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Omar Rincón: "En procesos de paz o de guerra, el contexto es clave"

Omar Rincón: "En  procesos de paz o de guerra, el contexto es clave"
27 de julio de 2013 - 00:00

¿Quién es? Nombre completo: Omar Rincón. Profesión: Ensayista, periodista, investigador, catedrático y crítico audiovisual. Especialidad: Comunicación, periodismo y televisión. Nacionalidad: Colombiano. Estado Civil: Soltero. Docente: Universidad de Los Andes, Colombia.

¿Cuál ha sido el papel de los medios de comunicación en la construcción de realidades alrededor del conflicto colombiano? ¿Ha habido un manejo objetivo del conflicto?
En toda guerra, los medios son otro campo de batalla, donde se libran ideas, se luchan otros muertos y conflictos. El periodismo en Colombia ha cumplido una función positiva -de alguna forma- porque ha sido el notario de la historia, de las pocas memorias que tenemos, sea mala, buena o perversa. Ese papel todo el mundo lo critica, pero es el más útil porque tiene una memoria del presente, de la actualidad de una guerra que se juega día a día. Sin embargo, los medios siempre han sido muy institucionales, siempre a favor de las posturas del gobierno de turno. Y el papel que sí es negativo es el de reducir el conflicto a una solución muy simplista, ya que los medios crean ilusiones en la comunidad que no se pueden cumplir. Por ejemplo dicen: Santos y las FARC están en La Habana para una pronta negociación, pero eso no es así. Es un conflicto complejo, y el periodismo, por estar en la actualidad, tiende a simplificar y perder el horizonte histórico.

¿Y cómo describe la narrativa que se elabora alrededor del conflicto colombiano desde el periodismo?
Las narrativas periodísticas están siempre desde el lugar común y eso es un error del periodismo a nivel académico. Los medios siempre van a representar y narrar mal los conflictos porque casi siempre cuentan desde un punto de vista que es el sentido común y este sentido común es racista, clasista, excluyente; entonces, la narrativa de siempre es que hay un problema en Colombia que se llama FARC y hay unos buenos que somos el resto de colombianos, pero no hay una reflexión de qué pasa con los buenos porque sigue habiendo corrupción, no cumplimos con las leyes, trabajamos en narcotráfico. Entonces siempre hacemos una narrativa muy simplista: desaparecen las FARC y Colombia es un paraíso… eso no es cierto.

¿Qué papel deben asumir los periodistas en un conflicto armado como el colombiano?
El papel del periodismo es el de siempre, yo creo que los periodistas estamos haciendo mal nuestro trabajo. Yo me autocritico y digo básicamente que no estamos haciendo lo que tenemos que hacer: informar en contexto. En un proceso de paz o de guerra, el contexto es clave. Un muerto significa distinto en el contexto en el que se lee el asunto. Si estamos informando sin contexto, sin diversidad de fuentes o las fuentes son todas de un solo sector, estamos informando a punta de declaraciones mas no de investigaciones, de documentos, de reportería bien hecha, no estamos ofreciendo a la sociedad criterios de interpretación de la realidad. Se debe hacer ese periodismo que ubique los hechos en un contexto, que narre bien, con documentos, y no se convierta en: él dijo, tú dijiste, el otro dijo. Pero sobre todo, el periodismo en un proceso de paz debe ofrecer criterios para entender y creo que el periodismo colombiano está ofreciendo más criterios para confundir, y esa es una debilidad. Hoy se ha vuelto un periodismo emocional sin investigación, sin contexto y sin criterios de comprensión.               

