El bus de la línea 49 apenas baja la velocidad y Carlos Perlaza, de 19 años, se lanza sobre el asfalto ardiente. El sol “incendia” las calles de la ciudad y este vendedor de agua hace rechinar sus zapatos en el pavimento ardiente. Con una mano sujeta las botellas de agua y con la otra apenas le alcanza para aferrarse al vehículo.

Dice que trabaja en esta avenida al suroeste de Guayaquil porque arriban muchas personas que hacen intercambio de buses. Los que van al centro y quienes viajan al noroeste.  Esta vía -que no tiene más de dos kilómetros de largo- aglutina a su paso a comerciantes informales. A un costado de ella se ubica Marcelo Pilay, uno de los cuatro vendedores de cangrejos.

Cuenta que trabaja en el sector desde hace 6 años y que suele ganar entre $ 30 y $ 40 por día. Este hombre de 47 años oriundo de Chanduy, asegura que el sector no es peligroso ya que cada cinco minutos pasa un patrullero, porque la vía es paso obligado para ir a la Policía Judicial. Además ahí se ubica un centro comercial, el consulado americano y dos cadenas de supermercados.

Mariela Chicaiza, de 34 años, dice que todos los días espera el bus de la 8 que la lleve hasta su casa. Resalta que el sector, cerca de la puerta de ingreso de la urbanización Jardines del Salado, es el que congrega mayor número de personas.

“Aquí uno espera el carro y puede comprar desde un maduro con queso hasta un atado de cangrejos para llevar a casa”.

Jacinto Gonzabay, en cambio, es vendedor de caramelos y chocolates. Tiene más de 4 años dedicado al comercio. Para él, este sector es bueno porque todo el día está con personas que esperan los buses para trasladarse. Aclara que no toda la Rodríguez Bonín es comercial, porque cerca de la Policía Judicial y las urbanizaciones Girasoles y Renacer solo existen locales comerciales.

Añade que en la intersección de la av. Barcelona también es un sitio donde los vendedores compiten por ganarse unos dólares. (I)