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El Telégrafo
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La pubertad comienza a una edad cada vez más temprana

El cerebro humano es capaz de medir sus reservas nutricionales y decide permitir o negar la aparición de la pubertad. Ilustración: Patricio Mosquera
El cerebro humano es capaz de medir sus reservas nutricionales y decide permitir o negar la aparición de la pubertad. Ilustración: Patricio Mosquera
22 de noviembre de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

Las niñas son niñas durante menos tiempo. La infancia se acortó y la pubertad se adelantó.

Este fenómeno no pasa inadvertido para la ciencia que busca respuestas para explicar por qué las niñas se convierten en mujeres antes de tiempo. Lo que preocupa es que son demasiado jóvenes para ser mujeres.

El comienzo de la pubertad en el caso femenino, en muchos países, se inicia entre los 8 y 13 años, y se define como el comienzo del crecimiento de los senos, del vello púbico y la aparición de curvas incipientes.

Todas estas características presagian la llegada de una pubertad inevitable. Aunque es natural que esto ocurra, lo que sorprende es que se inicie más pronto de lo estimado.

Las pistas que podrían explicar este adelanto del reloj de la pubertad apuntan a un conjunto de factores, como la contaminación ambiental, el uso de productos sintéticos, los conservantes y las hormonas de los alimentos e incluso la falta de actividad física. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud existe una especial vulnerabilidad de las niñas a la exposición de sustancias químicas durante las distintas etapas de su crecimiento.

Para ilustrar este tema, la científica estadounidense Marcia Herman-Giddens dio a conocer en una de sus publicaciones los cambios en el inicio de la adolescencia en diferentes épocas. Según su estudio, en 1860, la edad media de inicio de la pubertad en las niñas era de 16,6 años; en 1920, de 14,6; en 1950, de 13,1; en 1980, 12,5 y a partir de 2010 se había reducido a 10,5.

Entre los responsables de este fenómeno están los llamados disruptores endocrinos, contaminantes que actúan como hormonas en el cuerpo humano que, además, están presentes en productos de consumo diario como cosméticos, aditivos de alimentos, pesticidas y otros. Se trata de sustancias químicas que cuando ingresan al organismo modifican el equilibrio de las hormonas. Como se sabe, estas son consideradas mediadoras que conectan un órgano con otro. Estas señales químicas pueden ser interferidas, aumentadas y disminuidas por compuestos químicos (agentes externos).

“Cada niña está expuesta a múltiples factores en el entorno actual, factores que hace muchas décadas no estaban presentes y que hoy potencialmente pueden influir en la aparición de la pubertad”, dijo la investigadora Herman-Giddens.

Aunque se ha indagado sobre el tema, aún no parece estar claro cómo estos factores interactúan para acelerar la pubertad, pero más allá de las causas, la maduración más temprana puede tener consecuencias médicas a largo plazo.

Los estudios sugieren que las niñas que maduran antes tienen un mayor riesgo de desarrollar presión arterial alta y diabetes tipo 2 en el futuro. El hecho es que cada vez surgen nuevas evidencias científicas que relacionan estos contaminantes que actúan en las hormonas (disruptores endocrinos) con la pubertad precoz, el cáncer de mama y la disminución de la fecundidad. Al mismo tiempo, según un artículo publicado en la revista en Public Health Nutrition, la revista de la Sociedad de Nutrición del Reino Unido, y citada por la BBC de Londres, las niñas que consumen una dieta rica en carne durante la infancia tienden a comenzar sus períodos menstruales más temprano.

El estudio, llevado a cabo en el Reino Unido, comparó las dietas de más de 3 mil niñas de hasta los 12 años. Los resultados mostraron que el alto consumo de carne a los 3 años —más de 8 porciones a la semana— y a los 7 —12 porciones— está fuertemente asociado a una menstruación precoz.

Para desarrollar la investigación, el equipo de científicos utilizó datos de los registros de un grupo de niñas a quienes se siguió desde el nacimiento. Cuando las niñas cumplieron 12 años y 8 meses, los investigadores dividieron al grupo entre las que ya habían comenzado a menstruar y las que no. Después compararon las dietas de las niñas a los 3, 7 y 10 años, y encontraron que el consumo de carne en los primeros años de la infancia estaba fuertemente vinculado a los períodos menstruales que empezaban más temprano.

La edad media de inicio de la menarquia (la primera menstruación) se ha adelantado un año en los últimos 15 años, según lo revelan varias investigaciones médicas.

¿Cuestión de genes?

Aunque hay diferentes factores externos que inciden en el adelanto de la pubertad, la revista científica Nature publicó un informe que señala que los genes también serían los responsables del adelanto de la pubertad en las niñas.

Los autores de este informe —científicos de 166 instituciones de todo el mundo— advierten que existen mutaciones en determinados genes que condicionan la pubertad precoz. Lo han constatado después de analizar el ADN (código genético) de un total de 182.416 mujeres.

“Identificamos 123 variaciones genéticas que se asociaban con la fecha de la primera menstruación”, apunta el autor principal, John Perry, del Consejo de Investigación Médica de la Universidad de Cambridge (Reino Unido)”.

Es la primera vez que se ha conseguido demostrar que los genes heredados pueden controlar el desarrollo de los caracteres secundarios sexuales.

