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El Telégrafo

Martínez instauró el gusto por el balón en Bélgica

Martínez instauró el gusto por el balón en Bélgica
Foto: AFP
08 de julio de 2018 - 00:00 - Agencias EFE y AFP

Pocos hubieran apostado que Bélgica iba a desfilar en la eliminatoria mundialista como lo hizo. La historia de Roberto Martínez (Balaguer, Lérida, España, 13 de julio de 1973) empezó mal. Muy mal.

El destino lo puso a dirigir su primer partido con aquella selección europea justo ante España. No fue sencillo, y no porque el rival fuera su país de nacimiento. El 2 de septiembre de 2016, los gritos que desde el público recordaban al anterior seleccionador, Marc Wilmots, martillaron su cerebro. Y el de sus jugadores, que se fueron pifiados tras el doblete de David Silva en el estreno de Julen Lopetegui con la Roja.

“Tras la derrota, el equipo fue consciente de la situación y reaccionó para arreglar las cosas. Me impresionó que entre el público había mucho dolor y supe que había tomado la decisión acertada al venir. No quería dejar siete años de Premier League para ir a un ambiente donde ganar o perder no importara”, reconocería después de aquel amistoso en declaraciones para diario El País de España. Martínez es un hombre de retos, y en Rusia 2018 tiene uno grande.

Los Eden Hazard, Kevin De Bruyne, Thibaut Courtois, Yannick Carrasco, Dries Mertens o Thomas Vermaelen obligan a hacer un buen papel en la cita rusa. Pero Martínez ya sabe lo que es hacer historia. La hizo con el Wigan ganando el título de FA Cup en 2013, algo impensable para un club de esas dimensiones (curiosamente, ese mismo año perdería su plaza en la Premier League).

La marcha de Alex Ferguson del Manchester United en 2013 provocó un efecto dominó entre los preparadores de la Premier League. David Moyes, hasta entonces en el Everton, fue el nuevo inquilino de Old Trafford. Los “toffees” pensaron en Bob Martínez para Goodison Park. Permaneció tres años y fue destituido a una jornada pendiente para el cierre del curso de 2016.

Meses después fue la apuesta de la Federación de Bélgica para sacar el lustre a la mejor generación de la historia, en su recta final y sin el rendimiento esperado. Roberto Martínez cambió de un plumazo la pinta de los “Diablos Rojos”. Instauró el gusto por el balón y una actitud dominante en el juego.

Los antecedentes inmediatos invitan a soñar con una clasificación a la final: en el grupo 8 de las eliminatorias europeas, lograron 9 victorias, un empate, no sufrieron ninguna derrota, marcaron 43 goles a favor y recibieron solo 6. Una campaña casi perfecta. Y es que Martínez, tras 21 años en el fútbol británico, primero como jugador (Wigan, Motherwell, Chester City) y después como entrenador (Swansea, Wigan, Everton), sabe que en Rusia no puede conformarse con poco. En Bélgica le exigirán que deje de ser Sir para ser Zar.  

Un “caballero inglés”
Roberto Martínez tenía 16 años cuando agarró sus cosas y se echó a la carretera. 28 después ahí sigue, lejos de casa y triunfando.

El catalán de Balaguer, pasó por Zaragoza, donde llegó a debutar en un partido en primera, pero donde se le conoce es sobre todo en Inglaterra, mucho más que en España.

Durante 21 temporadas se labró un nombre en el fútbol inglés, primero como jugador, después como entrenador. No ha dejado de aprender y ahora tiene la oportunidad de conducir a la selección belga a las semifinales del Mundial, donde no llegan los “Diablos Rojos” desde 1986.  

Bélgica ha ganado todos los partidos en Rusia y es el equipo que más goles ha conseguido: 14 en total. En eso se devana los sesos Martínez, que aplica un espíritu muy de Premier en todo lo que ejecuta (once de sus 23 futbolistas están en Inglaterra).

Domina el inglés, idioma que utiliza en Rusia en todas las respuestas (el castellano y el catalán no formaban parte de las cinco lenguas oficiales de la convocatoria) y cursó clases de flamenco y francés cuando llegó a Bélgica para empatizar mejor con sus futbolistas. “Estoy muy orgulloso de la diversidad de mis jugadores, de sus orígenes distintos, de sus culturas diferentes de procedencia. Nos enriquece”, explica el DT con amabilidad.  

Una afabilidad que aplica tras su intervención pública, entre las bambalinas del Kazán Arena. Entonces se relaja más, sonríe y dialoga brevemente en su lengua natal con la prensa de Cataluña, que le desea suerte. Antes ha sorteado las preguntas de medios como The New York Times o el Daily Telegraph, que reconocen su trayectoria.

Martínez, elegido en su momento mejor futbolista de la historia del Wigan, club con el que luego conquistó la Cup desde el banquillo, se ha ido empapando de diferentes influencias y casi siempre con éxito, pues solo fue destituido en el Everton.

Le encantaba de Cruyff su capacidad para reorganizar aquellos lugares en los que aterrizaba, por ejemplo, y se ha ido rodeando de todo aquel que podía mejorarle, como Thierry Henry, que es su segundo entrenador. “Nos está ayudando muchísimo y está dándonos un montón de cosas”, dice Roberto Martínez.

Entre otras aportaciones, Henry, que en 2006 fue verdugo sobre el campo de Brasil, ha logrado que Lukaku mejore su juego sin balón. El trabajo de Henry, ayudante de Martínez, con Lukaku es de valor incalculable.

Su buen papel mundialista le ha hecho también entrar en las quinielas como próximo seleccionador de España, pero prefiere huir de cualquier especulación. “Entiendo la pregunta y vuestro trabajo, pero la única cosa que tengo y que imagino en la cabeza es este desafío”, dijo el viernes tras eliminar a la selección brasileña. (I)

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Henry es el consejero y fuente de inspiración

La exestrella del Arsenal y de la selección francesa Thierry Henry, ahora en el banquillo belga junto al español Roberto Martínez, se cruzó con Brasil en unos cuartos de final, tal y como hizo como jugador de Francia hace 12 años.

Transcurría el minuto 57 de aquel Francia-Brasil de 2006 cuando una falta botada por Zinedine Zidane y rematada por Henry en el segundo palo dio la clasificación a una selección francesa que acabaría en la mismísima final de Berlín.

El autor de aquel gol tan importante para Francia está en Rusia como acompañante de Martínez en una Bélgica cuyos internacionales han reconocido que su figura ayuda en la concentración. “Para ganar hay que superar barreras psicológicas y Henry nos ayuda mucho”, dijo Axel Witsel.

Desde una función discreta pero fundamental para la evolución técnica y mental en un grupo del que se espera mucho y que nunca ha levantado un trofeo, Martínez ha visto en él un hombre para muchas funciones: profesor, consejero y fuente de inspiración.

Al día de hoy Thierry Henry sigue siendo el máximo goleador del Arsenal (228 goles en 373 partidos) y en su palmarés destaca la Copa del Mundo de 1998, aunque fue suplente en la final, además de una Eurocopa, una Liga de Campeones y dos ligas inglesas. (I)

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