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El Telégrafo

Fuerte represión en 4 años de gobierno socialcristiano

A MÁS DE LOS CABALLOS, las armas también eran parte de las grandes aficiones del exmandatario León Febres-Cordero.
A MÁS DE LOS CABALLOS, las armas también eran parte de las grandes aficiones del exmandatario León Febres-Cordero.
Foto: Archivo / El Telégrafo
24 de octubre de 2016 - 00:00 - Redacción Política

El período presidencial de León Febres-Cordero, los ecuatorianos y la comunidad internacional más lo recuerdan por la violación a los derechos humanos y represión que implementó.

La actitud autoritaria, implacable y represiva se evidenció a fines de 1984, cuando aparece públicamente con actividades insurgentes el grupo subversivo Alfaro Vive Carajo (AVC), el cual cobra mayor presencia en agosto de 1985 con el secuestro del banquero Nahim Isaías, en Guayaquil.

El propio Presidente dirigió el operativo militar de rescate de la víctima, que murió con los secuestradores en condiciones que nunca fueron plenamente determinadas durante el asalto. A partir de ese momento, la lucha contra el terrorismo se convirtió en política oficial del régimen.

Fue el inicio para la violación de los derechos humanos, hubo una persecución implacable contra los integrantes del grupo AVC y de uno en uno los exterminó. Se estima que hubo cerca de 500 casos de tortura policial y militar, y 150 de desaparecidos, entre ellos los hermanos Santiago y Andrés Restrepo, además de la profesora Consuelo Benavides. El pueblo empezó a tener miedo, puesto que durante el combate a la delincuencia e insurgencia se presume que se crearon ‘escuadrones de la muerte’ dedicados a castigos y ejecuciones.

También persiguió tenazmente a sus opositores políticos y atentó contra la independencia de otras funciones del Estado. El caso más grave fue la agresión física al entonces diputado socialista opositor Diego Delgado, a quien luego de detenerlo y torturarlo lo arrojaron en una vía dándolo por muerto. Fue encontrado por ciudadanos que lo ayudaron para que sea atendido en una casa asistencial, en donde se recuperó de las graves lesiones. “Febres-Cordero tenía estos grupitos que actuaban al margen de las Fuerzas Armadas y la Policía”, afirma Delgado, al recordar el criminal episodio, como lo califica.

Estos hechos provocaron la condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos al Estado ecuatoriano, imponiéndole la obligación de reparar a las víctimas y de investigar y sancionar a quienes cometieron dichos actos. Pese a la insistencia, el Gobierno no facilitó información suficiente a organismos internacionales sobre los desaparecidos. (I)

El hecho relevante

De ‘Otra obra de León’, al ‘modelo exitoso de Guayaquil’: el marketing político socialcristiano

Mediante vallas, letreros, pancartas, mensajes de radio, videos y otros recursos propagandísticos, el gobierno de Febres-Cordero promocionó el trabajo realizado, sobre todo bajo el eslogan ‘Otra obra de León’, que tuvo fuerte impacto en la población.

Esta frase formó parte de la campaña de publicidad con mensaje impactante, cuyo eslogan, después, fue tomado por la oposición para remarcar los hechos negativos del Gobierno. Así lo recuerda Fernando López, exdecano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central e historiador.

Más que obras fue la colocación de vallas publicitarias a lo largo del país, al estilo de los gobiernos populistas.

Durante los 4 años de mandato, el régimen construyó los hospitales del IESS en Tena, el Civil de Ibarra y el Baca Ortiz de Quito; el edificio del Ministerio de Agricultura en Guayaquil, conocido como la ’Licuadora’; los estadios Monumental de Barcelona en Guayaquil, el Olímpico de Ibarra, el de Aucas en Quito y el Reales Tamarindos de Portoviejo, para los VI Juegos Nacionales de Manabí en 1985.

Además, edificó centros y subcentros para el Ministerio de Salud Pública en distintos lugares del país; impulsó el proyecto Megrame, que era un plan de medicina gratuita para niños menores de 5 años; construyó varias carreteras, como la Ibarra- Lita-San Lorenzo y dispuso la reparación de vías.

Contrató la construcción de la vía Perimetral en Guayaquil; apoyó a la educación técnica, la Ley de Libro y la Ley de Educación, entre otras acciones.

Este modelo de promoción de su trabajo lo replicó desde 1992, cuando fue electo Alcalde de Guayaquil, donde inició una etapa de dominio socialcristiano desde el Cabildo de la ciudad.

Su primera orden fue cerrar la entidad por varias semanas, luego eliminó la nómina excedente de funcionarios (’pipones’) y el Sindicato de Aseo de Calles; remodeló el edificio municipal al que calificó en su momento de ‘nido de ratas’ e inició el proceso de regeneración de una parte de la ciudad. Transformó el ornato, la vialidad, creó sistemas de pasos elevados para descongestionar el tránsito, construyó mercados, entre otras obras públicas.

En conjunto, esta serie de políticas y de obras apuntalaron el concepto de ‘modelo exitoso de Guayaquil’, del cual se han ufanado las sucesivas administraciones socialcristianas de la ciudad. (I)

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