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El Telégrafo

El país más político del mundo va hoy a las urnas

El país más político del mundo va hoy a las urnas
14 de abril de 2013 - 00:00

El escenario que los seguidores de Hugo Chávez siempre evitaron pensar o hablar se cristalizó muy a su pesar. Hoy tendrán que ir a las urnas para elegir a un sucesor de su líder innato, quien no pudo vencer al cáncer y que con su deceso dejó un vacío que su “hijo político” y vicepresidente hasta entonces, hoy presidente encargado, Nicolás Maduro, intenta llenar a toda costa manteniendo viva -a momentos hasta el cansancio y lo sacrílego- la imagen del comandante.

En ese camino hacia el mantenimiento del proyecto socialista le sale al paso un enjuto opositor, Henrique Capriles, quien ya tuvo un “round electoral” de preparación con el mismísimo Chávez el pasado octubre. El resultado -un KO por parte del ex Jefe de Estado en las urnas- a Capriles le sirvió, según él mismo lo ha dicho, para entender en qué falló en esa ocasión y ahora modificar su estrategia para enfrentarse a Maduro, a quien considera un peso pluma en comparación a Chávez. Lo cierto es que en menos de seis meses los venezolanos asistirán hoy por tercera vez a las urnas para decidir entre dos posturas radicalmente opuestas, algo que se ha tornado normal y hasta obvio en esta nación caribeña.

Por un lado Nicolás Maduro se presenta como el heredero del proyecto socialista en todo el sentido de la palabra, recordando que el pasado 8 de diciembre el propio Hugo Chávez pidió al pueblo venezolano votar por él en caso de que “algo le ocurriera”. Minutos después Chávez tomó un avión hacia Cuba para realizarse otra intervención por su cáncer. Nunca más sería visto en público.

En la otra esquina estará Capriles, quien por segunda ocasión ha logrado unificar a la oposición en el movimiento denominado Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Su postura es clara y sin ningún tipo de vericuetos: él gobernará con acciones antagónicas a las que ha venido implementando el chavismo desde 1999.

14-04-13-mundo-info-comicios1Reconociendo y atacando

Luego de un barullo jurídico que concluyó con el deceso del Mandatario, Maduro y Capriles empezaron una precampaña electoral vertiginosa ante la inminencia de los comicios. Si bien la campaña electoral arrancó el martes 2 de abril y duraría 10 días, el forcejeo político comenzó ni bien se terminaron los honores a Hugo Chávez.

Ha sido una campaña en la que el mínimo error ha sido explotado. El uno veía al otro para detectar una falencia para atacar por ese flanco. El primer golpe lo dio Capriles al indicar que “Maduro no es Chávez” y emplazaba a sus coterráneos a no permitir que el poder se convierta en una herencia al interior de un partido político.

Mientras que desde el Palacio de Miraflores se atacó al también gobernador del Estado Miranda de querer traer de vuelta al país un modelo económico de libertinaje del capital, una receta de las décadas de los 80 y 90, amargamente recordada por los venezolanos. Maduro usó -inclusive- un tema sensible como las misiones, proyectos sociales que benefician a millones de venezolanos, cubiertos en su totalidad por el Estado central. Es así que acusan a Capriles de querer privatizar estos planes gubernamentales. El opositor ha tenido que desmentir esto en más de una ocasión, sin embargo la presión desde las esferas del Gobierno lo han hecho caer en contradicciones como, por ejemplo, prometer en esta campaña que nacionalizaría a todos los médicos cubanos que están sirviendo en la Misión Barrio Adentro (salud popular gratuita), cuando hasta hace unos meses criticaba la “invasión” de cubanos a Venezuela.

Ante esta oleada de críticas, Capriles optó por adoptar una posición más agresiva en esta campaña electoral en contra de su contendiente. En esta ocasión -a diferencia de lo que hizo con Chávez a quien, públicamente reconoció que respetaba por su talante político- el opositor se burló de Maduro hasta el cansancio y, en repetidas veces, lo desafiaba a debatir, algo que nunca tuvo respuesta.

Los momentos más álgidos entre ambos contendientes fueron cuando desde la oposición hubo mofas y críticas a Maduro, cuando afirmó que un pájaro que, según él era el espíritu de Hugo Chávez, lo aconsejó a seguir con esta lucha. Hasta el mismo cierre de campaña, el jueves anterior, este tema fue motivo de discursos acalorados; pero Maduro decidió tomárselas a gracia al punto de terminar de declamar ante millones de venezolanos en la Avenida Bolívar de Caracas con dos pericos en los hombros.

