Una lesión o sangrado en la cavidad bucal es la primera alerta. Un problema dental puede trasladarse a otras partes del cuerpo y hasta causar la muerte.

Justamente, las enfermedades bucodentales afectan a la mitad de la población mundial (3.580 millones de personas). Y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la caries permanente es el trastorno prevalente.

Ante esa situación se requiere de un diagnóstico especializado que controle el problema.

Byron Argoti, docente de Odontología  de la Universidad de las Américas (UDLA), explica que una enfermedad oral inflamatoria genera reacción inmunitaria.

Eso significa que suelta mediadores químicos como la interleuquina (regulador de la función celular del sistema inmunitario) y factores de necrosis tumoral (proteína que incrementa la reacción de la inflamación).

La liberación inmunitaria conduce a un problema agudo del miocardio, un accidente cardiovascular o isquemias cerebrales. “Se engrosa el músculo liso de las arterias y se impide el paso de la luz”, advierte el especialista.

Aquello -agrega- permite el ingreso de placas ateromatosas (cúmulos de colesterol en la pared de una arteria).

En la cavidad oral existen 900 familias de bacterias en simbiosis (asociación íntima). Así unas controlan el crecimiento de otras.

Cuando se da un proceso de laceración o sangrado del  tejido se asocia con una bacteriemia transitoria. Es decir con la descarga pasajera de bacterias en la sangre a partir de un foco infeccioso.

Dichas bacterias fluyen a la circulación general y provoca infecciones a distancia. La más severa es la endocarditis bacteriana  aguda, que es 100% mortal. “Si se diagnostica a tiempo, solo el 25% de pacientes fallece”.

La endocarditis produce cuadros severos con lesiones en las válvulas del corazón y pone al paciente en riesgo de una anticoagulación permanente. Por ello, requiere cuidados extremos en la salud de la cavidad oral.

 La bacteriemia transitoria infecta, además, la tiroides, el pulmón, los riñones. Mientras que en las embarazadas al líquido amniótico.

“Se asocia la enfermedad periodontal de la gestante con el bajo peso del bebé al nacer, con partos prematuros y hasta abortos”.

Existen más enfermedades  bucodentales vinculadas a diabetes tipo 2, irregularidades metabólicas de sobrepeso y la obesidad.

De acuerdo con el odontólogo Roberto Cando, una infección bucal en el paciente diabético genera una alteración metabólica del manejo de los carbohidratos, las proteínas y las grasas. Aquello se traduce en un aumento del colesterol.

A su vez eleva la tensión arterial y produce un daño vascular (por la descompensación) y la falta de control sobre la glucosa. El coma diabético es un posible final.

Cualquier proceso inflamatorio en el interior de la boca, sea encía, diente, u otro, debe tratarse de forma temprana. De esa manera, agrega Cando, se evita una reacción inflamatoria y liberación de mediadores celulares (sustancias con actividad biológica) que afectan a distancia a otros tejidos.

Por ese motivo, los profesionales administran antibióticos y una terapia profiláctica antes de cualquier intervención dental que presentan el riesgo de causar sangrado o lesión. “Son dos gramos de amoxicilina en endodoncia o exodoncia”.

Los procedimientos que no necesitan estos cuidados son radiografías y colocación de brackets.

¿Cómo se puede prevenir esos problemas? La periodoncista Ivonne Camacho sugiere una visita frecuente al dentista.

Al menos se lo tiene que hacer dos veces al año. La medida incluye limpiezas exhaustivas así como un cambio de cepillo dental cada tres meses. “El correcto aseo debe ser tres veces al día, con énfasis en el lavado nocturno. Utilizar un cepillo adecuado, hilo dental y enjuague bucal”.

Hay indicios que advierten la existencia de una enfermedad: mal aliento, dolor al masticar, dientes flojos, encías o dientes que se ven más largos. (I)