En algún momento de la historia, alguien la llamó ‘caja boba’. La han maltratado, criticado y cuestionado su papel en la formación o deformación de las personas. Algunos, incluso, la han desterrado de sus hogares. Pero ella sigue ahí, esperando a que oprimamos el botón de encendido. La televisión siempre aguarda a que nos sentemos frente a ella.

Hace 120 años, con la invención del disco de Nipkow y del iconoscopio, se dio un giro radical en la tecnología que permitió que accediéramos a imágenes y sonidos a larga distancia. Había nacido la televisión y ella, como todo en nuestras sociedades, evolucionó, avanzó, con firmeza, para conseguir su sitio en cada casa. De la transmisión de programas locales se pasó a la internacionalización de los contenidos, y luego, gracias a la televisión pagada, los usuarios conocieron los imaginarios de otras latitudes.

Físicamente, la televisión también cambió: pasó de ser un armatoste voluminoso y limitado a un aparato decorativo, que pretende competir con la pantalla de cine. Asimismo, ya no peca de bobería, pues ahora, los eternos ‘embobados’, los telespectadores, responden a la programación a través de la nueva plataforma aliada de la televisión: Internet.

La programación, hoy en día, no puede mantenerse al margen de la opinión pública, de los deseos crecientes de los diversos sectores sociales, así, los personajes que aparecen en la pantalla chica se han diversificado, y responden a los gustos de todos: desde mujeres sujetas a cánones de belleza absurdos hasta seres sobrenaturales, animales, máquinas, híbridos, reales e imaginarios. La televisión presenta lo bueno, lo malo, lo feo, lo bello y lo raro. El amor, la violencia. El mundo, pues. O su imaginario, por lo menos, que comparten sus seguidores de todo el planeta.

En pleno siglo XXI, la televisión no puede darse ya el lujo de ser boba. No. Tuvo que sacarse los oropeles, salir de sus estudios, espacios seguros hechos de utilería, y enfrentarse al mundo, tal como la conocemos hoy, y por eso le dedicamos este número. Les invitamos, entonces, a oprimir el botón de encendido, luego de leer esta nueva entrega. Bienvenidos.