Asumir el cambio

Muchas jóvenes se preocupan por la menstruación cuando esta llega muy pronto (8 a 9 años), como es el caso de Gabriela Pérez, estudiante de un colegio de la capital, que recuerda que tuvo su la primer período a los 9 años.

“Mi mami se asustó y yo no sabía qué me pasaba. Fui la única en mi curso (cuarto de básica) que había menstruado. Fue un desastre”.

Cuenta que a los 9 años formaba parte del equipo de básquet de su escuela y al llegar la menstruación sintió que sería incómodo entrenar cuando tenía la regla. Con el tiempo, se dio cuenta que podía superarlo y que no era un obstáculo.

También le crecieron los pechos y para que nadie notara el cambio, Gabriela solía colocarse un cuaderno debajo de la blusa del uniforme para aparentar que “era plana”, como sus otras compañeras. “Yo era una niña, pero tenía cuerpo de adolescente. Era desarrollada. Al principio, me daba iras, después lo ignoré y seguí disfrutando de mi infancia”.

Para la terapeuta Margarita Burgos, con frecuencia suele darse una situación incómoda en la niña, porque sabe que su cuerpo no se corresponde con su mente infantil. “Hay casos en los que se presentan problemas de relación con sus compañeras de clase. Algunas se burlarán e incluso la marginarán”. Esto puede originar problemas de afirmación personal, especialmente si se trata una niña insegura”.

Uno de los errores que suelen cometer los padres, guiados por la realidad física y no cronológica de su hija, es tratarla como si fuera una joven. Por eso, los psicólogos sugieren que mientras continúe sintiéndose niña debe continuar vistiéndose y actuando como tal.

Por otro lado, aunque hay muchos factores que inciden en el adelanto de la pubertad, la clave podría residir en la leptina, una hormona desconocida hasta fechas relativamente recientes (se descubrió en experimentos con ratones en 1994) y que se produce mayoritariamente en las células grasas. Parece demostrado que la leptina interviene en la regulación del inicio de la pubertad, al menos en las mujeres.

Al parecer, esta hormona sería la que informaría al cerebro de que ya existe un índice de masa corporal suficiente para iniciar el proceso de transformación hacia el mundo adulto. En ese sentido, la pubertad está ligada de alguna manera a la grasa corporal, en especial, en las niñas.

Las últimas investigaciones sugieren que el cerebro mide sus reservas nutricionales y decide permitir o negar la aparición de la pubertad, a través del monitoreo de los niveles sanguíneos de leptina.

Fausto Orellana Sáenz, médico endocrinólogo, indica que las niñas pueden presentar características sexuales secundarias a partir de los 9 años. “Las niñas de la Costa tienen una pubertad adelantada frente a las niñas de la Sierra. Hay factores ambientales que influyen en el desarrollo de ciertas características. De esta manera, las niñas se convierten en jovencitas, pero mentalmente continúan siendo unas niñas”.

Orellana insiste en que los estrógenos contenidos en la carne del pollo, por ejemplo, influyen en la aparición de una pubertad precoz.

“En nuestro país se ven mucho estos casos”. El médico señala que a los 12 años, una niña afroecuatoriana está desarrollada en talla, en características sexuales secundarias. Precisamente, la investigadora estadounidense Marcia Herman-Giddens, explica que el inicio de la pubertad varía de acuerdo con el genotipo. En las afrodescendientes ocurre a los 8,8 años, casi un año menos respecto a las blancas. Las asiáticas registraron un promedio de 9,7 años y en el caso de las hispanas de 9,3 años.

Aunque no se conoce por qué existen estas diferencias, se supone que tiene un origen genético y ambiental. Para intentar conocer el misterio de la pubertad precoz se han puesto en marcha varios estudios. Se estima que en los próximos años, aparezcan nuevas evidencias.

Especialista

“Las niñas tenían la regla a los 14, hace 50 años”

El desarrollo de los chicos adolescentes se adelantó un poco. Hace 50 años, las niñas tenían su primera menstruación a los 14 años. En Ecuador, el promedio es 12 años, lo que significa que se mantiene una tónica similar. Hay que indicar que el sistema de control de salud desde la etapa prenatal, la denominada primera infancia ha mejorado de forma significativa. Ahora, los niños tienen una mejor talla, un mejor peso.

Por otro lado, hay factores raciales que inciden en la aparición de la pubertad. También hay que indicar que desde hace varios años, se ha intentado asociar el alto consumo de pollo, sobre todo, aquellos alimentados con hormonas, con la pubertad precoz, pero eso, según mi criterio, no está probado desde el punto de vista médico. Tengo que decirle que eso no pasa de ser una simple observación realizada ya hace muchos años.

Raúl Jervis Simmons, médico endocrinólogo

Desarrollo

El acelerado desarrollo hormonal no necesariamente implica un incremento en la libido que despierte un interés sexual precoz.

Los científicos han descubierto, por primera vez, que los cerebros de las niñas se pueden desarrollar hasta 10 años antes que el de los varones.

Los primeros signos del desarrollo puberal son el botón mamario en las mujeres y el aumento del volumen y longitud testicular en los varones. Además, en ambos sexos hay crecimiento acelerado y aparece el vello púbico.

Quienes presentan pubertad precoz no solo experimentan cambios físicos, también tienen consecuencias psicológicas: estrés, ansiedad y depresión. Incluso puede haber alteraciones en la conducta social y sexual.

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