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El Telégrafo
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Rafael Nadal en 'break point'

Rafael Nadal en 'break point'
21 de enero de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo

Rafael Nadal no termina de volver a la cima del tenis que abandonó hace dos años. El tenis español, que tanto le debe al zurdo de Manacor, está profundamente preocupado. ¿Logrará alguna vez ganar su 15 torneo del Gran Slam?  

Su inesperada derrota del martes pasado en primera ronda del Open de Australia ante su amigo Fernando Verdasco, 32 años y 47 del mundo, no permite albergar esperanzas. Y no porque perdiera ante un jugador endeble y sin talento. En absoluto. Verdasco es un tenista rocoso y genial, con un primer saque potentísimo, un revés endiablado y tiene las piernas de un velocista de 100 metros planos.

La inquietud no la provoca que Nadal haya capitulado ante una versión perfecta del tenista madrileño, 90 golpes ganadores y 20 servicios directos, especialmente porque el de Manacor aún busca su mejor estado de forma y el duelo se disputó en pista rápida. La alarma ha llegado por los reiterados anuncios del entorno del tenista de que volvía al circuito para ganar. Por eso, su prematuro adiós al primer Gran Slam del año llena de argumentos a quienes creen que la decadencia del mejor deportista de la historia de España ha comenzado.

Siendo esto así, durante muchos años se ha pensado en cómo se vivirá en este país el final de su carrera. Hablar con sus incontables seguidores produce la extraña sensación de que acabarán formando parte de una especie de sociedad secreta cuyos miembros fundadores parecen dispuestos a batirse en duelo con los ingratos y los desmemoriados, con todos aquellos a los que se detecta el más mínimo cansancio cuando hablan de Nadal.

Para sus fieles fans, esos tipos deberían ser convenientemente humillados en público y obligados a presenciar, una y otra vez, hasta que pidieran perdón por su desagradecimiento, la final de Wimbledon de 2008, el mejor partido de tenis de todos los tiempos.      

Tras la derrota ante Verdasco, sin embargo, se ha producido un giro inesperado. Por los ríos de tinta que ha producido este resultado y el impacto que ha tenido esa imagen cabizbaja de Nadal saludando al graderío mientras se retiraba a los vestuarios, España ha estado a la altura de las circunstancias y el Guerrero de Manacor nunca será apeado del altar en el que lleva más de una década. El respeto hacia su legendaria trayectoria ha prevalecido sobre la sucesión de derrotas del mallorquín.  

Hay un hecho incontestable: ‘Rafa’ Nadal está desconocido. Por primera vez, su tenis no le responde aunque esté en forma. No solo se trata de que haya bajado al puesto 5 en el ranking de la ATP, sino de que parece atrancado, metido en un callejón sin salida, incapaz de volver a ser el que fue. Su derrota ante Verdasco ha resultado un golpe muy duro para todos los nadalistas, que empiezan a perder cualquier esperanza para esta temporada que ahora comienza.

¿Ha comenzado el declive definitivo del gran campeón? ¿Debe cundir la resignación a que su carrera comience a difuminarse cuando todavía tiene 29 años? Esa es la duda. Nadie puede asegurar si existe alguna manera de que el vencedor de 14 Grand Slams vuelva a ser el que ha sido. Se habla de que tal vez le beneficiaría cambiar de entrenador. Puede ser. O puede no ser. Lo único cierto es que Nadal nunca hubiera sido lo que es sin la educación que le ha dado su tío y entrenador Toni y los valores que le ha transmitido. La realidad se escribe con datos y su derrota en primera ronda de un gran torneo solo se había producido otra vez en su vida, en 2013 en Wimbledon, pero por culpa de las lesiones.  

Los feligreses que adoran su correcta educación y sus nulos aires de divo, digieren como pueden este momento de pena y confusión, que no son sino los primeros avisos de una nostalgia que algún día les asaltara de forma inevitable.

Habrá que esperar la evolución de esta temporada crucial para su carrera. Quizás todo se deba a la precipitación, a la mala estrategia en un partido, y Nadal vuelva por sus fueros. O quizá no.

Mientras se despeja esta incógnita, que tiene en vilo a millones de aficionados al tenis en todo el mundo, los focos de la gloria seguirán guardando un silencio respetuoso mientras el gran campeón mallorquín pierde los partidos que antes siempre ganaba. (I)

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