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Más de 1.900 instituciones interculturales bilingües funcionan en ecuador

Yolanda y José representan el antes y el después de la educación indígena

Yolanda Maji, de 28 años, además de ser directora del Centro de Salud Camino del Sol, atiende a pacientes que llegan por complicaciones de tipo ginecológico. Por las noches estudia Ciencias Políticas. Fotos: Eduardo Escobar/El Telégrafo
Yolanda Maji, de 28 años, además de ser directora del Centro de Salud Camino del Sol, atiende a pacientes que llegan por complicaciones de tipo ginecológico. Por las noches estudia Ciencias Políticas. Fotos: Eduardo Escobar/El Telégrafo
18 de agosto de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

José Manuel Ilvis Vacacela rememora aquellos días en los que la educación estaba prohibida para los indígenas. “Antes la Constitución no reconocía a los pueblos y nacionalidades. No había una ley sobre el acceso a la escuela para los grupos indígenas como ahora”. Frente a todo pronóstico, él lo intentó. Terminó la primaria en su natal parroquia Flores del pueblo Puruhá (Chimborazo) y luego a los 14 años emigró hasta Riobamba para continuar el bachillerato. “Fue muy duro tener que educarme solo, toda mi familia había viajado a Guayaquil para mejorar nuestra situación, pero yo quería prepararme, no importaba que me quedara sin ellos”.

El siguiente objetivo fue estudiar la universidad, en la que tuvo otra de sus luchas: que lo dejen incorporarse con su traje autóctono. Hoy José tiene 2 licenciaturas en Ciencias Políticas y Ciencias de la Educación, además cursa una maestría en Diseño y modelos en evaluación educativa.  

Para Aurelio Cachupud, director de la unidad intercultural bilingüe Manuela León Guamán en Guayaquil, el nuevo modelo educativo ha modificado la visión hacia la enseñanza no solo de indígenas como José sino también de mestizos.

Asegura que en el plantel estudian 532 menores, el 50% de ellos es indígena, y sus padres están satisfechos de la formación que reciben. “He visto a los indígenas tomar su camino; antes eran marginados en las instituciones por su etnia. Antes se avergonzaban de estudiar por todo eso”, cuenta. Hoy, además, los padres están más incentivados para enviar a sus hijos a la escuela y no solo tenerlos en casa o en el negocio familiar.

Yolanda Maji, de 28 años, corrobora los cambios. Ella es ginecóloga y directora del Centro de Salud Camino al Sol en la isla Trinitaria. Cuenta que le costó demostrarle a su padre que ser indígena no representaba ningún límite para ser una profesional en Medicina. “Él no quería que estudie, creía que después de la primaria iba a ser ama de casa”.

Nacida en el cantón Guamote, en la comunidad Sablog San Isidro, a los 3 años Yolanda viajó a Guayaquil con su familia. En la escuela quedó como abanderada, aunque luego  inició con un año de retraso el colegio. 

Fue perseverante y aunque ni su familia o amigos creían lo lejos que podría llegar, ingresó a la Escuela de Medicina de la Universidad de Guayaquil, donde logró estar entre las 10 mejores de su promoción. “Siento que no he hecho mucho. Me gustaría trascender en la historia y ser un referente para mi familia y los jóvenes, demostrarles que todo se puede con constancia”.

Yolanda lleva con orgullo su traje de indígena. Con este recorre el centro de salud que dirige o si participa en un congreso médico lleva su anaco, su blusa bordada y también el mensaje de su padre: “No puedes olvidarte de dónde eres, porque si eso pasa, te olvidarás a dónde vas”.

José Manuel Ilvis, de 39 años, imparte clases de Realidad Nacional en el Instituto Tecnológico Guayaquil. También realiza capacitaciones en el Secap. Tiene previsto terminar en noviembre su maestría.

Crece el ingreso a la universidad

Según Cachupud, en la actualidad hay más jóvenes indígenas que se entusiasman por seguir una carrera: hay  médicos, abogados, economistas de las nacionalidades.

Los propios reportes de la Senescyt indican que la matrícula superior entre las etnias indígenas ha aumentado en 8 puntos en estos últimos 8 años.

Un ejemplo es el caso de Lissette Tituaña, quien obtuvo uno de los mejores puntajes en el examen ENES para ingresar a la universidad. Hoy cursa el segundo semestre de la carrera de Ingeniería Química en la Espol y tiene el sueño de convertirse en astronauta.

