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Música que te conecta con el pasado
A su trabajo se lo conoce como ambient, consiste en componer melodías capaces de crear un puente entre el espectador y los objetos expuestos en galerías y museos.
En este universo musical ha incursionado Ronald Sánchez, un peruano dedicado a producir piezas sonoras que crean atmósferas para exhibiciones de todo tipo.
‘Folclore Cósmico’: así denomina a su estilo, una combinación de sonidos ancestrales de los pueblos andinos y música electrónica, o “cósmica” como él la llama. Pero, ¿cómo llegó este periodista peruano de 35 años a radicarse en Alemania y desde allí a ser solicitado en diferentes partes del mundo para que comparta su talento? Un recorrido en bus por toda Lima a los 15 años cambió la realidad en que vivía. Por primera vez sintió la presencia de un Perú profundo.
Reconoció que la gente de esa ciudad costera no observaba el folclore que la rodeaba, y si lo hacía “lo percibía como si fuera un adorno”. La arquitectura de Lima, casas modernas conviviendo con restos arqueológicos, y su lectura apasionada del arte popular latinoamericano marcaron las primeras partituras de su música. Sus melodías no eran para un público, sino para objetos antiguos: “Yo tocaba para el olvido”.
Cada día, mientras observaba esos restos históricos surgían inquietudes; pensaba que no todo lo que le contaron era verdad. Las respuestas solo las encontraba en los sonidos del ambiente.
Esta primera experiencia le impulsó hacer música conceptual, que respondía a exposiciones e investigaciones previas. “Me pongo casi en un papel trágico en la historia para aproximarme a los sonidos de la época”.
Pero fue la poesía la que le presentó a la música: “Dentro de la rítmica de la palabras me di cuenta de que esa estructura la podía llevar a cualquier tipo de arte”.
A los 20 años publicó su primer poemario denominado La casa anclada en el espacio, que contiene 20 poemas. A los 40 prevé hacer su próxima publicación: se propuso sacar un libro cada 2 décadas y siempre duplicando el número de poemas del anterior ejemplar.
A los 17 años descubrió su talento en la música aprendiendo a tocar varios instrumentos de forma autodidacta. Sus primeros acercamientos fueron a escondidas. Temprano en las mañanas, mientras todos dormían, tomaba los instrumentos de su hermana y los entonaba a su manera: sonidos alargados y casi silenciosos. Desde ese momento marcó su estilo. A los 22 años musicalizó su primera exposición y desde ese momento llegaron las propuestas.
Instrumentos prehispánicos hechos de huesos de animales, de cerámica o madera, acompañados de guitarras, teclados, sonidos naturales, sintetizadores y más, son los que utiliza para crear sus obras, todo depende de la exposición.
A lo largo de los años mucha de la música prehispánica se perdió, pero quedaron los instrumentos y algunas melodías en los pueblos. Ronald, al no tener una partitura, busca acercarse al por qué de estos restos arqueológicos. “El sonido está ahí, está olvidado, dándose vueltas por todo el planeta. Hay que entrar en esa sintonía y un poco rescatarlos. Es un proceso bonito”.
Ronald fue más allá y fusionó los ritmos de sus ancestros con los sonidos cósmicos creados en la posguerra en Alemania. Se trataba de un rock acompañado de sintetizadores, música de los 60 y 70. Desde el 2009 vive en Berlín, y desde allí viaja a cualquier parte del mundo que solicite su trabajo.
La exposición Chicome Coatl y la serpiente, presentada en México para el 39º aniversario del Museo Pinha Chan en 2014 fue una de las que más disfrutó. “Me sentí a gusto en una cultura que no era la mía pero que me abrió sus puertas”. Llamó su atención que México tenga una sonoridad cercana de la muerte, incluso —asegura entusiasmado— tiene instrumentos que develan cómo esta sonaría.
Uno de sus trabajos más difíciles, que incluso afectó su salud, fue en Polonia, cuando el artista plástico Rhony Alhalel, en 2006, hizo una exposición en un excampo de concentración.
Ronald debía retratar en composiciones sonoras los asesinatos, el dolor y tortura a judíos. Trabajó con músicos de la sinfónica de Perú para lograr estos sonidos a los que describió como “horrorosos”.
Tiene 3 discos: La corte cósmica (2005), hecho a base de un trabajo terapéutico con plantas maestras; Los mitos de la creación (2008), inspirado en los restos arqueológicos de Pachacamac y Puruchuco; y Caral (2012), un relato de la ciudad más antigua de Latinoamérica. Ronald Sánchez, quien se denomina Altiplano, hace que las exposiciones cobren vida. Te traslada a puntos específicos en la historia y te permite que los revivas. Tiene el don de descifrar los sonidos exactos para contar lo que el objeto mismo a veces no puede explicar.