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José Luis “Gambeta” Estrada, exfutbolista y actual entrenador

Estrada: “Antes los técnicos nos enseñaban a palos"

Estrada: “Antes los técnicos nos enseñaban  a palos"
Álvaro Pérez / ET
02 de febrero de 2020 - 00:00 - Jaime Jaramillo

El talento innato que José Luis “Gambeta” Estrada tenía para manejar la pelota chocó con los palos y los golpes que los entrenadores utilizaban para “enseñarles” a niños y adolescentes las tácticas del juego en el extinto club Calvi FC, donde dio sus primeros pasos en el fútbol profesional.

Acompañado de su tierna hija, Romina, el mundialista sub-17 con la selección de Ecuador en 1995 ahora imparte sus experiencias a las jóvenes promesas del balompié local, pero de una manera distinta a la que aprendió en su natal Guayaquil.

¿Cómo fue tu primer contacto con una pelota?

Mi papá (José Estrada) fue quien me regaló mi primer balón, un Mikasa. Él también jugó al fútbol y yo tendría unos 5 años. Le agradezco a él por todo el apoyo y a mi madre (Marilyn Alchundia), quien me llevaba a las prácticas.

En Guayaquil suelen jugar en la calle. ¿También lo hiciste?

Por supuesto, esos fueron mis primeros pasos en el deporte. Jugábamos con los amigos del barrio y eso me ayudó a formarme porque uno donde aprende muchas cosas del balompié es en la calle, con los zapatos Venus de lona. Los pupos no los conocimos hasta cuando fuimos a Calvi FC.

Las marcas eran Espinel, Tigres o los As.

¿Qué aprendiste del índor fútbol callejero?

Muchas cosas, como pegarle fuerte al balón, hacer fintas, gambetas, paredes. Tantas cosas, hasta mañas (sonríe). De mi barrio salieron jugadores importantes como Stony Batioja, Marcelo “Muñeco” Bohórquez, Daniel Mina, Moisés Candelario, Joao Plata, Vinicio Angulo y muchos más.

¿Cómo era el Suburbio Oeste, barrio donde creciste?

(Toma aire y responde) Era peligroso en sectores, como en todas las ciudades, pero gracias a Dios mis padres me dieron educación y me alejaron de muchas cosas malas como la drogadicción, el alcohol y otros vicios.

Además de la presencia de tus padres ¿qué hiciste para esquivar esas cosas? 

Fue complicado, incluso algunos se perdieron por no tener el apoyo de sus padres. Yo estaba enfocado en que tenía que ser futbolista.

¿Es cierto que en el suburbio no te dejaban jugar porque pateabas fuerte la pelota?

(Antes de responder suelta una carcajada) Algunos amigos tenían temor a mis tiros. Lo que pasa es que me formé físicamente bien desde muy chico y gané potencia y fuerza. Los amigos se quejaban por los dolores, porque la pelota de índor es muy dura. Incluso hasta reglamento hicieron para que no jugara. También rompí algunos vidrios.  

Mi papá me sacaba a látigo no solo por eso, sino también porque la calle era muy peligrosa en ese tiempo. Me cuidaba mucho, tanto que me dormía a las 20:00; todos en mi casa en realidad nos acostábamos a esa hora.

Nos contaron que no te gustaba perder y que llorabas...

Es algo que me pasaba mucho, pero gracias a Dios tuve profesores que me ayudaron a corregir eso y a no ponerme bravo en los partidos.

¿Qué te decían o qué hacían los técnicos para corregirte?

Primero palabras fuertes.  Otros nos metían palo. Nunca me voy a olvidar de que en el complejo de Calvi FC había una pared con números pintados y si uno pateaba al número equivocado le pegaban con palos o insultaban. Y cuando perdíamos los partidos nos regresaban a pie.    

En Calvi FC fueron tus inicios. ¿Qué recuerdas de esa época?

Fueron lindos momentos, aunque también duros porque, entre otras cosas, me tocaba recorrer cerca de una hora y media de mi casa al complejo, partes en bus, partes caminando. Vivía en el Suburbio Oeste y entrenaba por la vía a Daule, más o menos por la penitenciaría de Guayaquil. Salía de la escuela o el colegio e iba a las prácticas.

