Ecuador, 24 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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Crónicas a pie

La entrada a la cárcel dependía del largo y la claridad de la ropa

El policía la miró con displicencia antes de que ella le hablara. Incómoda e insegura, Vanessa se acercó a la puerta de la cárcel y esperó un llamado de atención, sin saber siquiera cuál era su error. —No puede entrar con esa blusa —le dijo el agente— es transparente.

Ella agachó la mirada y vio lo que llevaba puesto. Respiró profundo y con una sonrisa fingida le explicó: —Es tejida y tengo una prenda negra por debajo, de modo que no se me ve nada.

El uniformado vestido de camuflaje parecía no escuchar y hasta disfrutar de cómo la impaciencia decoloraba el rostro de Vanessa en cada intento de hacerlo entrar en razón. ¡No es transparente!, repetía la fémina pensando que de tanto decírselo lo convencería.

Una lámina de metal, al ingreso del centro, avalaba la decisión del policía, así este no tuviera la razón. Ahí, en una lista de más de una docena de prohibiciones, constaba que las mujeres no podían ingresar a los centros de rehabilitación social vistiendo minifaldas y/o escotes.

Esa línea ya no va más.

Los privados de la libertad del taller de Metalmecánica la eliminaron de la nómina de restricciones. Solo esa.

Las visitas aún no pueden ingresar dinero, celulares, armas de fuego, drogas, zapatos de taco, pasadores, gafas, explosivos, comida, entre otros objetos. En caso de que lo hicieran serían sancionados con pena privativa de libertad.  

Gina Godoy, coordinadora Zonal del Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, contó que en una ocasión preguntó al personal de seguridad a qué se debía esa regla contra la vestimenta y le respondieron que si las mujeres entraban así provocarían a los hombres.

Tras la sorpresa que se llevó consideró que eso debía cambiar. “Tenían la premisa de la víctima provocadora y no la de un macho agresor que vulnera los derechos. La consigna ahora es que los privados de la libertad aprendan a respetar a las mujeres sin importar cómo estén vestidas, o así estén desnudas”. (O)

Karla Naranjo Álvarez    
Periodista

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