Aunque el tema de las adicciones no siempre aborda cosas positivas, la de Gonzalo Calisto por los deportes podría ser motivo de algún estudio.

Desde que recuerda, la vida de este quiteño ha estado vinculada con las actividades físicas. Ciclismo, motociclismo, fútbol, patinaje, hockey, natación, escalada, canotaje, caminata, kayak, rafting, son -entre otras- las disciplinas en  las que ha incursionado.

Ahora, a sus 32 años, es dueño de la cadena de gimnasios GYM (Gonzalo y Mónica) y da clases de deportes de aventura en la Universidad San Francisco de Quito, institución en la que esta asignatura puede ser parte del pénsum general.

A ese son, entrenar es algo habitual dentro de su agenda diaria. Lo hace de 11:00 a 15:00; además, de 16:00 a 20:00 instruye a los clientes de su gimnasio.

Los viernes y domingos madruga a practicar para pasar más tiempo con sus hijos por las tardes. Los martes descansa. Gonzalo está casado con Mónica Crespo, tienen tres “retoños”: Isabella (13 años), Mikaela (11) y Matías (6).

Siente que su familia es el “resorte” de su existencia, cuando algo malo le pasa mientras compite, se acuerda de cada uno de ellos y toma fuerzas. Le agrada salir al cine, a comer y, por supuesto, a acampar.