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El Telégrafo
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Las viejas fórmulas aún se conservan para curar males de los cuencanos

El perchero de la Botica Central está lleno de compuestos y botellas listos para preparar fórmulas que luego serán vendidas como ungüentos o pócimas, en unos casos para aliviar dolores y en otros para curar “males del amor”.
El perchero de la Botica Central está lleno de compuestos y botellas listos para preparar fórmulas que luego serán vendidas como ungüentos o pócimas, en unos casos para aliviar dolores y en otros para curar “males del amor”.
Fotos: Fernando Machado / EL TELÉGRAFO
22 de agosto de 2018 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

En la Botica Central de Cuenca, conocida también como la “Botica del doctor Sojos” el tiempo no ha podido borrar las viejas fórmulas que sirven para preparar bebidas y ungüentos medicinales.

En este local aún se encuentran medicinas que en otras farmacias ya no se venden. Existen ungüentos preparados por su propio personal, ya sea para refrescar y embellecer la piel; pócimas para dolores musculares, dolores estomacales y hasta para “atraer” o “alejar” el amor, con nombres muy sugestivos.

La botica funciona hace 100 años en las calles Bolívar 9-18 y Benigno Malo, Centro Histórico de la ciudad. Fue ahí donde Benjamín Sojos preparó por primera vez la soda (bebida hidratante) que hasta el momento se conserva y se vende.

La soda es el producto “estrella” de la “Botica del doctor Sojos”, también así conocida. Este brebaje tiene fórmulas muy bien guardadas.

Posteriormente llegó Carlos Klinkicht y se hizo cargo del negocio; en la actualidad Eva Klinkicht, nieta de su creador, está al mando del local.

En el piso alto de la botica también se conservan botellas y botellones que datan de más de 50 años, los cuales servían para traer medicamentos fuera de la ciudad o del país.

La soda, la bebida más consumida
A un costado, en el interior  del local, las fórmulas químicas producen un olor especial y son muy bien guardadas durante algunas décadas.

Según Melba Roldán, empleada de la botica, la bebida va camino a los cien años.

Las pócimas se venden por onza y para ello la Botica Central tiene una balanza muy especial,casi tan antigua como el establecimiento.

Su fórmula es exclusividad de los empleados, solo ellos saben del manejo de los ingredientes. En un envase grande comienza la preparación hasta que dé un color rojizo, se le agrega azúcar y está lista para la degustación.

En la entrada de la botica esperan los clientes. “Una soda por favor”, indica una señora con traje típico de la provincia del Azuay, pero que no quiere dar su nombre.

Ella está acompañada de otras personas a quienes brinda también esta bebida. “Toma... es bueno para los riñones”, se le escucha decir, mientras termina su vaso con el líquido, que tiene unos 35 centímetros de alto y es de vidrio muy grueso.

Roldán comenta que este refresco es consumido más los días lunes. “Es muy bueno para la resaca, repone las calorías perdidas durante el chuchaqui. Es digestivo, antiinflamatorio, además es hidratante y  muy bueno para los riñones. Recompone los líquidos que ya no están en el organismo ya que la ingesta de alcohol irrita el estómago y la soda desinflama esta parte del cuerpo”.

Hace unos diez años aproximadamente la soda costaba $ 0,50, ahora su precio es de  $1,50 cada vaso.

Introducirse en la botica es como regresar en el tiempo. Los viejos envases llaman la atención, pero también los nombres que se les ha colocado a varios ungüentos o lociones que dicen tener propiedades curativas, incluso favorables para el amor.

Entre ellos están el “Sígueme, Sígueme”, “Siete Machos”, este último que no es más que una fórmula para “aumentar el vigor viril” en el varón. “El Amansa Maridos”, es recomendado para las personas que tienen problemas en su hogar, sobre todo para aquellos que se muestran muy violentos.

Según Roldán, estas esencias son utilizadas mediante baños, pero también se aplican como perfumes “porque tienen olores muy agradables”.

Para el amor
En el perchero está la esencia llamada el “Arrastrador”, que sirve para “conquistar amores”. “Es una esencia para atraer a su ser amado”, expresa Roldán.

También se encuentra la esencia “Oro”, “El Imán”. Todo esto se elabora mediante fórmulas y se vende por onzas.

Un olor agradable despide el agua de rosas que sirve para la belleza de la mujer,  pero un poco más allá, el guayacol que es para curar golpes, torceduras, morados que quedan en el cuerpo tras un impacto, emana un olor no tan bueno.

“Este producto (guayacol) se puede conseguir en esta botica ya que es un compuesto que lo preparamos”, explica Roldán.

También se puede preparar la esencia “Carmen” que es recomendada para las personas que son muy nerviosas y se toma mediante infusiones. Está el romero, que es muy codiciado por las mujeres para cuidar el cabello.

Eva Klinkicht puntualiza que la botica nació en este sitio, en 1918 “aunque se dice que estaba en otro lugar anteriormente”.

Al hablar de los envases manifiesta que antiguamente se transportaban los líquidos en esos recipientes de material muy duro, “algunos fueron traídos desde el exterior y que ahora ya no existen”, señala, mientras mira una foto de su abuelo Benjamín Sojos. (I)

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