Ecuador, 20 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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Crónicas a pie

Todos los nombres se convocaron alrededor de una película

Siete personas entraron a la sala de cine en el más denso sigilo y se sentaron en las últimas cinco filas, en distintos lugares, sumergidos en sus propios universos (no muy distantes –ni diferentes– al de los otros). Era miércoles por la noche, el frío había cedido en Quito y en cuatro días la película Call me by your name (Llámame por tu nombre), de Luca Guadagnino, saldría de la cartelera de los cines comerciales.

Eran siete personas que apenas hablaban, solo se veían mutuamente, con una ansiedad que se revelaba en sus sonrisas generosas, en sus miradas transparentes. Las luces de la sala se apagaron con calma y la pantalla soltó una secuencia de fotografías de esculturas grecorromanas que paralizó a  los espectadores.

Eran cuerpos de piedra y bronce –muchos de ellos incompletos y masculinos, como siempre suelen revelarse ante el mundo estos seres– que se proyectaban en los ojos de siete personas que habían dejado de ver una película, para dedicarse a contemplarla. No había espacio para más en ese cuarto oscuro que lo comprimía todo: la agitación, las risas, los sollozos y la saliva atravesada en el cuello tenso fueron aplacadas por los grandes periodos de silencio que también hubo.

Durante la función de esa película que narraba una historia de amor en el estío –y que fue censurada en Túnez por su “temática homosexual”–, esas siete personas se dejaron salpicar por los objetos que brotaban de la pantalla. Porque Call me by your name es una obra sobre objetos únicos: aparecen albaricoques, piscinas, árboles frondosos, bicicletas, bebidas frías, cuerpos que brillan sin sudar, pantalonetas en la tina de baño, libros, pianos, guitarras y dos hombres que se encuentran, por primera vez, en una vieja casa italiana.

Eran siete personas y eran estas: una pareja de dos hombres, otra de dos mujeres, una de un hombre y una mujer –que, por su complicidad, seguramente eran amigos– y un tipo, solo. Todos los nombres –los necesarios– fueron llamados a esa función. (O)

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