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El Telégrafo
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Familias viven en peligrosa ladera de cerro Las Cabras

Familias viven en peligrosa ladera de cerro Las Cabras
06 de agosto de 2011 - 00:00

Carmen Atauchi lleva consigo la historia de 50 personas en una gruesa carpeta, en la que constan cédulas de identidad de  niños y adultos.

La  mujer ha pegado  fotografías de todas las viviendas que están ubicadas cerca del abismo en el cerro Las Cabras del cantón Durán.

Ella llegó desde la región interandina hace 40 años, “porque en el campo no había trabajo”, cuenta.
Para conocer su casa hay que subir los irregulares tramos de una escalera de piedras. Su vecina, Olivia Vimos tiene seis años en el mismo sector. “He visto los pedazos del cerro irse abajo”, recuerda la señora, que en pocos meses se convertirá en madre por segunda vez.

Atauchi decidió documentar esta situación en el cerro que domina la ciudad,  para poder mostrarla  a las autoridades del Ministerio de Desarrollo Urbano  y Vivienda (Miduvi) y a la Alcaldía de Durán.

“En el Miduvi me han pedido que espere dos o tres años para ver cómo se soluciona esto y en el Municipio no me han dado respuesta”, dice. “No estamos reclamando, solo pedimos ayuda”.

La primera hija de su vecina  Olivia tiene cinco años. Cuando la niña juega en el cerro, lo hace con cautela para no caer desde la empinada elevación de tierra.

Estas casas, de cemento y madera, están construidas en una zona declarada de emergencia en marzo de este año por  el Comité de Operaciones de Emergencia de Durán.
La Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos determinó  que 200 hogares de ese sector estaban en peligro y debían ser reubicados.

Estas familias se  han colocado en  situación de riesgo, afirman,  porque no tienen dinero suficiente para acceder a una vivienda. “Mi esposo es ebanista y gana $ 260 mensuales”,  confiesa Vimos. “Sé que vivir aquí es peligroso, pero no me alcanza para comprarme una casa”.

Entre las 50 familias, cuya historia reposa en la carpeta, hay dos personas con discapacidades y  dos habitantes mayores de 65 años. Una de ellas es Rosario Mancheno, que adolece de sordera.

Las casas de Carmen y Olivia fueron construidas con cemento, pero la de Elena Avendaño, levantada sobre corroídos pilotes de caña, es un monumento al vértigo.

“Llegué a Las Cabras hace 15 años”, recuerda Elena. Sus cuatro hijos, dice,  han crecido “encerrados”, pues tiene miedo de que caigan al abismo. Ella cuenta que está allí porque su esposo  no tiene trabajo. 

Estas familias aseguran que nadie les vendió los terrenos, sino que por sus propias voluntades   decidieron quedarse, a pesar de  que están en un lugar que se desmorona.

El Miduvi informó   que hasta  lo que va del año  ya se han reubicado a 93 familias.
Asimismo, la entidad señaló que  el Municipio  tiene un plan para que esas personas dejen el lugar.

Este diario intentó contactarse con el cabildo de ese cantón,  pero no obtuvo una respuesta.
Los habitantes consultados expresaron  que no han sido censados por el Municipio u otra institución.

La vocera de comunicación de la Secretaría Nacional de Riesgos señaló que por el cambio de autoridades del ente, nadie podía pronunciarse.

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