A las 08:00, Sofía ajusta su gorra para protegerse del sol o se coloca su poncho de aguas cuando Quito amanece con lluvia. Aguarda a que la luz del semáforo cambie a rojo y salta a la calle.

Con la sonrisa de sus labios rojos radiantes, saluda a los conductores que toman a diario el tramo norte de la av. 10 de Agosto, en la capital. Se mueve ágilmente entre los cuatro carriles de la avenida y entrega un ejemplar de un periódico gratuito.

Su mirada no inspira otra cosa que amabilidad, pues la joven considera que su trabajo no solo es repartir periódicos sino “hacerles el día” a los clientes.

Ella ha sido testigo del efecto de un saludo carismático. Está segura de que si un conductor viene estresado por el tráfico, “con un ‘buenos días’, les cambia la cara. Así no coja el periódico, ya se va feliz”, contó. También recuerda a los conductores que una mala mirada la deprime a ella.

Quienes más alegran su día son sus clientes fijos. Apenas ingresan a la avenida la llaman con el pito de su vehículo para que ella alcance a entregarles el diario. La saludan y con “una conversadita por ahí” mejora su día.

Sofía tiene 24 años y lleva seis años repartiendo periódicos en distintos puntos de la ciudad. Su horario de trabajo, desde las 07:00 hasta las 10:00, es ideal para luego dedicarse al cuidado de su hijo de tres años. Para ella es un trabajo cómodo y no forzoso.

Una vez escapó de ser atropellada, aun así, no tiene miedo de cruzarse entre carro y carro. Tiene clara una regla: “en rojo se reparte; en verde, se sale (de la calle)”. Además, sus supervisores y los policías metropolitanos vigilan que no
arriesgue su vida.

Otra regla que cumple al pie de la letra es sobre la distribución de periódicos: se entrega un ejemplar por auto particular, estos son su prioridad porque puede tratarse de un próximo auspiciante. No entrega a buses ni camiones. Y a taxis, solo si un pasajero del mismo lo solicita. Y considerando la seguridad de los motociclistas que no pueden ocupar sus manos al manejar, no se los entrega. (I)