Ecuador, 26 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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La agitada vida de los comerciantes sexuales en las calles

Supuestamente es el oficio más antiguo de la humanidad; en Guayaquil la prostitución tiene su geolocalización. La mujer trans Mariam cobra 15 dólares, más el costo del hotel. Ella vende su cuerpo en las, por ahora, frías noches de Guayaquil. El motel cuesta seis dólares, informa Miriam a un cliente que muestra interés.

Ella, como respuesta, sale corriendo en puntillas, acomodándose el vestido ante la presencia de un patrullero policial, cuyos agentes hacen uso disuasivo de la baliza del carro para “limpiar” el sector de una veintena de personas que venden placer de vereda en vereda.

La escena se repite, en al menos, 10 sectores de la urbe. A pocas cuadras, desde las 19:00, la oferta se toma otra zona. En las lúgubres esquinas, grupos de tres y cuatro mujeres exhiben sus curvas a los peatones y conductores de vehículos, a tres cuadras de la avenida 9 de Octubre.

Los precios para “comprar” esos cuerpos oscilan entre 20, 25 y 30 dólares.

Martha, una de las prostitutas de la zona, cuenta que hay noches en las que gana entre 150 y 200 dólares. La mujer, de 30 años, piel canela y cabello lacio, reconoce lo peligroso de la actividad, más aún cuando este año una de sus amigas fue agredida sexualmente por supuestos clientes en el norte de la urbe porteña. En otra zona, junto a la ciudadela La Atarazana, a lo largo de la avenida Elías Muñoz, trabajan colombianas y venezolanas.

Ahí lo precios para recibir placer sexual van desde 50 dólares, según una de las trabajadoras que alza su vestido para miccionar junto a un poste de alumbrado público. Estas escenas son comunes en las intersecciones de las calles Luque, desde Santa Elena hasta Tulcán; en la calle Los Ríos desde Hurtado hasta Clemente Ballén.

En Coronel y Capitán Nájera, los alrededores de los parques Chile, Victoria, San Agustín y Centenario. También están en la vía a Daule, frente a la parada de la metrovía denominada Gallegos Lara, entre otras, desplazando al barrio de tolerancia y burdeles, donde el acto sexual puede conseguirse a precios que van de 12 a 15 dólares, según el servicio. (I)

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