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El Telégrafo
 Juan Carlos Morales. Escritor y periodista ecuatoriano

Quito: entre canguil y chulpi

28 de marzo de 2019 - 00:00

Las respuestas en los memes y redes sociales -muchas racistas bajo el velo de la ironía- ante la elección del nuevo alcalde de Quito, Jorge Yunda Machado, muestran a un país con problemas atávicos. Porque no es solo Quito.

Tres maneras básicas de exclusión aún están presentes: centro-periferia (chagras); desde las clases sociales (populacho) y desde la etnicidad (indios o negros), para usar términos peyorativos. Más allá de los análisis que nos hablan de que una parte de Quito no conoce su propio sur está un hecho innegable: el país aún no se reconoce y es acomplejado.

Yunda, al igual que Paco Moncayo, es oriundo de Chimborazo, de Guano. Un meme revela ese “blanqueamiento”: Rodas es canguil, mientras Yunda es chulpi. Los unos añorarán los toros mientras los otros siguen al ecuavoley. Otro meme es significativo: “Hechos los muy Spotify, pero han sido pura radio Canela”. Y una verdad que revela el mensaje de un guerrero adusto: “Rumiñahui viendo cómo los ‘arios’ le echan la culpa a los ‘longos’ del sur de Quito”. Algo que arrastramos desde la colonia y obligó a Espejo a ponerse tantos nombres.

La tesis de Manuel Espinosa Apolo, Mestizaje, cholificación y blanqueamiento en Quito, primera mitad del siglo XX, de la Universidad Andina dice. “No cabe duda de que los sectores dominantes de origen aristocrático, los sectores medios y populares no indígenas de Quito, percibieron la migración de indios y mestizos de origen rural y pueblerino como un proceso de oposición étnico-cultural, en la medida que dicho proceso fue percibido como un avance del indio y de su mundo rural e incivilizado a la urbe quiteña. Para dichos actores se trataba de una especie de invasión contaminante. La escala de valores prevaleciente en el espacio urbano colocó a los inmigrantes en un nivel de inferioridad o atraso”.

El indio y el provinciano parecen seguir como arquetipo negativo y los sureños amenazan con voltear a la Virgen de El Panecillo. Mientras Quito y el país sigan con sus máscaras, no tendremos futuro, simplemente porque no habrá espejo que aguante. El tema de la identidad es tarea pendiente. (O)

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