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El Telégrafo
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El domingo se realizó la última función en el teatro

José Miguel Salem le puso a Aladino el sello de Danzas Jazz (Galerías)

José Miguel Salem le puso a Aladino el sello de Danzas Jazz (Galerías)
23 de septiembre de 2014 - 00:00 - Gerónimo Altamirano

Nuevamente el director José Miguel Salem se salió con la suya y logró conquistar al público guayaquileño con una impecable puesta musical junto a un despliegue de reconocidos artistas que cautivaron de principio a fin a quienes se dieron cita en el Teatro Sánchez Aguilar.

Lo hizo con Aladino, la historia del joven ladronzuelo que se enamora de una princesa y que forma parte de la obra Las mil y una noches, una de las más famosas en la cultura del Medio Oriente.

De autor desconocido, la historia narra la vida de Aladino, quien es reclutado por un brujo malvado que, haciéndose pasar por hermano de su fallecido padre, lo engaña para recuperar una lámpara de aceite en una cueva mágica que apresa a quien entra en ella.

Después de que el brujo malvado intenta traicionarlo, Aladino se queda con la singular lámpara y descubre que puede invocar a un genio que está obligado a servir a la persona que la posea.

Con su ayuda, Aladino se hace rico y poderoso, por lo que se casa con la princesa Carmín, quien después es secuestrada por el malvado brujo hasta que Aladino la recupera y, como en todo cuento, viven felices para siempre.

La adaptación de Salem fue impecable durante los 90 minutos que duró su propuesta escénica. A esto hay que sumarle el hermoso vestuario que usó cada uno de los actores y bailarines sobre el tablado del teatro y con el que lograron sumergir al público en el mundo mágico de Aladino.

La actuación de Juan José Jaramillo como Aladino fue convincente y demostró con precisión los momentos de torpeza, ingenuidad y sagacidad de su personaje.

La actriz y cantante Nicole Rubira repitió como princesa para Danzas Jazz y volvió a cautivar con su voz y belleza, aunque con muy pocos riesgos escénicos.

Este no fue el caso de Patricio López y Giselle Hidalgo Villagómez, quienes en la historia dieron vida al sultán y la sultana, padres de la hermosa princesa Carmín. Ambos hicieron gala de lo que mejor saben hacer: cantar. Por ello fueron el soporte musical de toda la obra, dejando claro que la experiencia cuenta en este tipo de propuestas.

Juan Gálvez fue el genio de la lámpara y fue uno de los más aplaudidos. Su carisma resaltó en cada escena en la que apareció y dejó claro que venir de una familia de talentosos artistas no es casualidad.

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