La politóloga y periodista chavista, María Alejandra Díaz, ha sido una de las figuras que más ha escudriñado en el comportamiento de los candidatos más opcionados para suceder a Hugo Chávez. Fiel a su tendencia sostiene que Maduro ha sabido canalizar el momento de conmoción que dejó la muerte del líder bolivariano y que ha sabido mantener “la llama viva” del proceso político entre las bases del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Mientras que al ver a Capriles, la politóloga confiesa que ve a un hombre totalmente distinto al que se observó en la campaña de octubre anterior. “Ahora está más violento, más agresivo, se lo nota desesperado”, señaló la comunicadora.

En contraparte, desde las bases de la Mesa de la Unidad se destacó que en los 10 días de campaña hubo un comportamiento “ético” de la oposición y, al contrario, criticó el accionar del aparataje estatal que, según ellos, ha llevado a esta contienda electoral a una lucha entre David y Goliat.

Ramón Guillermo Aveledo, coordinador político estratégico del Comando Simón Bolívar -agrupación que respalda a Henrique Capriles-, en rueda de prensa en la que evaluó los días previos a la elección, manifestó su preocupación por la forma en la que se desarrolla el proceso. Él está consciente de que quizás el pueblo dé su voto como una forma de dar su pésame al PSUV, pero confía en que “muchos venezolanos puedan aprovechar este momento para inclinarse hacia una nueva opción”. Sobre la supuesta virulencia con la que Capriles ha manejado la campaña, el dirigente se limita a responder que esa es la única forma de hacer frente a un “proceso desigual”.

14-04-13-mundo-info-comicios2Confluyen en los problemas, se distancian en las soluciones

Por más antagónicas que puedan ser las posiciones entre del PSUV y la MUD, hay un factor que los une: saben muy bien cuáles son los problemas que más aquejan a la ciudadanía, pero nuevamente se separan a la hora de hallar respuestas.

Si uno camina por las calles de cualquiera de los 22 estados venezolanos o del distrito Capital (Caracas) y se le consulta a los ciudadanos cuál es su mayor preocupación de aquí en los próximos años, la respuesta sale disparada, sin mucho tiempo de espera: la seguridad. Y las estadísticas respaldan este temor al recordar que en 1999 (cuando comenzó el chavismo) hubo 5.968 asesinatos y el 2012 cerró con 21.692, según lo informa el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), una ONG que vio la luz, según sus creadores, como respuesta al “ocultamiento de los datos reales sobre la violencia del país por parte del Estado”. Estas cifras llevan a Venezuela a tener un promedio de 73 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, por encima de México que tiene 22 por cada 100.000 habitantes, Brasil con 24 por cada 100.000 habitantes y Colombia con 34 por cada 100.000 habitantes.

Este es un tema recurrente de conversación entre venezolanos. Ellos son muy conscientes de la imagen que su país tiene por los índices de violencia, aunque indican que muchas de las percepciones son sobredimensionadas. “Nadie en el país puede negar que hay delincuencia. Y sí, se ha incrementado con el pasar de los años, pero tampoco es como se pinta, que no se puede caminar por la calle. Lo que sí hay que saber es por dónde y a qué hora se pasa”, comenta Félix Tapura, un perrero (persona que vende hot dogs) en el Municipio de Chacao, en Caracas.

Y este malestar no es ajeno, inclusive para el propio oficialismo. Maduro dio un vuelco en esta campaña a una manera de tratar el tema de la violencia al interior del PSUV. Hugo Chávez siempre fue muy cauteloso al analizar este problema y muchos de sus detractores consideraron que siempre quiso ocultarlo   y en cierta manera así fue, porque Chávez rara vez lo abordaba. Ahora Maduro desde su primer día de campaña prometió que solucionaría este mal y lo calificó como una de sus prioridades en su administración. Fue así como por primera vez en 14 años en el poder el chavismo reconoce que la delincuencia es el mayor de los problemas para su país.

Como es lógico, Capriles ha usado este tema como su bandera de batalla. En todos sus mítines, el gobernador apelaba a esos tiempos cuando “uno podía dormir tranquilo y cuando nuestras familias podían salir a las calles en paz”.

