Publicidad

Ecuador, 28 de Marzo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Crónicas a pie

Ezequiel busca el equilibrio sobre el asfalto y en la vida

Ezequiel Bacaluzo tiene menos de dos minutos para mostrar sus malabares frente a una decena de conductores que esperan impacientes frente al semáforo.

Es una calle frecuentada por vendedores de mandarinas y limpiadores de parabrisas.

Sus manos se mueven con rapidez mientras las pelotas de colores ascienden y descienden ante la mirada atenta de transeúntes y conductores.

Él, mientras tanto, se concentra en mantener el equilibrio que, a veces, lo traiciona. Basta una pequeña distracción y las pelotas ruedan por el pavimento.

En la avenida Mariana de Jesús, el tráfico es incesante y Ezequiel se protege del sol con un sombrero de paño que lo hace sudar como tapa de olla. Ello ocurre a pesar de que está acostumbrado al calor. Antes de venir a Quito, estuvo en Santarém (Brasil), el segundo municipio más grande del estado de Pará. Allí, la temperatura puede alcanzar los 39 grados centígrados.

Su periplo por América Latina empezó en enero. Su trayecto empezó en Brasil y cruzó en barco hasta Colombia, el país que lo acogió por 5 meses; luego bajó a Ecuador. “Cuando viajás por diferentes países, hay que buscar dónde hospedarse; yo encontré a una buena amiga que me acogió. Se llama Majo”.

Su casa es compartida; hay espacio para los extranjeros que viajan con su arte.

Antes de las 21:00, todos se reúnen para merendar. A Ezequiel no le gusta hablar de trabajo cuando está donde ‘la Majo’. Prefiere distraerse con un gato que se pasea por los muebles y que se arrima a sus piernas. Su estadía en Quito será corta; con el dinero que consiga reunir por los malabares, viajará a Salinas, Montañita y Guayaquil.

Antes de emprender su aventura, trabajó en un supermercado en Pergamino, Argentina, durante 8 meses. Consiguió reunir el dinero para viajar en bus hasta Quito, una ciudad que lo impactó desde el principio. “Cuando miré las montañas, me enamoré de esta ciudad”. (I)

Andrea Rodríguez B.
Especial para EL TELÉGRAFO

Contenido externo patrocinado