Es martes, 08:00, y la puerta de entrada 1 al estadio Monumental está cerrada. Afuera, apenas cinco periodistas de radio esperan que den orden para entrar. Mientras tanto, los carros de lujo conducidos por los jugadores ingresan.

El grupo de reporteros crece y varios de ellos se refugian en la tienda vecina al estadio. Unos piden sánduches de mortadela con queso; otros, gaseosas. Son las 08:45 y dan la orden para que los medios ingresen.

El nuevo equipo de guardias, a diferencia de otros años, revisa a cada uno de los periodistas y les piden su credencial. A dos hinchas que quieren entrar como prensa no les permiten el ingreso.

Ya en la zona mixta –también llamada “corralito”– están 22 periodistas. Los reporteros gráficos se ubican lo más cerca posible a la cancha mientras los comunicadores se instalan en unas gradas de madera, con techo, para protegerse de los intensos rayos solares.

Mientras el equipo trabaja en la cancha, más periodistas se integran; la presencia de fotógrafos y camarógrafos es mayoritaria, ya que la intención es captar a Steven Zamora, quien el fin de semana debutó con un gol en Barcelona.

–Ese es, el que está con zapatos verdes –le dice “Gualpa” a un reportero gráfico.
–Sí, ese parece –le responde Miguel.

Pero cuando el grupo de jugadores sube las escaleras para ir al gimnasio, los camarógrafos y fotógrafos hacen un solo bloque para “cazar” a Zamora.

–Ahí viene, es el que está con los zapatos en la mano –exclama César, mientras saca otro lente de su mochila.

Acto seguido el sonido de las cámaras es lo único que se escucha. Luego de 20 minutos, Luiggi Machiavello –jefe de prensa del club– informa que Zamora va a contestar preguntas abajo, en la sala de prensa. El grupo de comunicadores, que a esa hora (10:30) ha crecido a 40, baja por un camino de piedra, hasta llegar a la sala.

Pasadas las 11:00 cada uno, caminando o en carro, abandona el estadio. (I)