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El poder de las telenovelas (Galería)

El poder de las telenovelas (Galería)
04 de enero de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

En Brasil, la telenovela tiene una particularidad: la ven todas las clases sociales y eso incluye también a los intelectuales. La afición de los brasileños por las telenovelas nacionales incluso llegó a influir en el descenso de la natalidad registrada en ese país en las últimas 4 décadas, según lo confirmó una investigación desarrollada por el Centro de Investigación de Política Económica (CEPR), de Londres.

El estudio indicó que este fenómeno se debe a que la población de Brasil dedica mucho tiempo al televisor y no a otros menesteres en el dormitorio. En realidad, la causa de esta disminución se relacionaba con el tamaño pequeño, y poco realista, de las familias que suelen retratar estas series televisivas y que desalientan a los brasileños a la hora de tener hijos. Para José Laso, catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar, especializado en Literatura clásica y Filosofía, las repercusiones que tienen las telenovelas son sorprendentes y se refieren al hecho de que en Brasil los actores de estas series se han convertido en una suerte de consultores sociales, porque tienen, en muchos casos, que resolver las inquietudes que plantea el público cuando ya no están frente a las cámaras.  

“La gente, con frecuencia, tiene muchas preguntas para los artistas. Les preguntan cómo resuelven los conflictos con sus hijos, cómo superaron el problema de la homosexualidad, de qué manera combatieron el cáncer. Muchos actores incluso se asesoran con especialistas para responder estas inquietudes”.

Este tema fue abordado por Hugo Benavides, PhD en Antropología Cultural, quien dictó un curso en la Universidad Andina denominado El Melodrama en Latinoamérica: telenovelas y narcodramas. Este taller estuvo basado en un libro que Hugo escribió hace varios años y cuya traducción en español es Drogas, sicarios y divas.

“Desde los 6 años veía telenovelas y, en algún momento, sentí mucha culpa por creer que había desperdiciado mi tiempo de esa forma”. En realidad —dice— no perdemos el tiempo, porque son historias que reflejan realidades. Para Hugo, nuestras vidas se ven reflejadas en los personajes de estas series. Al ver una telenovela, presenciamos la vida de otros; constatamos sus dificultades, pero tenemos la tranquilidad de que no son nuestros problemas. En cierto sentido, el espectador experimenta una sensación de alivio, porque al ver otras realidades —en muchos casos similares a la suya— siente que no es el único que atraviesa una dificultad.

Para Benavides gran parte del éxito de las telenovelas radica en su estructura, subdividida en capítulos que se transmiten a diario. “El capítulo nos engancha y siempre estamos pendientes hasta el siguiente día de lo que va a suceder”. Quienes escriben y producen estas historias de ficción no pueden anticipar su éxito o fracaso. En el caso de Yo soy Betty, la fea, los productores tenían previsto finalizar la serie en un determinado capítulo, pero debido al éxito alcanzado, se vieron obligados a ampliarla. Hace 4 años, ingresó al libro de los Records Guinness como la telenovela más exitosa, al ser emitida en más de 180 países, ser doblada a 25 idiomas y contar con más de 20 adaptaciones alrededor del mundo. La verdad es que ni el colombiano Fernando Gaitán, el guionista de esta producción, pudo vislumbrar que su novela llegaría a Europa y Medio Oriente, porque también fue transmitida en Egipto.

José Laso no duda del impacto que tienen estas producciones en la vida de millones de personas. Recuerda que Delia Fiallo, y guionista cubana, considerada una de las más reconocidas escritoras de telenovelas, en una ocasión afirmó que en el mundo hay casi 1.500 millones de personas que ven telenovelas todos los días.

Según el catedrático, esta producción está anclada en su forma narrativa a los géneros, en particular, al folletín, un género dramático de ficción caracterizado por su intenso ritmo de producción, el argumento poco verosímil y la simplicidad psicológica. El folletín, según los entendidos, recurre a la temática amorosa, pero también al misterio e incluso a lo escabroso. Algunos grandes escritores como Víctor Hugo, autor de Los Miserables, Alejandro Dumas con Los Tres Mosqueteros y Eugéne Sue autora de Los Misterios de París, fueron reconocidos en este género de las novelas por entregas.

“Aunque dejemos de ver la telenovela durante una semana y volvamos a engancharnos, recuperamos el hilo casi de inmediato, porque así es la lógica de la estructura narrativa del folletín y de la telenovela”, enfatiza Laso.

De hecho, Jesús Martín Barbero, en uno de sus estudios, advirtió que la telenovela se ha consolidado en América Latina como el tipo de programa no solo más legitimado en las preferencias de sintonía, sino, además, como la forma de producción local que mayor éxito comercial ha alcanzado. “Hoy ya no resulta extraño observar en la televisión estadounidense, europea o asiática producciones de esta naturaleza creadas en México, Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia y Perú”.

La telenovela es objeto de estudio

El Observatorio de Ficción Latinoamericano (Obitel), dirigido por la brasileña María Immacolata Vassallo de Lopes y el mexicano Guillermo Orozco, analiza, entre otros múltiples temas, el impacto de las telenovelas en el comportamiento social. Uno de los temas más analizados es el de la transnacionalización de la telenovela, creada en Brasil, cuya repercusión no se restringe a este territorio, sino que lo trasciende. En el caso de Colombia, la narconovela, a pesar de que tiene lugar en un contexto diferente, atrae a diferentes públicos de América Latina. En ese sentido, las fronteras culturales se vuelven porosas. Otro fenómeno que ha sido estudiado es el de la transmediatización, es decir, el mundo de la telenovela no solo se reduce a la pantalla chica. Hoy en día, los personajes y sus historias también están presentes en los blogs, redes sociales y juegos virtuales, entre otros.

Cuando hablamos de las audiencias de las telenovelas, con frecuencia, se excluye de ellas a los intelectuales, quienes, de alguna manera, han subestimado el valor de estas producciones.

De acuerdo con José Laso este criterio parte de una cultura elitista en la que fueron formados los intelectuales frente a lo que representa la cultura popular. “Creemos demasiado en el libro, pero la paradoja es que a los intelectuales que odian la telenovela, les fascina el fútbol y otros aspectos de la cultura popular”. La telenovela es concebida como un lugar en el que se manifiestan cambios importantes que atañen a la industria cultural de América Latina, ya que permite tomar el pulso desde un producto concreto a las relaciones entre cultura, comunicación y sociedad.

En una ocasión, cuando le preguntaron a Santiago Roncagliolo, escritor peruano, por qué le gustan tanto las telenovelas en Iberoamérica, respondió que la razón está en el amor. “Allá, en América Latina, nos gustan las canciones de amor, las películas de amor, todas las historias de amor”. Para él, no es ninguna tontería decirlo y considera que la obra El amor en los tiempos del cólera es un gran ejemplo del melodrama. “Lo esencial de esta novela está en sus 400 páginas y esto es lo que sostiene a toda la telenovela, una mujer que se mantiene virgen durante 120 capítulos y cuando al fin consuma su sexualidad, pues tú también sientes un gran alivio a su lado”.

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