Ambos candidatos han presentado propuestas para acabar con la delincuencia, pero siguen yendo por carriles opuestos. El presidente interino apela a que los grupos violentos -generalmente conformados por jóvenes- se unan a planes de desarme y de reinserción social. Capriles, por su parte, es partidario de una reestructuración de la Policía Nacional y de regular el ingreso de extranjeros que, según la oposición, han derivado, en muchos casos, en la tecnificación de la delincuencia. Eso sí ambos alertan a estos grupos violentos que en caso de no cesar con sus actividades ilícitas “se recurrirá a todo el poder de la ley” para frenarlos.

La guerra en cada esquina

Venezuela es un país que se toma muy a pecho su ubicación caribeña. Su gente es cálida, frontal, pero, sobre todo, pasional. Y si esta última característica se la une a la política, los resultados son obvios.

La confrontación entre chavistas y opositores cada vez es más marcada en la nación. No hay escenario que se libre de esta división. Ya sea en las paradas del metro, en los mercados populares, en los restaurantes, puestos de revistas, universidades... donde sea se pugna por prevalecer en su visión política. Y los venezolanos apelan a todo tipo de herramienta para expresarse, pero las favoritas, sin dudas, son las paredes de las ciudades, que se vuelven lienzos para grafiteros que por lo general reflejan el sentimiento de su barrio. Es así que resulta normal ver a grandes metrópolis tapizadas por dibujos y leyendas que van desde “Dios nos ayudó, el gorila murió” hasta “Viva Chávez no joda”.

Pero el “combate comunicacional” también se ha tecnificado y se ha trasladado a las calles. En Caracas, por ejemplo, es de lo más normal toparse cada dos o tres cuadras con carpas chavistas en las que se entregan folletos y literatura socialista. Pero también existe un núcleo de adherentes al chavismo que durante todo el día debaten sobre la filosofía de su partido y del accionar del gobierno. Igualmente están los comunicadores comunitarios como Manuel Zambrano, quien se toma una vereda para emitir durante todo el día documentales y videos de bajo presupuesto sobre el proceso político en el país. “Esta es una opción para combatir a los grandes medios de comunicación que se encargan de distorsionar la realidad”, comenta el periodista, que se acampa en una de las esquinas de la Plaza Bolívar y se suma a otras cuatro carpas que rodean este parque.

Pero a menos de dos cuadras y debajo de una subsecretaría de educación, ocho jóvenes con indumentaria “roja rojita” hablan en sus micrófonos. Ellos dirigen una de las más de 200 radios comunitarias desplegadas en el territorio bolivariano y que son pagadas por el Estado. “Estamos aquí para mostrar, sin ocultar nada, los logros de esta revolución, para recordarles todo lo que consiguió el comandante Chávez”, asegura Eris Contreras, uno de los locutores de esta emisora, mientras decenas de personas se agolpan en la calle para apoyarlos o para criticarlos.

Y este accionar ha sido también recogido por la oposición para estas elecciones al entender los beneficios que hay en la difusión de propuestas. No obstante, las carpas amarillas caprilistas son minoría en la ciudad. Apenas en los Municipios de Chacao y Chacaíto, entre los más pudientes de la capital, se observan en las esquinas estos puestos de propaganda. En uno de ellos, Edmo Fabre, un caraqueño con ascendencia árabe, se encargaba de reunir a la mayor cantidad de seguidores para sentarlos en una esquina para que observen un video de un discurso de Capriles. “Mi misión es movilizar a la gente de mi barrio. Yo me ocupo de 20 cuadras y el día de las elecciones estoy encargado de que en ese perímetro voten la mayor cantidad de personas posibles”, manifiesta el dueño de dos restaurantes de comida árabe.

Así transcurren las noches en la capital, con el incesante sonido de canciones proselitistas -muchas de ellas con la voz de Hugo Chávez-, con el horizonte lleno de grafitis socialistas y con la sensación de que a la vuelta de la esquina hay más carpas rojas y amarillas que copan la visión y, por momentos, la paciencia.

VENEZOLANOS EN EE.UU. VIAJAN PARA SUFRAGAR

Miles de venezolanos residentes en Miami y alrededores emprendieron desde ayer un viaje por carretera de unos 1.400 kilómetros para llegar a tiempo de votar en las elecciones presidenciales de su país y retornar hoy.

En Miami están inscritos algo menos de 20.000 venezolanos, lo que lo convierte en el mayor distrito electoral de Venezuela, dentro y fuera del país suramericano. Para facilitar y abaratar el traslado a Nueva Orleans e incentivar así el voto, diversas organizaciones han habilitado autobuses y otros medios colectivos.

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