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Las pobladoras de Sígsig tienen la herencia de tejido con paja toquilla

Desde su declaratoria como Patrimonio Inmaterial del Ecuador, la comercialización de este producto se incrementó, según las mujeres del cantón azuayo.
Desde su declaratoria como Patrimonio Inmaterial del Ecuador, la comercialización de este producto se incrementó, según las mujeres del cantón azuayo.
Fotos: cortesía: Diario El Tiempo
31 de agosto de 2019 - 00:00 - Redacción Intercultural

Sentada en su pequeño banco, concentrada, cumpliendo con un porcentaje del pedido de sombreros de paja toquilla que le hizo una empresa en el exterior, se encuentra Lucía Sánchez, quien integra la asociación María Auxiliadora del Sígsig.

Ella es parte de las 160 socias de esta agrupación de toquilleras, quienes dan fe de que el sombrero de paja toquilla es un producto que se teje en Sígsig por cultura, tradición y también porque se convirtió en el sustento de la mayor parte de familias.

Por ello manifiesta que es frecuente que un turista o visitante se sorprenda al ver la imagen de personas que tejen hebras de paja toquilla, porque se repite a cada instante por las calles:  “para nosotros es normal”.

Cuenta que la población de Sígsig tiene como costumbre, en cualquier evento, ir con “un montón de hebras de paja toquilla” para crear los sombreros, mientras disfrutan también del acto.

“Su confección es dura y toma tiempo dependiendo de la calidad, que varía según el grosor de las hebras”, asegura la artesana.

Para ellos representa una tradición que se ha transmitido de generación en generación. “Y así seguirá”.

Según el Ministerio de Turismo, perduran muchas leyendas sobre el origen del sombrero de paja toquilla, pero no existe un referente histórico concreto de la época y año en que apareció.

Esta desinformación no impidió que en el cantón Sígsig se adueñen del oficio, que fue declarado como un Patrimonio el 5 de diciembre de 2012.

Origen
La paja toquilla que utilizan en esa localidad para elaborar los sombreros se adquiere desde diversos sectores de la Costa.

En algunos casos, la planta llega en tallos para que los habitantes los procesen y obtengan las hebras que varían de grosor.

Rosa Vuele, representante legal de la asociación, asegura que las familias mantienen la tradición por años; cada familia tiene su manera de realizar los acabados. Las socias ya traen sus sombreros tejidos y aquí les dan los últimos toques.

Señala que muchas de las sigseñas tienen sus técnicas intactas en el tejido, pero también están innovando. Los nuevos diseños en los sombreros de paja toquilla les dan una presencia diferente.

Algunas hábiles tejedoras azuayas tiñen, pintan  los sombreros o bordan una cinta y le ponen algún elemento para hacerlo más atractivo.

Sin perder la rapidez y la precisión, y con las hebras de paja toquilla tejiendo un sombrero, Vuele explica que los teñidos de diferentes colores, muy vivos,  o los combinados tienen mucha demanda.

“Para exportar nosotros hacemos el trabajo según el gusto del cliente. Algunos los prefieren puros, sin ningún elemento o adorno extra”, afirma la mujer. (I)

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