Hace cinco años, al conocerse en el piso 21 de un edificio en Medellín cuando acudieron a una guitarreada con un amigo en común, marcó el inició de la banda de pop que tomó el lugar de encuentro como su nombre artístico.

A partir de entonces Juan David Huertas, David Escobar, Juan David Castaño y Pablo Mejía no solo formaron una estrecha amistad, sino que iniciaron las conversaciones para formar un grupo.

Una vez que tuvieron todo listo se lanzaron al ruedo con canciones como ‘Vagones vacíos’, ‘Te amo a la distancia’ y ‘Correr el riesgo’, que cuenta con un videoclip y que les permitió consolidarse más en las emisoras.

Ellos recuerdan que en sus inicios tuvieron muchos detractores. “Hubo mucha gente que nos criticó mucho, pensaban que no pasaría nada y que éramos improvisados”, indicaron.

Sin embargo, su perseverancia y ver al grupo como una empresa y una vocación con la misma disciplina que se tiene al levantarla, los llevaron a demostrar lo contrario cuando fueron nominados este año a un Latin Grammy como Mejor artista con su primer disco homónimo.

‘El profe’, como le dicen a Juan  David Huertas por su experiencia académica -estudió licenciatura en educación musical-, cuenta que recibieron a través de un correo la noticia de la prenominación. “Nuestra categoría fue la primera que anunció Juanes y él decía que se la había ganado hace 11 años y que era la que le abrió las puertas a nivel mundial.

Eran diez nominados y al no nombrarnos entre los primeros, sino séptimos, ya casi perdieron las esperanzas. Cada uno estaba en sus casas y lo celebramos con lágrimas, entre brincos, y empezamos a llamarnos. El primer encuentro para una entrevista con un canal fue llegar, abrazarnos y llorar. Ver reflejado el fruto de tanto sacrificio”, mencionó.

Para Pablo, aunque no ganaron el galardón, la nominación le permitió obtener credibilidad y sobre todo ser “una carta de presentación para salir del país”.

Así al menos lo han hecho con la gira que han emprendido por Latinomérica y que los trajo de vuelta a Ecuador. “Hace un par de años estuvimos en las fiestas de Quito, ahora vinimos aprovechando que nos invitaron al matrimonio de un amigo para promocionar los temas de nuestro disco”, recuerda el menor del grupo, Juan David Castaño (tiene 22 años), quien en su paso por el colegio integró los coros y cantó música llanera en el restaurante que tenía su mamá llamado Mallanera.

Los dos otros integrantes, Pablo y David, quienes tienen en común haberse inclinado por la composición desde los cuatro años, concuerdan que el grupo “es el sueño concretado que tenían por varios años”.

El primero relata que antes de ser parte de Piso 21 tomó clases de solfeo y batería, mientras que el segundo recuerda que descubrió su pasión por la guitarra luego de una operación en su testículo por varicocele, “encontré en ella mi refugio en lo mal que lo estaba pasando. Ya después conocí a Pablo y luego vino lo de la agrupación que buscaba alcanzar su consolidación a nivel mundial”.

Para el próximo año el cuarteto volverá al país para continuar con la promoción de su disco y realizar una serie de presentaciones.