Recuerda cuando en uno de sus viajes a la Espol un desconocido le dijo que no perdiera el tiempo, que lo suyo era vender legumbres y que la universidad no era para ella.

Este tipo de pensamiento ha empezado a quedar en el olvido con la inclusión de más jóvenes de las nacionalidades en la universidad. Muchos de ellos prefieren las carreras administrativas para ayudar a sus padres en los negocios familiares.

La cuota de asistencia de la población indígena a la educación superior se elevó entre 2006 y 2013  de 9,5% a 17,5%.

Los estudiantes que se han visto beneficiados son procedentes de Imbabura, Chimborazo o Cotopaxi. La doctora de nacionalidad quichua Yolanda expresa que nadie puede cegarse ante la realidad, “este proceso nos ha dado muchas oportunidades, la educación es mejor. El que quiere estudiar debe ir con la responsabilidad de que lo va a hacer bien. La universidad es gratuita y ya hay becas. Antes había más razones para la deserción, hoy hay más razones para la superación”.  

José también reconoce que hay más acceso de los indígenas a la educación, pero que aún falta una asesoría en los jóvenes de las etnias que se postulan a la universidad.

Según cuenta, existe una gran población de indígenas en Guayaquil, en las zonas Paraíso de la Flor y Bastión Popular, pero muchos chicos no reciben acompañamiento o guía en sus aspiraciones universitarias. En la ciudad se formó el movimiento Pueblo Quichua, con 4.000 miembros.

Fortalecimiento de la educación básica   

Según Cecilia Baltazar, subsecretaria de Educación Intercultural, en el país existen más de 1.900 planteles interculturales bilingües que están concentrados en pueblos y nacionalidades indígenas de zonas rurales.

A los esfuerzos de la educación de los indígenas se suman las Unidades del Milenio Guardianes de la Lengua. En septiembre se inaugurará otro plantel para la nacionalidad quichua, llamado “Bosco Wisuma” y ubicado en Morona Santiago. La inversión de cada unidad llega a $ 4 millones, y las 14 nacionalidades tendrán su centro emblemático.

“Estas instituciones son espacios de diálogos para que los estudiantes no solo dominen los saberes ancestrales, sino también las ciencias occidentales”, dice Baltazar. (I)

DATOS

En Ecuador han sido inauguradas 14 Unidades Educativas del Milenio (UEM) en comunidades indígenas de la Sierra y Oriente ecuatoriano. En Chibuleo ya funciona una hace varios meses. En noviembre de 2014 se inauguró la escuela Guardiana de la Lengua en Tungurahua.

Al momento, las unidades del milenio interculturales están ubicadas en Chibuleo (parroquia Juan Benigno Vela, en Ambato), Amauta Ñam (parroquia Simiátug, Guaranda), Víctor Dávalos (Cuyabeno). Además se están construyendo otras unidades en Orellana (provincia de Orellana), Arajuno (Pastaza), Echeandía (Bolívar), San Juan Bosco (Morona Santiago), Victoria de Portete (Azuay), Jatun Kuraka (Otavalo), Sumak Yachana Wasi (Cotacachi), Cacique Tumbalá (Pujilí), Quisapincha (Ambato).

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Futuras bachilleres

Lady y Tatiana tienen nuevas aspiraciones

Lady y Tatiana Yungán son 2 hermanas futuras bachilleres y otros ejemplos de las nuevas aspiraciones entre la población indígena. Cursan el octavo año y noveno año de básica, respectivamente, en la Unidad Educativa Manuela León Guamán de Guayaquil.

Lady piensa estudiar Medicina. Quiere ser doctora. En el colegio me gustan mucho las clases de Ciencia. “Sé que no es una carrera fácil, pero me esforzaré mucho cuando llegue a la universidad. Mi mami siempre nos dice que nos sintamos orgullosas de nuestra vestimenta, que es mi mayor herencia”.

Lady y su hermana lucen con orgullo sus trajes confeccionados, a pesar de las burlas que recibían en la primera institución educativa a la que fueron. Además ambas integran un grupo de danza, en el que recuerdan la música de sus pueblos originarios.

Tatiana, en cambio, quiere ser cosmetóloga y tener un grupo de danza internacional. Las hermanas Yungán practican en la casa 2 veces por semana, como una forma para no olvidar sus raíces. (I)

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