Desde luego, no hay manual para hacer una buena reportería, pero ¿cuáles son las recomendaciones que usted daría a los reporteros que están ante un conflicto?
De alguna forma es no creer en todo lo que le dicen. En periodismo nos enseñaron a dudar de todo lo que nos digan y los periodistas están informando como verdades cualquier declaración. El periodista transmite las cosas como si fuera un transmisor de información y no se detiene a pensar lo que significa una declaración, cómo se  debe interpretar… Como está el periodismo salimos sobrando los periodistas, mejor habrá que poner una conexión directa entre la persona que manda los tweets y la página del periódico o la TV…         

¿Qué criterios metodológicos deben asumir propiamente los periodistas a la hora de realizar la cobertura del conflicto armado?  
Hay 3 puntos básicos e históricos que no pueden cambiar: primero, debe contar una historia, porque así la gente va entender lo que le vamos a contar; hoy, el 90% de lo que se informa no cuenta historias. Segundo, si bien la verdad no existe, hay que saber ganar el máximo nivel de verdad. Si en lugar de un entrevistado hay cinco, habrá más posibilidades de que gane la verdad, si hay siete documentos más y marcos de interpretación para enfocar la información, voy a tener más posibilidades de verdad.

Y, finalmente, que el periodista vuelva a lo de antes. Cuando uno entrevista a mucha gente tiene que construir un criterio propio para saber qué vale la pena que sepa la ciudadanía. Los periodistas estamos desconectados de la gente y estamos más enlazados al poder. La ciudadanía quiere saber cómo va el proceso de paz... va bien en el sentido de que se está negociando, hay voluntad de paz de ambos lados. Mal en el sentido de que cuando hay procesos de paz, las guerras recrudecen porque cada sector se vuelve más fuerte y hay que explicar que eso es normal. El periodista debe poder construir y explicar qué está pasando.

¿Qué garantías y limitaciones tiene un reportero al informar desde el lugar de los hechos?
Son las mismas que existen en toda América Latina. Los límites para el periodista en Colombia son varios: la existencia de pocos medios es un límite para la libertad de expresión porque no hay dónde trabajar y no hay posibilidad de tener diversos enfoques. Es bueno que haya muchos medios para que haya muchas versiones de la realidad. Segundo, los medios se volvieron un negocio, se preocupan más de la pauta y se olvidaron de la calidad de la información. Tercero, en Colombia al haber tantos actores violentos como narcotráfico, paramilitares, bandas criminales, fuerzas militares, políticos corruptos, el periodista recibe demasiadas amenazas y no sabe de quién viene. También se ha puesto de moda, así como en Ecuador, judicializar la labor del periodista. Ahora, uno piensa antes de informar porque le pueden poner un juicio. Cuarto, el límite más grande y el que más me preocupa es que somos perezosos, uno va al lugar de los hechos y espera sentado a que la realidad venga a uno, espera a que salga el fiscal y diga qué es lo que tengo que decir, en lugar de ir a investigar y construir la realidad. Garantías también hay. El periodismo es un oficio bonito porque está hecho para molestar al poder, y éste siempre se va a defender. El periodista tiene que ser tan agudo, tan buen narrador de historias, tan buen reportero que debe ser capaz de contar más verdades a pesar de los límites.

Desde los medios, ¿cómo se puede contribuir a crear una cultura de paz y estructuras democráticas, tomando en cuenta que desde Colombia se exportan producciones televisivas alusivas al narcotráfico, a las pandillas, a la violencia en general?
Colombia es famosa en el mundo porque lo que ha exportado es violencia en todos los sentidos. Violencia humana porque adonde llegan muchos colombianos también llega un factor de delincuencia; hemos exportado violencia simbólica con el cine violento, las narcotelenovelas... Pero a mí me parece que está bien porque al ser un país violento necesita hacer catarsis, y la única forma es contando esas historias.

Alemania hasta hoy, 60 años después, sigue contando historias de Hitler, fascismo, nazismo, porque quiere lavar esa culpa; los argentinos siguen hablando de desaparecidos, los gringos de Vietnam, los colombianos tenemos que seguir hablando de violencia porque llevamos 60 años con las FARC, 40 años de narcotráfico, 20 años de paramilitarismo, 100 años de violencia cotidiana. Pero sí me parece que debe haber más versiones. El problema es cuando nos quedamos con una sola, y lo más peligroso es que en la actual los que salen bien son los victimarios y no las víctimas. Se vuelve héroe a Pablo Escobar, a los narcotraficantes, a las chicas prepago, a lo ilegal, y se necesitan otras versiones donde los buenos sean héroes. Necesitamos ampliar el rango del relato y diversificar las versiones.

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