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Ruiz Micolta: “No ir al Mundial me dejó un sabor agridulce”

Simón Ruiz Micolta, exfutbolista y seleccionado nacional.
Simón Ruiz Micolta, exfutbolista y seleccionado nacional.
Foto: John Guevara/ El Telégrafo
28 de octubre de 2018 - 00:00 - Jaime Jaramillo

El paso de los años no cambia la fisonomía del exvolante de marca y zaguero ecuatoriano, Simón Ruiz Micolta, quien a los 53 años mantiene la barba y el corte de cabello que lo caracterizó en los más de 20 años de carrera en el fútbol profesional ecuatoriano y venezolano.

Con una sonrisa, don de gente, vistiendo la camiseta del Real Madrid de España y sobre un mirador en donde confluyen los ríos Blanco y Quinindé, dialogó con Diario EL TELÉGRAFO. Recordó sus alegrías y frustraciones dentro del balompié, en los siete equipos en los que jugó y la selección nacional dirigida por el experimentado Francisco “Pacho” Maturana.

Antes de empezar el diálogo hicimos una pequeña gira por Quinindé, una ciudad caracterizada por la producción de plátano, coco, maní, maduro y albahaca, entre otros y en donde Ruiz trabaja como formador de nuevos valores futbolísticos.

Sus inicios fueron como zaguero ¿a qué se debió el cambio?

Inicié como defensa porque tenía la posibilidad, por mi estatura (1,75 metros), de jugar en esa posición. En 1992 con el profesor Carlos Gutiérrez pasé la prueba en El Nacional y fue ahí donde empecé a jugar también como volante.

Ese cambio de zaguero a volante de marca ¿Lo complicó?

De ninguna manera porque recuerdo que luego con la llegada del profesor Polo Carrera (1994) a El Nacional estuve a punto de ser transferido a Liga de Portoviejo. Pero justo en esa semana Listron Valencia, Dixon Quiñónez y otro jugador que no recuerdo, estaban lesionados, entonces el entrenador me preguntó si podía jugar de zaguero y yo le dije que por supuesto.

Ese fin de semana fuimos a Manta y goleamos 6-0 creo que al Green Cross. Después los que venían jugando como zagueros titulares tuvieron que esperar.

Estuvo en varios clubes, incluido el Mineros de Venezuela, pero ¿dónde cree que tuvo su mejor desempeño?

Jugué en Atl. Brasil de Ambato, Juventus de Esmeraldas, Esmeraldas Petrolero, Universidad Católica, UDJ de Quinindé, pero sin duda creo que en El Nacional tuve un buen nivel y pudimos ganar dos títulos con el profesor Polo Carrera. Además tuve la oportunidad de ser convocado a la selección nacional, que entrenaba el profesor Francisco “Pacho” Maturana.

No pudimos clasificar al Mundial, pero fue una experiencia muy importante el haber sido dirigido por una persona tan destacada.

¿Cómo era el Pacho dirigiendo?

Maturana es un hombre respetable, conocedor del balompié ecuatoriano y colombiano, por lo que hizo en ambos países.

Y las enseñanzas de él sirvieron de mucho para que después Hernán Darío Gómez y Luis Fernando Suárez se hagan cargo de las selecciones para llevarlos a las Copas del Mundo Corea y Japón 2002 y Alemania 2006. Era una persona muy inteligente, serena.

¿Qué enseñanza le quedó del Pacho Maturana?

La humildad y la sencillez que tenía para desenvolverse tanto dentro como fuera de la cancha, siendo un personaje tan importante en el deporte mundial, porque ya había inscrito su nombre en Sudamérica y en el mundo con la selección de Colombia. Además de darle el reconocimiento a los jugadores que se lo merecían.

Con el Pacho Maturana Ecuador estuvo cerca de clasificar al Mundial ¿qué le faltó para llegar a Francia 1998?

Creo que carecimos de serenidad a la hora de definir. Porque en partidos decisivos no pudimos, teniendo las oportunidades de gol, marcar y eso no nos permitió sumar mayores victorias para poder llegar al campeonato mundial.

¿Un ejemplo es ese partido ante Chile en el estadio Atahualpa de Quito?

Increíblemente ese fue un cotejo que lo pudimos ganar con facilidad y lo terminamos empatando (1-1). Esos pequeños detalles no nos permitieron, a una selección que estaba muy bien conformada con buenos elementos, acceder a su primer Mundial.

¿Qué pasaba por la cabeza de los jugadores tras la eliminación?

