amor es proclamado como sentimiento y lazo central, sino que se observa una ‘desestabilización’ de la masculinidad convencional, machista, para dar paso a hombres que lloran y dicen ‘te amo’ a otro hombre sin reticencias.

El pensamiento Chavista está plasmado en aquello que en estos días se recuerda y se recuenta: en la Constitución, las políticas, las instituciones del Estado; en su partido el PSUV; en las entidades y políticas de la nueva integración regional; en sus discursos y alocuciones. Pero está también diseminado en diálogos formales e informales, en los intercambios y gestos que solo pueden ser recogidos desde lo testimonial, desde lo que empiezan a contar quienes compartieron sus tiempos y espacios.

Vale entonces recoger este pequeño testimonio de otra ‘arañera’, en este caso integrante de la Araña Feminista -uno de los espacios del movimiento de mujeres venezolano que ha crecido y ha encontrado inéditos cauces de acción en estos años- que, entre otras cosas, mantiene un espacio semanal en el periódico Diario del Orinoco. Dice Daniella Inojosa “La primera vez que pude hablar con Chávez fue en el jardín de Miraflores, le entregué una franela de la Araña y me dijo: yo soy un arañero, así que van a tener que hacerme un espacio en sus colectivos. 

Luego, cada vez que me veía me preguntaba por las Arañas, ¿cómo anda el feminismo Chinita? me decía siempre, y yo le contaba de la Ley Orgánica del Trabajo, de nuestras propuestas, de las jornadas de discusión. Una vez en Guárico, en medio de la campaña, me dijo: qué buena esa página de ustedes en el Correo del Orinoco, hay que ver que no se quedan calladas. A ver cuándo me publican un artículo a mí,  mira que soy un arañero. No sé ni por qué comparto esto hoy con ustedes, hoy saliendo a acompañarlo en su último recorrido por las calles de Caracas. A nuestro arañero, el hombre feminista con el que estamos comprometidas en la construcción de la patria”.

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