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El Telégrafo
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Pelea de gallos o la escritura que hiere

Este es el libro Palea de gallos de la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero.
Este es el libro Palea de gallos de la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero.
Foto: Cortesía
21 de septiembre de 2018 - 00:00 - Mónica Ojeda

Ya sabemos que existe una ola de escritoras hispanoamericanas actuales que, además de estar bajo el foco de atención de los críticos y de los lectores, tienen en común una búsqueda en torno a la violencia, al horror y a lo oscuro o lo misterioso. Me atrevería a decir, sin embargo, que no es esto lo que mejor define sus escrituras, sino el hecho de que en sus libros se trasluce una poética propia y una mirada sobre el mundo que posee más particularidades que puntos de encuentro con sus pares. A pesar de ello, las reseñas y los textos periodísticos que han hablado de estas escritoras —pienso en Samanta Schweblin, Liliana Colanzi, Mariana Enríquez, Ariana Harwicz, Selva Almada, Paulina Flores, Fernanda Melchor…— suelen recoger aquello en lo que sus escrituras se emparentan y no sus diferencias: aquello que las hace irremplazables en el marco de la literatura en español. Es por eso que para hablar de Pelea de gallos (Páginas de espuma, 2018), de la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero, me centraré en su diferencia: en eso que hace que su libro de cuentos tenga una marca personal y salvaje que la convierte en una escritora valiente en su indagación sobre el dolor y la experiencia del daño.

Pelea de gallos, el primer libro de cuentos de Ampuero, aborda la violencia y el horror ligados a la familia, ese gran monstruo debajo de la cama al que le pedimos amor aunque también sepa cómo golpearnos. Lo hace —y es esto la diferencia de otras escritoras actuales— dándole espacio a lo repulsivo y a lo escatológico como una forma más de desnudez, de fragilidad y, simultáneamente, de fortaleza. El reconocimiento de lo animal, de lo monstruoso en medio de la cotidianidad, se presenta en sus cuentos a través de las agresiones hacia las mujeres y hacia las niñas —aquí Ampuero hace una exploración descorazonadora acerca de lo que implica estar sometida de una u otra forma al deseo del macho en una sociedad patriarcal—, el fin de la inocencia, las relaciones de poder entre los miembros de una familia, etc. Es un libro en donde se muestran los abusos que se ejercen sobre los cuerpos de los más débiles, pero también de qué forma esos “débiles” encuentran otras maneras de fortalecerse y sobrevivir. Por lo tanto, sería justo decir que Ampuero ha escrito un libro sobre la supervivencia.

A pesar de que se trata de su primera publicación literaria, Ampuero no es una novata en la escritura: su trabajo periodístico está recogido en varias revistas y suplementos y, además, fue la ganadora del premio Cosecha Eñe 2016 con el relato “Nam”, incluido en Pelea de gallos. Su escritura, de frases cortas, contundentes y cadenciosas, es el complemento perfecto a las historias que sin duda están extraídas o inspiradas en su experiencia como cronista. Es un libro que no teme tomar partido ni plantear abiertamente la perspectiva del sufrimiento que viven las mujeres en contextos hostiles y misóginos, pero que también es capaz de tocar los matices de los hombres que no quisieran ser hombres en un mundo en donde serlo implica un tipo de masculinidad abyecta. 

Pelea de gallos, como toda buena literatura, es un libro de ficción que cuenta verdades, y por eso es terriblemente desgarrador. El debut de Ampuero es valiente al no temer hablar de víctimas ni de agresores cuando no caben los matices y sortea el riesgo con cuentos en donde la representación del lenguaje del dolor y del daño nos hiere. Una escritura que duele en medio de tantas que no producen nada. Hay que leerla. (I)

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