¿Cómo eran esos recorridos al complejo?

Mis padres, él un artesano y ella una costurera, me ayudaban con el pasaje para ir a entrenar y también con la alimentación.

A partir de los 15 años, que ya ganaba algo en Calvi FC y que me llamaron a la preselección de Ecuador, tuve un sueldo con el que les pude ayudar al sustento de la casa.

¿Qué significó Calvi FC en tu carrera? 

Mucho porque fue el club que me permitió darme a conocer desde niño. Tuve buenos técnicos, como Manuel Battaini, José Voltaire Villafuerte y Flavio “Papi” Perlaza. Lamentablemente, también tuve algunos problemas con los documentos de mi pase porque antes no se manejaban los derechos deportivos como es ahora.

Pero Calvi FC me marcó todo porque estuve una década en ese club y gracias a ellos pude ser convocado a la sub- 17 y jugar el Mundial.

Los recorridos a los encuentros en las formativas eran una tortura. ¿Cómo eran?

El presidente del club era Carlos Villacís. También fue dueño de una camaronera, entonces nos subían a unos camiones en los que transportaban camarones. Estos solamente tenían una pequeña ventana para llevarnos de las calles Chile y Colón hasta el complejo del Calvi o donde jugáramos. Eso era un sauna. Después pasamos a un bus.

Era un proceso en el que subías de categoría cuando mejoraban las condiciones. Era un camión más grande al que conocíamos como “la perrera”. Ya en primera tuvimos una buseta bien presentada. 

¿Cuándo te diste cuenta de que el fútbol iba a ser tu profesión?

Recuerdo mucho que desde pequeño tenía un don y creo que nací con eso porque era zurdo y muy técnico para jugar al fútbol, algo que complementé llegando a las formativas de Calvi.

Dentro de eso tengo una anécdota de mi papá que hizo una apuesta con sus amigos y les dijo: “doy la vida de que José va a ser futbolista profesional” y no se equivocó (sonríe).

¿Cómo calificas tu participación en el Mundial de 1995?

Uf, como algo maravilloso, lo mejor fue que tuve la oportunidad de convertirle un gol a Estados Unidos, traerlos a mis padres a Quito y dedicarles ese tanto. Fue una alegría inmensa. Además clasificamos a octavos, pero perdimos ante Argentina.

En aquella Copa Mundial nació el apelativo de “Gambeta”. ¿Quién te lo puso?

No recuerdo exactamente, pudo haber sido Carlos Víctor Morales, Fabián Gallardo, Petronio Salazar (al que yo llamaba mi padrino),  o Carlos Efraín Machado. Uno de los cuatro fue.

¿A qué reconocido jugador gambeteaste y cómo reaccionó?

A varios, era un futbolista atrevido. Recuerdo a Byron Tenorio; Alfonso Obregón, quien se ponía bravo porque lo superaba; a Marcelo “Pepo” Morales, pero siempre con respeto. Una vez me lesionaron por una de esas jugadas.

¿Hubo alguna oferta para jugar en el exterior? 

Sí, antes del Mundial viajamos a España a jugar unos amistosos. En un partido ante la Sub 20 del Español FC, los ojeadores de ese equipo se fijaron en mí y querían comprar mi pase, pero los dueños del mismo no quisieron negociarme.

¿Eso lo puedes catalogar como la máxima frustración que tuviste en tu carrera? 

No sé si llamarlo así, más bien fue un dolor porque siempre tuve problemas con mi pase. Por ejemplo después de jugar en Liga de Quito (1998 y 1999) fui a Barcelona cuando era dirigido por Jorge Habegger y estaban jugadores de la talla de Antony de Ávila, Carlos Alfaro Moreno, Marcelo “Pepo” Morales, entre otros.

Pasé la prueba y tuve la oportunidad de entrenar tres meses, estar concentrado, pero nunca me llegó el carnet habilitante por una situación del pase.

Incluso Alfaro Moreno le dijo al “profe” Habegger que me habilitara porque él necesitaba un 10 que lo ayudara a ser goleador en el torneo local.

Las complicaciones con el pase me llevaron a comprarlo en $ 4.000. Calvi desapareció y empezaron a regalar los pases, pero a mí no me lo entregaron sino que me lo vendieron.

