Antes que el reloj marque las siete de la mañana, Mario llega puntual a su sitio de trabajo: las afueras de la Unidad de Flagrancia, en Quito. Su voz caribeña es inconfundible, pues cada vez que se acerca a sus clientes le sale su acento venezolano. Mario llegó al Ecuador hace un año, ahora se dedica a captar clientes para abogados que tienen casos en Flagrancia.

Su vestimenta es casual, su mirada está fija en las personas que entran y salen de la dependencia judicial. En su pecho lleva una credencial con sus datos.

Dice que la experiencia lo llevó a observar a clientes potenciales, pues los llantos o las miradas perdidas son dos elementos que le permiten acercarse para ofrecer los servicios de sus jefes -los abogados-.

Tiene 33 años, la piel morena y ojos claros, cuando se acerca a quienes podrían ser sus clientes lo hace de manera gentil, hasta los consuela.

Aunque su trabajo es conocido por todas las personas que transitan en la unidad, Mario prefiere ser sigiloso y habla con los familiares de los procesados o víctimas en voz baja. Les dice el valor de los servicios de sus abogados, su experiencia y el número de casos que tramitan.

Por cada cliente que lleva al estudio jurídico recibe un porcentaje del 33% del valor de los servicios, al mes logra obtener hasta cuatro usuarios. Mario dice que los delitos que más abundan en Flagrancia son violación, violencia intrafamiliar, microtráfico y hurto.

“Me sorprende el nivel de violencia que hay en contra de las mujeres, llegan  golpeadas por sus parejas, los denuncian, pero luego desisten del proceso”, indica.

Este joven venezolano menciona que su trabajo le da estabilidad, y pretende quedarse en el Ecuador 10 años. Cada mes envía dinero a su familia, se enorgullece al decir que tiene una casa propia y que sus hijos van a un buen colegio.

En Quito vive con un compatriota, sabe que si el trabajo decae tendrá que viajar hacia Chile o Perú. Espera que su país salga de la crisis, pues su objetivo es retornar y reabrir su restaurante y cafenet que antes le daban una vida estable en su natal Caracas. (I)

Pamela Fuentes
Periodista de Justicia