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El Telégrafo
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La Isla Puná, entre la pesca y el encanto de su gente (Galería)

1.	Puná es una isla del cantón Guayaquil en Ecuador. Forma parte de la provincia de Guayas. Más de 6 mil personas la habitan.
1. Puná es una isla del cantón Guayaquil en Ecuador. Forma parte de la provincia de Guayas. Más de 6 mil personas la habitan.
12 de abril de 2015 - 00:00 - Diana Holguín Rodríguez

Alrededor de las 10:00, el movimiento en el muelle de la isla Puná no cesa. Los pescadores arreglan con premura sus redes, al tiempo que alistan sus pequeñas embarcaciones para empezar la faena de pesca. El sol de la mañana los acompaña y el olor a manglar se empieza a acentuar. La tarde se acerca y con ella también llega el tiempo en que deberán emprender el viaje. Ángela Chávez, de 55 años, ve desde el desembarcadero a su esposo, Carlos Castro, de 62 años. Ella más que nadie entiende su trabajo, porque en varias ocasiones lo ha acompañado en la travesía que incluye la paciente espera para que corvinas y bagres llenen las redes.

Según el Censo de Población y Vivienda de 2010, hay 6.769 personas en la isla. Su extensión es de 919 km² y está situada en el golfo de Guayaquil. Desde el muelle Caraguay, al sur de la ciudad, las personas tardan alrededor de 2 horas hasta llegar a Puná.

El primer panorama divisado es el de un gran caserío, con viviendas de cemento y otras de caña. Solo la calle principal tiene pavimento y las vías secundarías aún están cubiertas de tierra. En algunos casos, la mezcla con agua ha formado lodo seco y en otros, el espejo de agua aún persiste en forma de pozas.

Pero ese andar en el pueblo se ha vuelto una costumbre.

Para distraerse de las carencias que tienen —incluso con el sistema de alcantarillado— algunos prefieren jugar fútbol en la única cancha del sector. Los jóvenes son los más entusiastas, sobre todo cuando hay una apuesta de por medio.

2.	Los pescadores de la isla arreglan con premura sus redes, al tiempo que alistan sus pequeñas embarcaciones para empezar la faena de pesca.

El descanso puede ser a cualquier hora. Francisco Vera, de 55 años, hizo una breve pausa a su actividad. Desde lo que parece una bodega con 3 grandes contenedores de PVC vacíos, listos para al almacenar a los peces, se detiene a observar a sus hijos menores, quienes con sus manos ágilmente desenredan las gigantescas mallas de nylon.

Vera relata que en un par de ocasiones, cuando estaba de regreso por la noche, los piratas le robaron su pesca y los motores. Han sido más de $ 4 mil dólares en pérdida, pero a pesar de ello, ha continuado con la labor. Su piel bronceada por el sol y su manos desaliñadas, revelan la historia de su trayectoria. No descansa y diariamente piensa en que será un buen día. Esa atracción puede hacer que en una “marea buena” caigan entre 100 y 150 cachermas, nombre común con el que se conoce al pez Colosoma macropomun.

En días no tan buenos, durante la jornada puede capturar con las redes solo unas 30 o 40 especies y en el peor de los casos, nada.

Su faena está por empezar. Dentro de poco el reloj marcará las 12:00 y su familia lo esperará en casa al menos a las 20:00.

Cerca de 6 horas en el golfo parecen no ser nada en comparación con la época en que abundaban los camarones. Vera recuerda que salía casi todo el día. Pero su memoria regresa a la época actual en que la ‘caherma’ le ayuda a subsistir con la venta a comerciantes de Guayaquil o Balao. Cada libra puede costar entre $ 1,00 y $1,20.

Abraham Reyes es el presidente de la Asociación de Pescadores y Representantes del sector pesquero de la Isla Puná y expresa que toda su vida ha sido pescador. “Esa es la manera de subsistir aquí, la pesca es la base del movimiento económico, si no hay pesca las tiendas o las farmacias no venden”. Reyes manifiesta que a pesar de las regulaciones con las artes de pesca y embarcaciones, la pesca cada día escasea. “Creemos que es porque nosotros mismos, no estamos respetando las disposiciones que da la Subsecretaría y el Instituto Nacional de Pesca (INP)”.

3.	Muchas personas llegan a la isla en junio cuando es temporada de chirimoyas, una de sus frutas típicas. Muchos visitantes quieren conocer el modelo de visa de los puneños.

Los puneños, con frecuencia, se dedican a la pesca blanca: de corvina, cacherma y bagre. “En la época de cacherma recogen mínimo 6 quintales por aguaje, pero ahora no llegan ni al quintal y el que coge es porque de repente tuvo suerte o porque le tocó, antes salíamos y todo el mundo cogía”. Reyes manifiesta que la pesca corre peligro, mientras exista la mano depredadora. Señala que el sector industrial llega a pescar a las 8 millas cuando lo tienen prohibido por acuerdo ministerial.

“Lamentablemente no tenemos los argumentos necesarios para sacarlos pero nos causa tanto perjuicio que hasta se abaratan los precios de los pescados. La corvina nos la están pagando a $ 3,00 ellos cogen grandes cantidades, llenan el mercado y bajan el costo”.

Pero no es el único problema que les preocupa. La piratería y la adquisición de combustible ocasionan que tengan menos ingresos. Para evitar quedar en altamar ahora los pescadores andan en 2 embarcaciones, pero con motores alquilados a $ 60 cada uno.

Solo en la cabecera parroquial hay 7 organizaciones pesqueras, es decir, 2.200 pescadores asociados y el gasto de transporte de combustible es compartido.

“Gastamos $ 110 para ir y traer el combustible a Posorja. Son 4 horas de recorrido de ida y vuelta. Además gastamos $ 60 en el flete del carro cuando estamos en el pueblo”. Reyes indica que los cupos de combustible no son personales sino de las asociaciones. Hasta ahora solo 3 organizaciones están autorizadas a comprar el combustible, porque cuentan con el permiso de las autoridades y es una manera de evitar el contrabando.

Juan Fernando Balca uno de los nativos del lugar, señala que Puná tiene sus encantos, seguramente porque es la tercera isla más grande del Ecuador, tras la isla Isabela y Santa Cruz de Galápados.

Balca administra un comedor que generalmente se dedica a la venta de mariscos. Cuenta que muchas personas llegan a la isla en junio, cuando es temporada de chirimoya, una de las frutas típicas de Puná.

En su paso realizan un recorrido por la isla y se trasladen a la Concordia o a la Pólvora, una de las localidades consideradas como un balneario, a 30 minutos en lancha.

Otros prefieren caminar dentro de la isla y conocer el modo de vida de los puneños. En Puná, las gaviotas vuelan muy cerca del río y los niños dejan caer la tarde con una inmersión al agua.

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