Sobre la adoquinada Plaza San Francisco hay una bandera con los colores del arco iris y varias pancartas en donde se lee: “Beso por mis derechos, por mi género en la cédula, porque no haya bullying en los colegios y también contra el odio”.

Es sábado y el sol está a punto de ocultarse. La exposición de los mensajes en la transitada avenida 9 de Octubre y Pedro Carbo despierta la curiosidad de los transeúntes, que se detienen por un momento a leer sin entender.

En cuestión de minutos, adultos y niños se aglutinan en el lugar. La plaza por unos instantes parece el escenario para un show, pero quienes quieren llamar la atención no son actores, sino activistas que buscan defender sus derechos.

Una de las organizadoras es transfemenina y viste un ajustado corset y jeans. A través de un megáfono pide: “No más homofobia. ¿Qué queremos?”. Y el resto del grupo responde: “Inclusión”. Repite la pregunta y obtiene como resultado al unísono: “Respeto”.
Mientras eso ocurre se escucha el repicar de las campanas que invitan a misa. Casi simultáneamente, una novia llega apresurada y entra a la iglesia sin percartarse de lo que pasa afuera.

Los transeúntes empiezan a entender la razón de la manifestación. Pero si aún había alguien sin captar el mensaje, quedó claro cuando en el centro de la plaza se ubican tres parejas. Fernando Macías y Alexander Cisneros, mirándose a los ojos, llevan sus manos al rostro y juntan sus bocas en un beso, que repiten por tres ocasiones.

Mientras que Vanessa Gómez y Liam Bazurto optan por tomarse de la cintura para demostrarse afecto, ante las miradas atónitas. Los transeúntes exclaman: “Pero si son dos mujeres”.  Otros añaden: “Que Dios las perdone”. Unos cuantos más invocan la presencia divina; incluso no faltan quienes increpan a los uniformados: “Policía, ¿por qué no hace algo?”.

Cae la tarde y los besos entre las parejas gais continúan... al igual que la boda que se oficia en la iglesia. (I)