Muchas cosas, entre ellas que no pudimos darle la satisfacción a todo un país de clasificar, pero a la larga con los jugadores que quedaron, ya con la experiencia debida pudieron lograrlo con otros entrenadores.

¿Considera que el Pacho marcó un antes y un después en el fútbol de Ecuador, conjuntamente con Dusan Dráskovic?

Fueron entrenadores que vinieron y aportaron en el fútbol nacional. Un Dráskovic que llegó con ese juego innovador, cambió de estructura y mentalidad y un Maturana que comenzó a darle esa valía y responsabilidad que debía tener el jugador nacional para poder alcanzar las metas propuestas.

A Dráskovic no lo tuvo como entrenador, pero pudo conocer su trabajo y en una de esas el DT se arrepintió de no haberlo tenido bajo su mando. ¿Fue así?

Exacto, en uno de esos viajes a partidos amistosos con la selección nos encontramos en el avión y nos pusimos a conversar y me preguntó “cuándo yo (Dráskovic) era seleccionador dónde estabas jugando”, seguramente no me encontraba en un equipo grande donde él me podía ver para convocarme (risas).

Con quién se quedaría, ¿Pacho o Dráskovic?

(Medita un momento) Son dos grandes entrenadores y por eso es imposible decidir, pero ambos dejaron muy bien plantado su nombre en el país.

De los dos títulos con El Nacional (1992 y 1996) ¿qué es lo que más recuerda?

El de 1996, que le ganamos a Emelec, tanto en el estadio Modelo (ahora Alberto Spencer) de Guayaquil, por 2-0, y con el mismo marcador en el Olímpico Atahualpa de Quito. Superar a un equipo grande siempre va a tener sus recuerdos.

¿Cómo fueron esos festejos?

A lo grande, con la bendición de Dios y más con el orgullo de ser el capitán de ese equipo lleno de estrellas, como: Listron Valencia, Dixon Quiñónez, José Luis “Lupo” Guerrero, Marco Constante, Juan Carlos Garay, Carlos “El Tren” Vernaza, Diego “Pachaco” Castañeda, Agustín Delgado, Oswaldo “Chacha” de la Cruz, Juan Carlos Burbano.

¿Considera que en el club criollo se debe dar cabida a jugadores extranjeros?

No, porque esa es una posibilidad que se ha manejado durante mucho tiempo. En los años en los que nosotros jugamos también se hablaba de lo mismo, pero le dieron más valor al futbolista ecuatoriano.
Por ahí creo que en el equipo se están olvidando de trabajar mucho en las formativas y eso es lo que le da la fortaleza a los clubes, para que vayan sacando jugadores y la parte económica es la que seguramente no le ha permitido actualmente hacerse de grandes jugadores que le vayan a dar esa cuota de experiencia a los jóvenes.

Es decir usted apuesta  por los nacionales

Lógico, creo que El Nacional es grande por jugar con futbolistas netamente nacionales y eso nos da orgullo de haber sido parte de ese enorme equipo.

Eso de que al club le quitaron el aporte económico, que era obligatorio, de los militares ¿cuánto afectó a la institución?

Definitivamente mucho, porque a través de eso el conjunto podía mantener una economía sólida y estable. No tenía ninguna dificultad de contratar a jugadores que lo refuercen en cada una de las líneas. Además le restó la posibilidad de que tenga una fortaleza como equipo grande en el país.

Hay una anécdota de ese campeonato de 1994 en el que pudieron ser campeones.

Estuvimos a punto de ganar el título, porque Emelec se había trasladado a Quito y nosotros jugábamos contra Barcelona en Guayaquil, ahí fue donde Marco Constante tuvo el gol del triunfo, pero prefirió la fuerza en lugar de la colocación y Raúl “El Pavo” Noriega simplemente para cubrirse la cara bajó la cabeza y lo tiró hacia atrás del bombazo que le dio Constante. Terminamos empatando con lo que no nos alcanzó para superar a los “eléctricos”. Con el triunfo éramos campeones.

De ese fútbol que usted disfrutó en El Nacional ¿Qué ha cambiado al de ahora?

Ha cambiado la forma de jugar. Recuerdo que en los años del profesor Ernesto Guerra era un juego fuerte, rápido, con muchos ataques al contragolpe. Luego tuvimos un tiempo de transición de 1992 al 1994 o 1995 que llegaron los entrenadores Polo Carrera y el brasileño Paulo Massa, para cambiar toda la historia de El Nacional.

