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Las mujeres van al poder de la batería
Cuando Karen Carpenter subía al escenario para dar un concierto con su grupo resultaba difícil dejar de mirarla. Siempre fue el centro de atención por dos razones: su dulce voz y su manera de tocar la batería al interpretar sus canciones.
En cada presentación, cuando la delgada cantante sacaba sus baquetas, demostraba con un toque de gracia su habilidad como percusionista. Su fascinación por la batería comenzó en la secundaria, después de aburrirse de tocar la lira.
Desde entonces ese conjunto de instrumentos se convirtió en lo más preciado, con lo que más tarde, en 1965, desarrolló una carrera al formar junto a su hermano su primer grupo, Richard Carpenter Trio. Después inició una carrera como solista con la que consolidó su talento, que solo pudo ser frenado por la muerte. Karen, quien fue elegida por los lectores de Playboy Magazine como la mejor baterista del año, falleció a los 32 años a causa de un paro cardíaco, tras batallar con la anorexia nerviosa.
Para esa misma época, en la que era novedad ver a una mujer percusionista, se conoció a otra: Maureen Tucker (Moe Tucker), quien a los 19 años se convirtió en la primera baterista en integrar el grupo de rock experimental The Velvet Underground.
La instrumentista de aspecto andrógino, que hoy tiene 67 años, desarrolló un estilo único. Por su estatura, se vio obligada a tocar la batería de pie para alcanzar los tambores; además, prescindió de algunos, del bombo vertical y no usó los platillos ni las baquetas, que reemplazó por mazos.
Tras dejar la banda, Half Japanese y The Kropotkins fueron otros de los grupos que Moe integró. En unos instrumentos que para muchos eran cosa de hombres, ella -al igual que Carpenter- rompió ese molde. En Ecuador, con mucho tiempo de diferencia, ocurrió algo similar.
Hace once años, la quiteña Paulina Villacrés (tiene 32) recuerda que después de acudir a un concierto del grupo Bajo Sueños descubrió su inclinación por la música, pero sobre todo por la batería.
“Me pareció el instrumento más poderoso, porque cuando lo tocas haces un bullómetro que no logran un bajo ni una guitarra, aunque estén conectados a un amplificador. Después conocí a un amigo del grupo Amazon, él me comentó que la hermana de su guitarrista estaba armando un grupo de mujeres y necesitaba a una baterista. Me puse en contacto con ella y le dije que no sabía tocarla, pero que aprendería”.
Y así fue, con el paso de los años aprendió a hacerlo cuando integró el grupo de heavy metal Onírica, que integró en 2002.
La guayaquileña Gabriela Goya, quien es baterista de The Cassettes, cuenta que desde los 5 años le llamó la atención la batería: “Mi papá siempre me decía que eso no era para niñas, pero a los 13 años, tras escuchar a Metallica, armé una con ollas y tapas. Creo que de pena, para mi cumpleaños, me compró una”.
Desde entonces Gabriela (22 años) no ha dejado de tocar y seguir el sueño de llegar a ser como Sheila E., Didi Negrón o Cindy Blackman (tocó para Lenny Kravitz), otras de las mujeres que también controlan el poder de la batería