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Los pobladores piden que se los incluya entre los damnificados

El terremoto cambió el ritmo de vida en Rocafuerte y Montecristi

Las familias en el cantón Rocafuerte prefieren no entrar a sus hogares por miedo a las réplicas. Los García se turnan entre ellos para conciliar el sueño.
Las familias en el cantón Rocafuerte prefieren no entrar a sus hogares por miedo a las réplicas. Los García se turnan entre ellos para conciliar el sueño.
Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
21 de abril de 2016 - 00:00 - María Fernanda Arreaga

Desde Rocafuerte, Jama  y Montecristi.-

En el centro de Rocafuerte, cantón manabita y muy cerca de Portoviejo (Manabí), los daños son, sobre todo, materiales, según cuentan sus pobladores. En la zona se han reportado 3 fallecidos y varias viviendas destruidas de forma parcial y total.

El terremoto que sacudió al país el pasado sábado 16 de abril ha dejado angustiados a sus pobladores, quienes duermen en colchones fuera de sus casas por miedo a réplicas fuertes. Ese es el caso de la familia García, cuyos integrantes se turnan para conciliar el sueño.

Carlos Luis Loor, dirigente campesino, relata que su casa de construcción mixta se desplomó. “Mi esposa tiene quemado de la cintura para abajo. Cuando ella hervía leche, la cocina se le vino encima por el fuerte sismo, pero pudimos sacarla con vida al igual que mi hija”.

María Chávez, de 48 años, es otra sobreviviente, aunque cuando su casa se desplomó, sufrió daños en su espalda y ahora no puede caminar. Ella espera por ayuda para viajar a un hospital cercano y someterse a unos exámenes.

La iglesia central de Rocafuerte, al igual que escuelas o parques, también han quedado destruidos. Viviendas colapsadas también se observan en recintos cercanos del cantón, como Pasaje, Orcón, Buenos Aires, San Pedro, Valdez y Sosote.

Este último pueblo es conocido por sus ollas de barro y artesanías en tagua: collares y aretes. Hoy no quedan puestos en pie. Mientras que Rocafuerte tiene fama por sus dulces, alfajores, el rompope y otras delicias. Sus habitantes aspiran que con el tiempo recuperen sus comercios y el ritmo de sus vidas.

Otro lugar icónico de Manabí es Montecristi, el hogar de nacimiento de Eloy Alfaro y donde se instaló la Asamblea Constituyente que dio paso a la nueva Constitución de 2008.

Allí en el parque más de 20 familias acampan tras perder sus viviendas y artículos personales. Pero agradecen que siguen con vida. “No sé cómo, pero salí cuando empezaron a derrumbarse los edificios. Yo estoy viva de milagro, pero siento que todo tiembla”, cuenta María Vera, quien se encontraba en la parroquia de Tarqui cuando tembló la tierra.

Foto: AFP

Ella relata que en medio del caos vio cómo un hombre trataba de robar a las personas del lugar. “Aquí (en el parque) al menos me siento seguro con mis hijos, yo no regreso a mi casa porque está partida”.

En Montecristi el único lugar que tiene ligeras afectaciones es la iglesia, también hay varias casas que están colapsadas o se tambalean. Por ejemplo en el barrio San José hay viviendas de concreto sin la parte de arriba y otras con varios pisos que desaparecieron.

En el cantón los habitantes se quejan de que las ayudas llegan a zonas centrales como Portoviejo y Pedernales, y aunque reconocen que los daños son mayores piden asistencia, en especial agua limpia.

Por ejemplo María dice que  una botella pequeña de agua tiene que durarle hasta la noche y esperar a que le donen otra. También se queja de que las medicinas, pañales  para niños los esconden. En medio del dolor y las necesidades hay historias de sobrevivientes como la de Yolanda Mero, de 56 años.

La manabita expresa que en el momento del terremoto lo primero que pensó fue en proteger a su hijo, quien sufre de epilepsia. Una pared se cayó en la cabeza del joven, pues las bases de la casa de madera colapsaron. Su nieta, de 3 años, tiene heridas luego de que un bloque la impactó.

En Montecristi los pobladores aseguran que hay una persona fallecida. Se trata de una mujer que quedó atrapada cuando su hogar se derrumbó. En el cantón, que se estima tiene 70 mil habitantes, las autoridades aseguran que el 80% del sistema de energía está en funcionamiento. (I)

Un camión universitario llegó a Cojimíes

La Senescyt y el Ministerio de Inclusión Económica y Social organizaron una red con las universidades para que salgan de forma planificada a entregar sus donaciones.

Uno de los camiones partió ayer desde Quito con voluntarios de la Universidad Católica de Quito y alimentos para los damnificados en Cojimíes. Este poblado, ubicado en Manabí, es otro de los puntos afectados por el terremoto.

Diego Jiménez, director del programa de voluntariado de la PUCE, informó que la comunidad logró reunir 5 toneladas de donaciones, entre víveres, medicinas, agua y cobijas. Junto a él viajó un grupo de 6 voluntarios.

Sebastián Samaniego, estudiante de nutrición, fue uno de los primeros en llegar. El comentó que realiza acciones de ayuda desde la secundaria y fue quien gestionó la contratación del camión que llevó las donaciones.

La localidad fue escogida por la Senescyt y el MIES. Los voluntarios arribaron a Cojimíes alrededor de las 14:00 de ayer.

Según lo planificado, arribaron hasta la Junta Parroquial con ayuda del personal del ministerio del ramo. Además de entregar los aportes, Jiménez y los estudiantes realizarán estudio de las necesidades más urgentes de la población.

La PUCE determinó 3 ejes de ayuda: técnica, en la que participarán arquitectos e ingenieros; psicológica, con ayuda de estudiantes de medicina y carreras afines; y comunitaria, en la que colaborarán 30 personas fijas para recibir donaciones, separarlas y empacarlas. (I)

Con las provisiones que llegan hasta Jama, quienes viven en carpas por el momento se apoyan entre ellos para preparar los alimentos. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo

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