Porque ya no era el equipo que jugaba solo a contragolpe, con velocidad y jugadores fuertes, sino que se vio un cambio estructural y empezó a generar mucho más fútbol, teniendo a Diego “Pachaco” Castañeda y Juan Carlos Garay como referentes y nos hicimos un equipo más dominante, tocador de pelota, con más control.

En ese análisis ¿Qué le falta al futbolista ecuatoriano para terminar de explotar?

Pienso que nos hace falta un poco más de profesionalismo, un poquito más, tenemos las cualidades, las condiciones, las bondades, pero necesitamos ser un poco más responsables y cuidadosos en nuestra vida personal.

¿Eso cómo se consigue. Ahora que usted trabaja con jugadores jóvenes?

Eso se logra en la formación integral, porque dentro de ella tenemos que ir inculcando a los chicos la responsabilidad, la seriedad, hacerles notar que el fútbol es corto, pero cuando lo aprovechas bien tiene buenas remuneraciones.

Entonces eso de que somos futbolistas, somos personas famosas, debemos tener una cabeza muy bien preparada para poder manejar la fama que tenemos. Ahora último tuvimos el desagrado de escuchar la noticia de (José) “Tin” Angulo, tremendo jugador, que por no estar prevenido se dejó arrastrar por las vanidades que tiene este mundo terrenal.

Para lograr eso  ¿qué se necesita?

La preparación académica es fundamental. Antes nosotros llegábamos al fútbol solamente completando la primaria, muchos lo hicimos con secundaria, algunos sin estudios y eso es tremendamente complicado para poderte manejar en tu vida personal.

Debe existir la combinación de estudios y deporte, cuando hay eso, que la llevas de la mano, sabes que estás preparado para manejar la fama, las condiciones que se te presentan, porque actualmente hasta para sentarse a conversar con un dirigente o periodista se debe tener la capacidad y facilidad para poder desenvolverse de la mejor manera.

Han existido casos de ex futbolistas que terminaron mal ¿qué debe hacer un formador para evitar esto?
Aconsejarlos, porque no todos tenemos o tienen la posibilidad de contar con buenas finanzas, pero de pronto tener una carrera donde apoyarte cuando salgas del fútbol activo a la vida pasiva.

Hay muchas facilidades de estudio que el sistema permite. Entonces eso es lo que deben aprovechar.
Además el jugador de fútbol está expuesto a lesiones que pueden terminar con tu carrera tempranamente y hay que estar preparados para esas situaciones.

Terminó su carrera en 2003 en Unión Deportiva Juvenil de Quinindé ,con 38 años.  ¿Qué hizo luego?

Me encontré con la necesidad de trabajar y fui maestro de cultura física en el colegio Andrés F. Córdoba de Quinindé durante ocho años.

En el 2010 alcancé el título de licenciado en cultura física en la universidad Vargas Torres de Esmeraldas y eso creo que le da un valor agregado al trabajo que estamos haciendo.

Luego en 2013, Lupo Guerrero como presidente de la Federación Deportiva de Santo Domingo me llamó para que trabaje como delegado técnico de la federación en el Ministerio del Deporte, así que laboré dos años con José Francisco Cevallos cuando era ministro y ahora formó a unos chicos en el cantón.

¿En su carrera se arrepiente de algo o le quedaron pendientes?
No, no me arrepiento de nada, pero posiblemente la no clasificación al Mundial fue algo que de pronto me dejó un sabor como agridulce, pero estoy conforme con lo que la vida me ha dado. Hoy gracias a Dios vivo con una profesión que me posibilita trabajar en un colegio, en una escuela, en un equipo, en cualquier lado. (I)

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Dejó el fútbol en 2012 decepcionado porque le pidieron coimas para asegurarle contratos tras su salida de Emelec. Compartió entrenamientos en el Ajax de Holanda junto con Wesley Sneijder, Frenkie de Jong, Maarten Stekelenburg y Rafael van der Vaart. Afirma que Andrés Quiñónez es su mellizo y que nunca adulteró ni su edad ni su identidad.

El exgolero estuvo 18 años recorriendo las canchas del país en clubes como El Nacional, Universidad Católica, Liga de Quito, Deportivo Quito y Aucas. Hace 14 años entrena a nuevos arqueros y bajo su tutela pasaron porteros como Hamilton Piedra, Braian Heras y Moisés Ramírez, de la sub-20. Recuerda mucho el título “criollo” de 1992.

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