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El Telégrafo
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Andrey Astaiza, director de la Escuela de Artes Sonoras de la UArtes

"Lo clásico puede ser divertido así como lo popular profundo"

"Lo clásico puede ser divertido así como lo popular profundo"
Foto: Miguel Castro / EL TELÉGRAFO
20 de marzo de 2019 - 00:00 - Redacción Cultura

En diciembre de 2018 el Consejo de Educación Superior (CES) aprobó el proyecto de Maestría en Composición Musical y Artes Sonoras planteado por la Universidad de las Artes (UArtes). La propuesta abrirá su convocatoria este año con un cupo de hasta 25 alumnos que no necesariamente deberán haber cursado el conservatorio para ingresar.

Andrey Astaiza, músico e intérprete de corno francés que preside la Escuela de Artes Sonoras de la institución, responde qué significa estudiar un posgrado de este tipo en un país en el que los directores musicales deben especializarse en el exterior y en el que la Academia en niveles básicos y medios enfrenta crisis estructurales. En los conservatorios, por ejemplo, no se enseña a tocar el requinto, que es uno de los instrumentos esenciales de la música popular local.

Una de las cosas que se piensa de la Academia es que hay muy poco espacio para lo popular

No pude estudiar aquí. Me fui por 15 años y cuando volví fue a ser rector de la institución que me rechazó. Quise empezar a los 15 años, no era imposible entrar al conservatorio. Me tuve que ir, pero esa no debería ser la fórmula para todos los que son creadores natos. Si bien es cierto que tenemos una falencia en el nivel básico medio de enseñanza musical, también es cierto que hace más de un siglo que hemos visto a la música por una sola cosa. Hemos creado un espacio para que los creadores, quienes quizás no vienen de conservatorio puedan entrar a la educación superior. Me niego a creer que una maestría sea excluyente, más bien debe abarcar a la gente que tiene talento y vea a la música como algo más grande.

¿De qué manera estas propuestas universitarias pueden replantear lo que se sostiene en la educación básica?

En el mundo hay una adaptación de los conservatorios. Ahora ven a la pedagogía como una calle de dos vías, no solo desde la educación, sino cómo la gente aprende música, los conservatorios sistematizan eso y lo convierten en un círculo virtuoso el arte de enseñar y educar.

¿Qué pasa con géneros masivos como el reguetón en la Academia?

Defiendo que la gente escuche lo que quiera. Me parece que las letras de algún reguetón exacerban esa visión de que la mujer es un objeto.

Pero eso pasa también con la salsa, en los boleros…

Ese concepto no necesita ayuda, ni que la gente se haga millonaria. El reguetón es fantástico desde la manera como graban, conciben, llenar un estudio con millones de personas es fantástico.

¿Hay explicación sobre por qué gusta tanto?

Nuestros indígenas tienen un estilo de repetición que tienen otros compositores, como Philip Glass, que a través de la producción generan un trans, te eleva a otro nivel. La música tiene eso que otras artes no. El reguetón, me animo a decir, que tiene eso, un ritmo repetitivo que te eleva y te pone en otro lugar. Lo bueno es que la Academia le puede servir para ver debajo del microscopio estas cosas, que no sea una radio o sistema de algoritmos que te diga: “esto es lo bueno” y que como lo dice y reproduce, sea la música que le guste a todos. La Academia tiene que mostrar diferentes tipos de música, para que tú decidas qué es lo que te gusta.

Las restricciones de la Academia hacia lo popular o masivo, ¿en qué medida han mantenido a nuestros ritmos locales de manera aislada?

No sé si la Academia es la única culpable de eso. A veces somos presa de algoritmos o estéticas de otros. El rigor tiene que ver con la falta de creatividad. Yo sí creo que tiene que existir una academia abierta, generosa y creativa que impulse al estudiante a cometer un sincericidio musical, a decir lo que realmente le gusta y por qué, y qué puede hacer con eso. No creo en una academia que te diga que Bach es el rey del contrapunto y no más. Creo en una academia que te diga “Bach es el rey del contrapunto pero fíjate en lo que hace Café Tacvba”. Esa academia es la que realmente crea y permite a la persona servir. Unir las cosas para no enemistar la academia con la actualidad.

No hay que estudiar solo a los modos gregorianos, por qué no traer Radiohead. Eso te da libertad y menos prejuicios. Lo clásico puede ser divertido así como lo popular puede ser profundo. (I)   

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