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El Telégrafo
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La comida rápida desplazó a la sobremesa

Hace algunos años, se comía más despacio, se masticaba más lento, porque el comer era un acto consciente.
Hace algunos años, se comía más despacio, se masticaba más lento, porque el comer era un acto consciente.
06 de diciembre de 2015 - 00:00

No todos los comensales hacen una pausa después de comer, quizá, porque cada vez hay menos tiempo para ‘perderlo’ conversando con amigos y familiares. Para no perder minutos, hoy se organizan desayunos y almuerzos de trabajo, en los que hay tiempo para todo, menos para disfrutar de la buena comida.

Apenas finalizan los almuerzos de trabajo, todos salen en estampida a cumplir con sus obligaciones.

Aunque resulte penoso, el hábito de la tertulia está en vías de extinción. Ese quedarse cautivados por la buena conversación sin mirar el reloj está desapareciendo, entre otros factores, por el auge de la comida rápida (fast food).

De acuerdo con el periodista gastronómico Alejandro Maglione, las comidas que se organizaban en el campo solían venir acompañadas de sobremesas que terminan en siestas. Él asegura que los padres de familia también son responsables de contribuir a la desaparición de la tertulia, por haber colocado el televisor en la cabecera de la mesa.

Según dice, esto incidió en el debilitamiento del diálogo familiar y, por ende, en la desaparición paulatina de la sobremesa.

La nutrióloga ecuatoriana Francisca Cifuentes indica que todos los beneficios de comer en familia desaparecen cuando se enciende el televisor. “Lo que ocurre es que cuando los comensales están pendientes de la televisión, no le prestan atención a lo que comen. Incluso, el hábito de comer mientras se ve la televisión puede favorecer la obesidad”, dice la especialista.

Además, considera que la sobremesa es fundamental, sobre todo, porque la alimentación tiene un sentido social. “Cuando estamos reunirnos para almorzar o cenar, el solo hecho de conversar puede reducir el nivel de ansiedad que sentimos y saciarnos con menos comida”, precisa.

Cifuentes dice que hace algunas décadas, se comía más despacio, se masticaba más lento, porque el comer era un acto más consciente. Después de disfrutar de la comida, venía la sobremesa, porque cada almuerzo era motivo de reunión familiar.

De alguna manera —precisa— la comida rápida o fast food ha desplazado a la sobremesa. “La gente que ingresa en un local donde se expende este tipo de alimentación come rapidísimo y sale enseguida, casi no se detienen a conversar. Además, muchos de los comensales que frecuentan estos sitios, comen solos; así que comen más rápido”.

Uno de los problemas de la comida rápida es que, al alimentarse urgidos por el escaso tiempo disponible, los comensales no llegan a saciarse y al poco tiempo, vuelven a buscar qué comer. La sobremesa pasó de ser un hábito que muchos compartían con alegría, a un privilegio de unos pocos. (ARB)

Especialista

“La sobremesa es más importante de lo que pensamos”

Precisamente, la clásica sobremesa se ha perdido por el estilo de vida ajetreado que estamos llevando, sobre todo, porque padre y madre trabajan, con horarios apretados. Además, los hijos también almuerzan en los colegios.

Lamentablemente este espacio dedicado a comer en familia y por qué no a conversar después del almuerzo o de la cena se está perdiendo de manera paulatina.

Además, la sobremesa tiene una importancia mayor de la que pensamos, porque ayuda en un tema nutricional. El momento en que te sientas a comer en familia se reduce el riesgo de consumir comida rápida con más frecuencia, porque estás alimentándote con comida hecha en casa. Además, al tener esta oportunidad de conversar después de almorzar o cenar, se evita que la familia pierda comunicación. En realidad, es un momento ideal para hablar con los hijos.

Alegría Dávalos Vega, médica y nutrióloga

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