¿Te arrepientes de alguna decisión que tomaste en tu carrera?

Sí, claro, por ejemplo el no manejarme con un empresario porque tuve una mala experiencia. También no aceptar jugar en Independiente del Valle y Manta FC porque me apresuré al aceptar la propuesta de otros clubes.

Pero las buenas decisiones fueron más, como ser futbolista profesional, lo que me llevó a la selección, jugar un Mundial y conocer muchos países. Si volviera a nacer escogería la misma profesión, pero lo haría como jugador libre.  

Con Liga de Quito disputaste dos temporadas (1998 y 1999). ¿Qué experiencias te quedaron de ese paso?

Muy buenas porque fui bicampeón con el equipo dirigido por Paulo Massa (+) y tuve la oportunidad de actuar con futbolistas de renombre como Eduardo Hurtado, Ulises de la Cruz, Jacinto Espinoza, Luis Capurro o Alfonso Obregón.       

Liga fue parte de los 16 equipos, entre las Series A y B y Segunda Categoría, en los que jugué y ya llevo dos años retirado del fútbol.

¿Con qué jugadores famosos compartiste cancha?

Con algunos, entre ellos  Ermén “La Pantera” Benítez, Nicolás Asencio, Jorge Fraijo, Luis “El Chino” Gómez, Alexander Escobar, quienes me ayudaron en mi crecimiento profesional.

¿Te dijeron alguna vez que el fútbol era para vagos?

En ese tiempo era lo que se decía del deporte, pero pude demostrar lo contrario porque desde los 15 años estuve en la selección y después del Mundial fui a mi barrio y todos querían ser futbolistas.

¿Eras mucho de salir a farrear o beber?

No les voy a mentir. De que me tomaba unas cervezas me las tomaba, también salía a bailar, pero veía el momento indicado para hacerlo, siempre fui responsable.

El trato de los clubes hacia los futbolistas ¿cuánto ha cambiado?

Indudablemente, son otros tiempos. Por ejemplo en mi caso nunca tuve el apoyo para tratarme el glaucoma que tengo en el ojo izquierdo.

Siempre tuve esa molestia en la vista, pero cuando me enfermé fui a ver mis aportes al Seguro Social y solo había aportado en 2011 cuando desde 1995 me descontaban para el IESS.

¿Llegaste a reclamar esas cosas?

Lamentablemente no siempre y cuando lo hacía  salía perdiendo. Duele eso porque siempre di lo mejor, fui seleccionado nacional y me quedó la espina de que me irrespetaron en todo momento por el trato de los dirigentes y la forma de manejar los pases de los jugadores.

¿Cuál es tu mejor amigo en el fútbol o tienes varios?

Soy realista, amigos son pocos y lo digo por la mala experiencia que pasé con lo del glaucoma en el ojo, ahí  me pude dar cuenta de quiénes eran mis verdaderos amigos. Cuando uno está en  la cima aparecen muchos, pero cuando estás abajo son contados con los dedos de las manos.

Y más en la profesión de futbolista porque es muy recelosa y envidiosa; lamentablemente esa es la realidad del fútbol.

¿Qué fue lo más duro que tocó vivir en el fútbol?

Varias cosas, entre ellas que teniendo ya un nombre en el deporte tuviera que ir a probarme en muchos clubes, con 80 o 100 jugadores.

También las peripecias que viví con lo del pase perdiendo muchas opciones importantes de seguir jugando y que por diferencias con los dirigentes se creara una mala reputación en torno a mí.

Desde 2015 tienes el título de entrenador, ¿dónde lo conseguiste?  

Estudié en el Instituto Tecnológico del Consejo Provincial de Pichincha y ahora tengo la escuela patrocinada por Liga de Quito con mi nombre en Conocoto (oriente de Quito). La idea es poder formar a los jóvenes y en el momento en  que tengan condiciones enviarlos a Liga o a otro club profesional.

Aparte de lo técnico y táctico, ¿qué les dices a los futuros futbolistas?

Que aprovechen el esfuerzo que sus padres hacen por ellos, que no se dejen llevar por las malas amistades o los vicios, como el alcohol o las drogas, y sobre todo que si tienen la oportunidad de ser profesionales que se manejen adecuadamente con el dinero y ahorren. (I) 

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