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Ingenieros civiles y arquitectos evalúan los daños

En Tarqui, las casas se hicieron con arena de mar

Un grupo de moradores de Tarqui juega cartas debajo del puente 4 de Noviembre en Tarqui.
Un grupo de moradores de Tarqui juega cartas debajo del puente 4 de Noviembre en Tarqui.
Foto: Wilmer Torres/ El Telégrafo
26 de abril de 2016 - 00:00 - María Elena Vaca

En Tarqui hay silencio. La principal zona de comercio de Manta está desolada. Por momentos, esa tranquilidad atípica en la que era la principal zona de venta de ropa, víveres, artefactos electrónicos y hoteles  solo es interrumpida por el sonido que emiten las decenas de aves rapiñas que sobrevuelan las 10 cuadras del malecón.

Las avenidas del centro de la parroquia de Tarqui están cercadas. A una semana del terremoto de 7.8 grados que sacudió el país, el lugar desde las 18:58 del sábado 16 de abril quedó congelado en una postal nefasta: casas de más de 3 pisos que ahora son pedazos de cemento comprimidos en una planta, edificaciones viradas, a punto de caerse, y que  solo se sostienen por delgadas columnas. Tarqui está en escombros. Fisuras de más de 5 centímetros  que abren el pavimento evidencian lo que pasó ese día. “Fue un sonido espantoso que salió de la propia tierra. Sonó fuerte. Parecía que quería tragarnos”, recordó el taxista Eduardo Loor.

Algunos pobladores, entre ellos trabajadores de hoteles y almacenes del lugar, se reúnen en el parque y allí -debajo de los árboles para aplacar el calor de 28 grados del mediodía y comiendo un pan- contaron cómo se idearon para salir en medio de los escombros.

Otros, como Jhony Vinces, prefirieron sentarse debajo del monumento El Pescador, uno de los símbolos de la parroquia. En ese lugar no solo se lamentan, sino que piensan qué harán para salir adelante. En Tarqui, todos tienen algo que narrar.

En Manta, la parroquia Tarqui no es la única afectada. También hay problemas en Mirafores, 8 de Enero y Jocay. En la última, según el profesor Medardo Cedeño, la afectación es de un 80% de las viviendas. Una de estas es su casa. Vive con su esposa e hija y ese día salió de compras, incluso cruzó las escalinatas de la clínica Manta, que ahora son escombros. Perdió todo.

El sábado pasado, un grupo de 50 ingenieros, arquitectos y estudiantes de ingeniería civil de las universidades de la Espol, Guayaquil, Católica y Laica de Guayas, evaluaron los daños. No ocultaron su asombro.

El ingeniero Guillermo Ponce explicó que zonas de Manta tienen “suelos complicados” y es una de las razones de “por qué hubo lugares con daños y otras en donde técnicamente no pasó nada”. A eso, llama efectos del suelo, en donde una de las razones de los problemas son los “rellenos” que “generan comportamientos diferentes de un lugar a otro”.

Anticipó que el “caso de Tarqui es complejo, se ve mucha afectación aquí”. En el análisis que realizaron descubrieron viviendas de construcción mixta, en donde incluso utilizaban arena de mar.

Según Ponce, el uso de este material no es una práctica nueva. “En Manta construyeron con otro tipo de ideas, aprovechando los recursos que tenían cerca. No es una tendencia nueva, se manejó por muchos años en la zona costera”. Por ello, precisó, las edificaciones con arena de mar son las antiguas. El ingeniero explicó que el uso de este material provoca “vulnerabilidad en las estructuras”.

A pesar de que la mayoría de viviendas era de construcción mixta y de hormigón, encontraron edificaciones con mezcla, en donde empezaron con acero, combinaron con concreto y finalizaron con madera. Ahí una de las fallas.

“Son construcciones informales  que no siguieron normas básicas de construcción”, afirmó Ponce, quien observó casos en donde la separación de estribos no fue  la adecuada. “Las columnas reventaron porque no estuvieron bien armadas”. Aludió el problema a la costumbre -por ahorro en algunos casos- de contratar personas no calificadas, como los maestros de obra, albañiles, que desconocen las condiciones de sismo-resistencia.

Estos expertos analizaron la estructura y cimentación de las viviendas (casos visibles). Realizaron un mapeo de los predios en cada manzana, en donde revisaron la condición visual de las columnas, vigas, losas, cubiertas y paredes. Plantearán recomendaciones a los habitantes de las zonas.

La concejala Verónica Abad, del Municipio de Manta, señaló que hasta el sábado un informe determinó que 100 viviendas serían demolidas en Tarqui. En Manta hay 292 barrios y cada uno tiene afectación. También se refirió a la informalidad a la hora de construir. “El denominador común de las viviendas es la falta de formalidad en la construcción”, dijo Abad, quien señaló que “en Manta, por lo general, se utiliza mucho la arena de mar en las construcciones”. Por ello, reformarán la ordenanza de construcciones. Prohibirán la utilización de la arena de mar.

Manta no es la única localidad que es evaluada. El Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), inspecciona las provincias de Esmeraldas y Manabí. Participan más de 500 voluntarios que recorren Muisne y Chamanga (Esmeraldas),  Pedernales, Canoa, Bahía de Caráquez, San Vicente, Jama, Sucre, Manta y Portoviejo (Manabí).

Los técnicos colocarán adhesivos en lugares visibles de las edificaciones. Las que tengan sticker rojo serán aquellas colapsadas e inseguras, en donde se prohibirá el ingreso y ocupación. Las que tengan sello amarillo, en cambio, tendrán restringidas ciertas áreas o por un período de tiempo. Mientras que el  color verde indicará que sus habitantes podrán ocuparla sin peligro.

26% de viviendas deben ser demolidas en Tarqui

Sobre la situación de las viviendas, el Cuerpo de Ingenieros del  Ejército (CEE) solamente conoce sobre la “zona cero” de la parroquia Tarqui (Manabí), en donde se analizaron 760 (0,6%) unidades de construcción (edificios y casas) de las 1.800 que hay en la zona.

El coronel de Estado Mayor, José Ramos, jefe de Planificación del CEE, explicó que de las 760 unidades de construcción de Tarqui, un 26% no es habitable, porque tiene daños severos que pone en riesgo la vida de las personas.  

Ramos precisó que en Manta están censadas 80.000 unidades de construcción. También evaluaron hospitales y edificaciones públicas. Agregó que 4 son las causas principales de las fallas de construcción en la zona: informalidad de diseño, calidad de materiales, fallas de ejecución técnica de construcción y falta de control de la autoridad.

Indicó, por ejemplo, que en varias de las edificaciones el diseño no fue apropiado y se realizaron con una referencia genérica, se usaba  arena y piedra que en la zona de Manabí son de baja calidad y se necesitaba añadir aditivos especiales. “Se hacía artesanalmente, agua y cemento y agregados”, explicó.

Sobre la arena de mar, el experto indicó que este material causa corrosión del acero y debilita la capacidad de resistencia de los elementos estructurales.

Los habitantes de Tarqui ingresan a escondidas a sus casas. Pedro Vallejo, dueño del hotel Pacífico, entró por segunda vez. Sacó tres colchones, una televisión y un cuadro. No se resigna. Edificó el hotel por partes; primero hizo dos pisos, pero se derrumbó con siete. Invirtió $ 1 millón. Vicente Villa, quien también, perdió su casa, es albañil y, al igual que el taxista Loor, construyó su casa con sus manos. “Lo volveré a hacer, pero con las columnas anchas”, anticipó. Villa ya piensa en comprar material y levantar de nuevo su casa. (I)

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