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El Telégrafo

La “Bombonera” también late cuando no hay fútbol

El estadio de Boca Juniors visto desde las generales. Allí se observa la zona nueva de palcos preferenciales y suites que fue remodelada en 1996. Además, al fondo, se ve la zona asignada para la hinchada visitante.
El estadio de Boca Juniors visto desde las generales. Allí se observa la zona nueva de palcos preferenciales y suites que fue remodelada en 1996. Además, al fondo, se ve la zona asignada para la hinchada visitante.
Fotos: Luis Cheme / EL TELÉGRAFO
07 de noviembre de 2018 - 00:00 - Luis Cheme

Manuel Fuenzalida es chileno y acaba de llegar de vacaciones a Buenos Aires. Lo acompañan su esposa Belén Ramos y sus dos hijos Damián y Ezequiel. Los cuatro son hinchas de Boca Juniors, por eso apenas aterrizaron en la capital argentina dejaron sus maletas en el hotel y tomaron un taxi que los llevara al barrio La Boca, donde está ubicada la “Bombonera”, el estadio “xeneize” inaugurado el 25 de mayo de 1940 y donde este sábado (15:00 de Ecuador) Boca Junior y River Plate jugarán la primera final de la Copa Libertadores de América.         

Los Fuenzalida Ramos se bajan del taxi y de inmediato quedan sorprendidos con la mole de concreto pintado de amarillo y azul que emerge en las calles de Brandsen y Del Valle Iberlucea. No hay fútbol este día, pero el ambiente en las calles aledañas hace parecer lo contrario. Siempre hay personas caminando en todos los sentidos y luciendo la camiseta de Boca; en las tiendas de souvenirs que están alrededor se escucha cumbia y tango a alto volumen y las grandes parrillas de los restaurantes de la zona que ofrecen los tradicionales asados argentinos no dejan de lanzar humo al aire. La Boca huele a bife de chorizo, asado de tira y vacío (los tres cortes que mas demanda tienen en Argentina). 

Pero ni el aroma del asado ni el chillido de la parrilla caliente al contacto con los cortes recién aliñados distrae a los Fuenzalida Ramos de su objetivo principal: recorrer el estadio la “Bombonera”, cuya capacidad es de 50.000 espectadores.             

En las inmediaciones del estadio Alberto J. Armando, conocido como la “Bombonera”, hay negocios que ofrecen artículos oficiales del club.

La visita empieza por la Tienda de Boca, lugar donde se puede adquirir indumentaria y artículos oficiales del club, fundado el 3 de abril de 1905 por seis adolescentes descendientes de italianos. El lugar es estratégico para enganchar a los visitantes para que se animen a realizar uno de los tres tours que ofrece el departamento de marketing.        

Paula Oliveira, una brasileña que vive hace 15 años en Buenos Aires, es una de las encargadas de convencer a los turistas para que realicen el recorrido. Ella viste un calentador azul y una camiseta del mismo color con las insignia de Boca. En sus manos muestra un pequeño cartel plastificado con los precios y opciones de los tres recorridos disponibles.     

El primero se ofrece a cambio de 200 pesos argentinos ($ 5,50) e incluye visita al museo y a una tribuna. El segundo cuesta 300 pesos ($ 8,50) y brinda la alternativa no solo de pasar por el museo y la tribuna, sino también a la zona de palcos y ver de lejos la suite que el club le regaló a Diego Maradona, la única que tiene dueño y que cuenta con muebles y una nevera, según cuenta Daniel, el guía de turno. Y el último -el más caro- demanda un desembolso de 420 pesos ($ 11) y tiene como plus una visita y foto en el camerino de Boca y permite pisar el gramado. Los Fuenzalida escogen esa alternativa.     

La familia Fuenzalida Ramos recoge las fotografías que se tomaron en el camerino de Boca Juniors. Ellos llegaron de Chile.

El momento más emocionante para Damián y Azequiel, sus hijos, llega cuando entran al vestuario y observan el lugar que habitualmente ocupa el delantero. “¿Si me quedo aquí puede que encuentre a Carlitos?”, le pregunta Damián a su padre mientras un empleado de Boca le saca la foto que unos minutos más tarde le entregarán al final del recorrido por este escenario que en 2014 fue declarado de interés deportivo, turístico y cultural por la Legislatura de Buenos Aires.

La visita continúa por los palcos preferenciales reconstruidos en 1996. Por la cercanía con la cancha, esta es una de las zonas más caras del estadio y cuyos boletos pueden costar hasta 4.800 pesos argentinos ($ 133) en un clásico contra River, como el de este sábado.     

Otro punto del recorrido es la popular o general, donde se ubica la 12, la mítica barra “xeneize”. Tiene capacidad para 6.000 personas. Las gradas de esa zona están diseñadas para ver los partidos de pie. Hay tubos empotrados en el piso que le permiten a los hinchas sostenerse para no caer hacia adelante por la pronunciada inclinación de la estructura.  

En el Museo de la Pasión Boquense se exhibe la última camiseta que utilizó Diego Armando Maradona como jugador de Boca Juniors.

Daniel, el guía del recorrido, explica por qué los colores de Boca son el azul y el amarillo. Cuenta que la elección de los colores fue decidida al azar. En 1907 los directivos propusieron adoptar los colores de la bandera de la primera nave que llegara al puerto de Buenos Aires. El primer barco de ese día resultó ser sueco, por lo que el club adoptó los colores azul y amarillo de la bandera de Suecia.   

La visita concluye con un paso breve por la entrada principal al estadio, donde a los costados se levantan las esculturas de Maradona, Riquelme, Palermo, Barros Schelotto,  entre otros ídolos del equipo.

La familia Fuenzalida Ramos opta por quedarse en el restaurante de lujo que funciona dentro del estadio. (I)  

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